¿Quién tirará la primera piedra en el PJ mendocino?

¿Quién tirará la primera piedra en el PJ mendocino?

Hay quienes pretenden demorar la catarsis del peronismo tras siete derrotas electorales hasta después del balotaje del 22 de noviembre, pero algunos no descartan que esta explosión se produzca antes. Para Paco Pérez, el problema es otro: su único objetivo en estas horas es conseguir otro auxilio del Banco Nación que le permita pagar los sueldos de los empleados estatales.

"Esto arranca apenas alguien lance la primera piedra", aseguró en la noche del domingo el diputado nacional Guillermo Carmona, en relación al demorado debate interno del PJ mendocino tras un año electoral trágico.

 

Pero cuándo comenzará la catarsis peronista es uno de los puntos en los que sus máximos dirigentes por ahora no se ponen de acuerdo.

 

El intendente de las Heras, Rubén Miranda, contrastó con Carmona desde el búnker del salón Báltico de Guaymallén al sostener que el PJ local tiene que esperar hasta después del balotaje del 22 de noviembre para empezar a discutir sobre las culpas de este presente y, consecuentemente, a organizar su complicado futuro.

 

La confrontación del oficialismo local se viene atrasando hace tiempo para no perjudicar a Daniel Scioli en las urnas. Pero la devastación que vive el PJ mendocino después de siete elecciones perdidas ahora divide opiniones ¿Algo puede empeorar más este escenario?

 

Hay tantas miradas en el PJ como protagonistas y algunos reconocen que será difícil encontrar el que esté libre de cargos ante los resultados de este año. Por caso, Adolfo Bermejo, el fallido candidato a gobernador, esta lunes se confesó por MDZ Radio de ser en parte culpable por no haber conseguido enamorar a la ciudadanía y planteó objetivos de corto plazo muy humildes: retener en la segunda vuelta presidencial los votos para Daniel Scioli obtenidos (340.000) y buscar la manera de achicar diferencias.

 

Cómo hacerlo no parece tarea sencilla. El gobernador Paco Pérez (eje de todas las miradas y centro de todas las críticas) se quedó este lunes en Buenos Aires y, desde su entorno, avisaron que su única prioridad de momento es tratar de acordar una nueva asistencia financiera del Banco Nación que permita liquidar los sueldos de los empleados estatales esta semana.

 

En la noche de este lunes se anunció que Pérez probablemente vuelva a Mendoza, aunque nadie supo señalar si durante este difícil lunes logró avanzar en la compleja negociación con el agente financiero de la provincia.

 

Es casi imposible definir una estrategia partidaria o electoral en medio de semejante urgencia de gestión. Pérez, de todos modos, había ofrecido su renuncia a la conducción del PJ antes de las elecciones del domingo. Y no es difícil encontrar adversarios y críticos que confirmen el sí anticipado de sus compañeros: nadie se privó de criticarlo en la noche del domingo por haber viajado a Buenos Aires junto a su vice Carlos Ciurca en lugar de poner el cuerpo en el Báltico, donde todo fue confusión.

 

Fue otro domingo triste para el peronismo. Miranda apareció dos veces en el búnker desolado en pocas horas. En la primera ingresó al salón para manifestar su optimismo electoral en base a los sondeos en los lugares de votación. En la segunda sólo llegó hasta la vereda: allí reconoció la derrota tras haber observado los datos reales, que oficialmente no empezaron a fluir hasta la medianoche.

 

Un puñado de funcionarios y legisladores se encerró toda la tarde-noche en una sala de la sede del gremio de los empleados de estaciones de servicio, que está frente al Báltico, para evaluar qué hacer. Desde allí surgieron críticas nunca antes escuchadas por este cronista contra el encuestador sanjuanino Antonio de Tomasso, viejo cliente peronista y autor de los fallidos bocas de urna que, desde el comienzo de la jornada hasta el final de la elección, le daban una ventaja de tres puntos en Mendoza a Scioli sobre Mauricio Macri.

 

La senadora electa Anabel Fernández Sagasti hizo una aparición fugaz y sin reunirse con ningún otro peronista reconoció, también desde la vereda del Báltico, que el peronismo había perdido las elecciones.

 

El vacío dejó el centro de la escena a Carmona, quien lo ocupó e hizo cantar la marcha peronista al centenar de militantes que se quedó en el búnker hasta la noche, junto a algunos funcionarios silenciosos, como fue el caso del ministro Marcos Zandomeni.

 

Sobraron medialunas, café y espacio dentro del Báltico. Y estuvieron demás, por supuesto, los dos parlantes que a alguien se le ocurrió instalar en el balcón, a la espera de un discurso que por supuesto nadie quiso dar.

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