Quiroga, la oposición, y el parto doloroso

Quiroga, la oposición, y el parto doloroso

Es posible que después del lunes, cuando ya esté inaugurado el período de sesiones ordinarias en el Deliberante capitalino, comience una nueva etapa para recuperar algo de frenesí político en Neuquén, esta provincia que concentra cada vez más intereses en el área metropolitana, y subordina al resto del territorio a un uso estrictamente productivo y de tarjeta postal permanente.

Los principales referentes de la oposición al MPN han dormido una especie de siesta culposa después del recambio gubernamental. Algunos, lamiendo las heridas de la derrota. Otros, concentrados en ocupar espacios que abrió  la victoria. Todos, un poco distraídos, un poco confundidos por la realidad de un país que empieza a demostrar lo caro que sale jugar con la política sin medir consecuencias, cuando la democracia no es amenazada desde afuera, y se consume en sus propios males, sin poder echar la culpa a nadie.

Así, se los ve casi desaparecidos en lontananza a los hermanos Oscar y Nanci Parrilli, agazapados todavía en el kirchnerismo duro, el que promete la resistencia sin concesiones y el retorno, en algún momento todavía indeterminado, de Cristina Fernández a la actividad plena, como una especie de generala a lo Juana Azurduy, transformada y vital, liderando la cruzada contra los realistas del macrismo, y al mismo tiempo, despreciando a los que contribuyen a la sangría del agonizante Frente para la Victoria.

Desde ellos, pasando por el más negociador con el MPN Javier Bertoldi, hasta llegar al enigmático Ramón Rioseco, patrón del molde más pragmático y a la vez más populista, sin perder de vista a nuevos referentes como el jubilado juez Guillermo Labate, el siempre vigente sindicalista Sergio Rodríguez, y otros, se prepara el renacimiento de un sector opositor, para comenzar a definir la estrategia que sintonice el qué hacer frente al sorprendente Omar Gutiérrez.

En otro nivel, circula la energía del nuevo oficialismo nacional provincialista, todavía incipiente en su seguridad, todavía con dificultades para ejercer como bloque lo que se consiguió con una pegatina más o menos pragmática. Horacio Quiroga, el intendente que este lunes inaugura su cuarto período de inauguración de sesiones deliberativas en la capital neuquina, ha ido ganando y perdiendo adeptos con una velocidad singular en los dos meses posteriores a la última asunción. El gobierno municipal es un hervidero y todavía no ha terminado ninguna de las comidas del menú ofrecido. Es que el macrismo “puro” (reducido, acotado, pero puro al fin) tomó una fuerza inusitada tras la victoria nacional, y no acepta así como así la prepotencia directiva que gusta ejercer Quiroga, propia de los acostumbrados a liderar, aún desde las derrotas.

Así, se ha percibido un quiebre que no se sabe hasta dónde llegará en la relación política. Quiroga quiere ser el macrista número uno en Neuquén, pero el camino no le es allanado fácilmente para que así sea. Tiene competencia en su propio jefe de Gabinete, Marcelo Bermúdez, que empieza a conducir una casi anónima fuerza propia; y además tiene advertencias sobre el futuro, pues el macrismo muestra un incipiente candidato a gobernador que ofrece perfil audaz y revista en el plantel más joven de la política neuquina: el diputado nacional Leandro López.

El macrismo, para avanzar sin tutelas visibles, encuentra posibilidades de alianzas fáciles. Por ejemplo, en el radicalismo, donde Quiroga ha sido amado y odiado con la misma intensidad. El bloque vario pinto que puede integrar NCN, PRO y UCR  en la Legislatura es importante para el futuro de la oposición al MPN, y también para negociar cuestiones prácticas de común interés en el gobierno de la capital. Quiroga y el macrismo puro saben, pues, que las diferencias no deberían dividir el potencial de estar juntos, al menos en algunas cuestiones importantes, frente al galimatías político que ofrece hoy el MPN, lúcido como nunca en su rol de patrón de la ubicuidad.

Es posible que Horacio Quiroga lance consignas de unión que no pasen por las definiciones partidarias, sino por los objetivos macro que ha posibilitado Macri: la coparticipación, por ejemplo, es un tema siempre vigente, ahora un poco más que antes, y que el mismo MPN se ocupó de instalar en el tablero político del año. Es una cuestión económico-política que hace al balance de los distritos, pero fundamentalmente, puede ser un arma formidable para incrementar la tradicional solidez del principal municipio neuquino, ese bastión que la oposición defiende con uñas y dientes en el plan largo de la larga batalla por llegar a la Gobernación.

Así, poco a poco, el escenario neuquino verá cómo se alinean sus variables en un año dificultoso. Hay inflación muy alta, todavía muchas cosas para definir, como las tarifas del gas y el precio que se pagará a los productores; y –esto siempre es relevante en Neuquén- hay negociación en marcha por la gran paritaria estatal, en un contexto de Estado con problemas de financiamiento, aumento de deuda, y recursos todavía indefinidos.

En la negociación con los estatales, es posible que Gutiérrez tenga más apoyo que resistencia de parte del quiroguismo. Es posible también que el kirchnerismo residual haga causa común con los conducidos por Carlos Quintriqueo, el incendiario líder de ATE. ¿Será la primera fotografía de la alineación estratégica de las fuerzas políticas neuquinas?

Como sea, habrá que desconfiar. Como nunca, la política argentina corre sin rumbo ideológico cierto. Todas las recetas devenidas del febril pensamiento filosófico sudaca han fracasado. Parece ser hora de parir algo nuevo. Como decían Marx y Engels, ese parto será con dolor, cruento, sin lugar para los débiles.

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