Quieren lo mismo...

Quieren lo mismo...

El oficialismo hizo pie en la Primera, logrando un predominio que lo perfila para ganar más intendencias en 2019. Sin embargo, ya asoman futuras tensiones entre sus jefes comunales por la jefatura seccional. La sucesión de Daniel Salvador en la vicegobernación.

El segundo triunfo electoral de Cambiemos por sobre el peronismo no significa el fin de las disputas políticas, más bien su transformación. Su traslado desde la contienda con la oposición hacia el predominio dentro del oficialismo. Habiéndose despejado las dudas sobre el rumbo abordado, diversos sectores políticos del oficialismo comienzan a posicionarse pensando en 2019. En el peor de los casos, pensando en lograr su cometido en 2023. Se trata de sectores con estrategias contradictorias entre sí. Algo de esto se da en la Primera Sección.

Como se anticipó aquí, una ola amarilla se lanzó sobre este territorio. A excepción de los distritos del conurbano más alejados de la capital (las 3M, José C. Paz, Escobar y, un poco más atrás, Marcos Paz), la ingeniería electoral andreottista y la anomalía de General Rodríguez (Kubar hizo jugar a su esposa para perder con Unidad Ciudadana), la sección se pintó de amarillo, arrojando pronósticos favorables en los distritos en los que el macrismo espera ganar en las siguientes elecciones, como Ituzaingó, San Martín o Hurlingham.

Como la crisis del peronismo parece haber tallado en profundidad, lo dicho en el párrafo anterior es lo que produce este desplazamiento de la disputa política. Esto no significa otra cosa que, si Cambiemos es predominante en la sección, las diferentes tribus cambiemistas dirimen una interna (aun subterránea) para hacerse con su control político. No es la única pelea: más de uno intentará lograr una pole position para ser el sucesor de Daniel Salvador en la vicegobernación. Pues bien, dichas las internas, hay que ponerle nombres.

Con respecto a lo primero (lograr el predominio seccional), puede decirse que es algo que viene disputado desde hace meses. Agrupando, podemos decir que existe un subgrupo de los intendentes “nuevos”(Diego Valenzuela, Ramiro Tagliaferro, Nicolás Ducoté, al que se le puede adosar a Jaime Méndez) frente a otro de los considerados “viejos” (Jorge Macri y Gustavo Posse). Los de los distritos del interior la ven desde afuera, sobre todo Kubar luego de su derrota.

Como se decía, esta interna mantuvo un estado subterráneo hasta el cierre de listas, cuando la pulseada por encabezar la nómina de senadores provinciales quedó reducida a los intendentes de Vicente López y Tres de Febrero. Si bien finalmente la lista la encabezó Gabino Tapia (secundada por Daniela Reich) la disputa se pospuso. Los resultados finales dieron más argumentos a los intendentes “viejos” (Bullrich sacó 60% en Vicente López y San Isidro, aunque en este último la lista de Posse sacó mucho menos producto del corte a favor de ConVocación).

En los municipios de los intendentes “nuevos” (Bullrich obtuvo entre el 42 y el 47%) relativizan el resultado de sus contrincantes. “El voto de San Isidro y Vicente López es estructural, cualquiera que vaya ahí con nuestra boleta saca lo mismo”, aseguraron en un palacio municipal. En los dos municipios aludidos replican que la performance de Cambiemos se explica, además de por el arrastre de arriba, por la valoración de las gestiones locales. Desde el entorno del primo del presidente enfatizan en esto para marcar una diferencia que, según ellos, “es de años luz" a su favor.

Además de esta interna, actual y que puja por mantenerse subterránea, se perfila otra de cara a 2019: la sucesión de Daniel Salvador. Aquí la dupla Jorge Macri-Gustavo Posse, según comenta parte de la dirigencia oficialista, fue la primera en hacer sus movidas. Sus objetivos, mantener la posición del primero dentro del PRO, y fortalecer la del segundo dentro del radicalismo como trampolín hacia la vicegobernación.

Aquí se repite la disputa con los “nuevos”: la alimentaron versiones periodísticas que, antes de las generales, deslizaron nombres para el próximo vice de Vidal. Una vez más aparece Diego Valenzuela. Sin embargo esto debe ser tomado con cuidado: en primer lugar porque dos años para la política argentina es una eternidad. En segundo, porque desde el entorno del alcalde minimizan esta cuestión.

Además existió un pedido de la gobernadora a los jefes comunales arribados en 2015 a que lo acompañen en 2019. Traducido: si ella va por la reelección en la provincia, ellos deberán hacerlo en sus comunas. Lo que todos están dando por descontado, en el fondo, es que Macri va por la reelección.

Insistimos con una de las ideas fuerza de este texto a modo de cierre: las internas del poder son las internas de mayor volumen. Quizás por esta razón el oficialismo intenta que estén por fuera del radar.

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