Por qué no se puede saber de qué están muriendo los argentinos

Por qué no se puede saber de qué están muriendo los argentinos

Uno de los obstáculos a superar es la escasa cultura del registro de las causas cuando muere una persona

Todos los días, las autoridades sanitarias comunican cuántas personas fallecen por Covid-19 en el país. Sin embargo, como pasó con la gripe A H1N1, demandará por lo menos un año saber cuánta gente murió por el nuevo coronavirus o por otras enfermedades. En el país, conocer la cifra de fallecidos es tan difícil como responder de qué se están muriendo los argentinos. Eso es posible recién 365 días más tarde.

Por lo tanto, si bien hasta la fecha se informaron 4556 muertes por el nuevo coronavirus, podría haber decesos no registrados y resta un largo camino hasta poder tener depurada esa información

Las estadísticas de mortalidad varían de acuerdo con el organismo que las informa y, además, no todos los que deberían tenerlas cuentan efectivamente con esos datos en sus registros, según pudo constatar LA NACION en los últimos tres meses y a través de pedidos de acceso a la información pública. Primero se consultó al Ministerio de Salud de la Nación y al Registro Nacional de las Personas (Renaper). Ante una demora en la respuesta se avanzó con organismos como la Anses y la Afip. Cuando finalmente se empezaron a recibir respuestas, surgieron diferencias en los números: por ejemplo, entre el Renaper, el Ministerio de Salud y la ciudad de Buenos Aires.

 

De ese sistema caótico de registro depende desde estimar la diferencia en la mortalidad que puede generar una emergencia sanitaria, como la que está causando el virus de Covid-19, hasta los cambios del padrón electoral, la proyección poblacional año a año o la actualización de los datos para suspender beneficios sociales o el acceso a programas o fondos de organismos internacionales. Hay políticas públicas que dependen de esos datos.

Entonces, preguntarle al Gobierno hace tres meses cuántos argentinos se murieron el año pasado y por qué o cuántos de esos casos fueron por determinadas causas semana a semana, mes a mes o por provincia, como se iba conociendo en otros países, en la Argentina terminó siendo un camino sinuoso y sin salida.

 

 

La primera consulta fue a la Dirección de Estadísticas e Información en Salud (DEIS) del Ministerio de Salud de la Nación. "Lo último disponible es 2018. El 2019 estará, como todos los años, en diciembre", fue la respuesta de sus autoridades. La DEIS publica cada año un documento con las estadísticas de mortalidad en el país. Incluye la cantidad de decesos por provincia, por edad, sexo y causa de manera anualizada.

 

 

Otra área que registra fallecimientos en ese ministerio es la Dirección Nacional de Epidemiología. Lo hace a través de un sistema de vigilancia, donde las jurisdicciones vuelcan online los casos de más de 90 enfermedades que, por ley, son de notificación obligatoria. LA NACION hizo un pedido de acceso a la información pública al Ministerio de Salud de la Nación el 14 de mayo pasado para conocer la mortalidad por semana epidemiológica (un año tiene 52 semanas) desde 2015.

Al mes, llegó la respuesta: eran 1104 muertes por 35 enfermedades, pero entre 2018 y mayo pasado. En la Argentina, cada año mueren unas 300.000 personas. Ante la diferencia, explicaron tras el reclamo a través de la Agencia de Acceso a la Información Pública que "se omitieron los eventos restantes para los que el número de fallecidos registrados para el período en cuestión es cero".

Agregaron que el SNVS "no es un registro de fallecimientos" y que "la información sobre el fallecimiento de los casos notificados [para enfermedades de notificación obligatoria] no constituye un dato obligatorio para la mayor parte de los eventos bajo vigilancia. La información de pacientes fallecidos según causa se obtiene de los certificados de defunción, que son analizados por las áreas de estadísticas de salud de las jurisdicciones y del Ministerio de Salud de la Nación".

Más pedidos

Con esto, y en paralelo, se enviaron pedidos de acceso a la información pública al Renaper, la Anses y la Afip. A estos dos últimos porque es información relevante para la actualización de sus padrones de beneficiarios, por un lado, y contribuyentes, por el otro. Ambos organismos derivaron la consulta al Renaper. Argumentaron que no contaban con esos datos.

 

Anses y Afip, sin datos

 

El Renaper respondió. Y lo hizo con una base de datos que va desde 1900 hasta mayo de este año. En los primeros cinco meses de 2020 había una caída de por lo menos del 30% en el número de fallecimientos informados con respecto del mismo período del año pasado. Mientras que en 2019 murieron 125.922 personas, este año la cifra fue de 94.016.

"Los números reflejan la cantidad de fallecimientos informados y no la de fallecidos -aclararon fuentes del organismo-. En general, en las provincias que declaran que sus datos están actualizados, se observa una caída relevante en la información de fallecimientos."

 

En las últimas tres semanas, el 22% de las muertes se computaron con más de 10 días de retraso

 

Solo nueve de las 24 jurisdicciones tienen sus números actualizados hasta junio de este año. Los registros que analizó LN Data indican que hubo 106.130 muertes en la ciudad de Buenos Aires, la Provincia de Buenos Aires, Catamarca, Mendoza, Córdoba, Misiones, San Juan, Tierra del Fuego y Salta. El año pasado, para el mismo período, hubo 109.706 o una diferencia del 3%. La caída se observó en todas las jurisdicciones, excepto en la ciudad de Buenos Aires, San Juan y Tierra del Fuego (ver infografía).

 

 

Para el Renaper, en la Ciudad había fallecido un 60% menos comparado con la primera mitad del año pasado. La Dirección de Estadísticas porteña respondió un nuevo pedido de información a LN Data y su análisis mostró que esa diferencia, con los datos actualizados, era de apenas 0,2% entre los dos años.

Circuito de obstáculos

En este intercambio burocrático por organismos oficiales se trazó el circuito que sigue la notificación de una muerte y sus causas, que surge de los certificados de defunción. Ese registro tiene más de un campo para informar por qué murió una persona. Esos datos llegan al Renaper desde los registros civiles en las provincias "de manera constante". Las actas no están automatizadas, lo que duplica el trabajo de carga. También se envía una fotografía del documento de identidad, que se debe retener y cortar, para acreditar la muerte.

Para las estadísticas que difunde el Ministerio de Salud de la Nación, se usan los datos de los registros civiles que las provincias le envían a la DEIS una vez por año. "Por eso, no cuenta con la información en tiempo real", se aclaró. Esa oficina verifica esos datos con cada jurisdicción. Esto demora la difusión estadística.

Al comparar el número de muertes en la Argentina en 2018, que es el último que la DEIS informó, el Renaper tiene 329.024 fallecimientos notificados desde las provincias ese año y la cartera sanitaria nacional, 336.823. Es decir, más de 7000 muertes de diferencia. En 2017, esa brecha es de 10.000 casos.

El Centro de Excelencia en Salud Cardiovascular para América del Sur (Cescas) lidera desde la Argentina un estudio poblacional con instituciones de referencia en Chile y Uruguay para determinar cómo el estilo de vida afecta la salud cardiovascular y otras enfermedades crónicas. Lo hace desde 2010 con un seguimiento de casi 8000 personas de cuatro ciudades del Cono Sur de América Latina. El trabajo incluye identificar y verificar las complicaciones y, también, las muertes en los tres países.

"En los registros, muchas veces es difícil encontrar información fidedigna", dice Laura Gutierrez, estadística del Cescas. "En la Argentina y Uruguay, muchos médicos anotan paro cardiorrespiratorio o muerte natural no traumática como causa de muerte. Podrían poner varias causas y eso precisaría mejor el origen de esa muerte, como cáncer, politraumatismo o infarto. En Chile, los registros son electrónicos y contienen algo más de información en la primera y la segunda causa de muerte -compara-. La calidad de los registros varía en los países."

 

 

En 2009, antes de que terminara el año de la pandemia de gripe A H1N1, un equipo argentino describió el impacto de la infección en los chicos y los adolescentes, uno de los grupos más afectados. Mientras que el virus duplicaba la carga de trabajo en los centros de salud, la Fundación Infant coordinó a los 11 médicos que relevaron en tiempo real las historias clínicas de 1,2 millones de menores de 18 en seis hospitales pediátricos de referencia.

"En un mes reunimos todos los datos, que son muy representativos [de esa población total]. Esto sirvió, también, para que los pediatras modificaran hábitos, como no dejar incompleta la historia clínica o especificar bien los síntomas", dijo entonces, a LA NACION, la bioquímica Silvina Coviello, que con las pediatras Romina Libster y Jimena Bugna publicaron los resultados de un equipo de 48 investigadores en The New England Journal of Medicine. Así, cuando aún seguían apareciendo casos de gripe A, ya se sabía que la pandemia multiplicaba 10 veces la mortalidad con respecto de la gripe estacional de los años anteriores.

A 11 años de esa experiencia, y con el avance de la tecnología y la modernización del Estado, la Argentina aún no pudo informar el exceso de mortalidad por Covid-19 a los organismos internacionales que se lo solicitaron. Ese indicador describe cuánto aumentaron los fallecimientos por la pandemia con respecto de lo esperado para este período, ya sean decesos directa o indirectamente causados por el nuevo coronavirus pandémico. La Argentina todavía no lo pudo estimar.

 

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