"Los proyectos de salud no deben tener techo"

El destacado cirujano recuerda su paso por los hospitales de Jujuy, en especial aquellos de lugares alejados, y a los profesionales con los que supo compartir experiencias imborrables.Dijo que se debe pensar en un proyecto de salud, generoso, útil y de puertas abiertas a toda la gente, señalando que el mismo está materializado en el instituto patagónico donde trabaja.

Corría el año 1985, cuando el recién recibido médico especializado en cirugía general Alejandro Germán Girela, llegaba a Jujuy sin más pertenencias que un bolso con su ropa, su título de médico recién recibido en la Universidad Nacional de Córdoba, y como siempre ocurre en estos casos, un equipaje cargado de sueños y expectativas. El doctor Girela de hoy, entrecierra los ojos, y evoca a sus primeros amigos jujeños. Nombra a los doctores Alfredo Calvó, Coletti, Rivas y Jorge Diez entre otros, y a jóvenes compañeros de residencia en el "Pablo Soria", como Luis "Lachi" Giambastiani, Marco Antonio Carrera, y "Pato" Quintana. La residencia lo llevaría luego al hospital "Jorge Uro" de La Quiaca, regenteado entonces por el Dr. Osán. Al cabo de muchos años, Germán Girela es uno de los especialistas en cirugía cardiovascular y endovascular más notables de nuestro país.

-¿Cómo fue la experiencia en el interior de Jujuy?

-Maravillosa, siempre recuerdo las visitas periódicas a cuanto paraje solitario y lejano teníamos que llevar la atención médica. Un recuerdo inolvidable fue un día completo en Santa Catalina, donde trabajos el mismo día del festejo patronal. Luego de las atenciones nos integramos a la procesión, a los oficios y finalmente a la fiesta, una expresión cultural magnífica, auténtica y sentida, como pocas se ven en otros puntos del país.

 

-¿Cómo siguió la experiencia en Jujuy?

-Llegué a ser jefe de residentes del hospital central. Me tocó a mí preparar a los jóvenes que se incorporaban a los hospitales. Pero allí terminó mi tiempo. Consideraba que estaba en un límite que si quería superar, me obligaba a emigrar. Así viajé a Buenos Aires, y los siguientes cinco años realicé mi capacitación en cirugía cardiovascular en el Hospital Italiano. Allí encontré definitivamente lo que sería el rumbo de mi profesión. Luego tuve una nueva y breve experiencia en Jujuy. En los años 1994 y 1995, traté de afianzarme aquí, pero en este caso debí nuevamente buscar otros horizontes.

 

-¿Qué es lo que buscaba en la medicina?

-Lo que buscaba, ahora lo se bien, era un proyecto de salud, generoso, útil y de puertas abiertas a toda la gente y tras mucho pensarlo, acepté casi presionado incorporarme al Instituto Cardiovascular del Sur, en Cipoletti, Rio Negro. Ese Instituto había sido fundado y dirigido por el Doctor Herman Schroeder, quien además era presidente y fundador de la Fundación Médica de Rio Negro y Neuquén. Hijo de inmigrantes alemanes, era una mezcla de alemán y gaucho patagónico, con una visión notable de la empresa de salud. Creo que lo que más me atrajo fue la definición del trabajo. "Hay que hacer todo lo que hay que hacer. Un proyecto de salud se debe realizar en plenitud, no importa si fallamos, pero todo se debe intentar. Así fue que seducido por un verdadero proyecto sanitario, donde no se ponían trabas administrativas ni económicas para el desarrollo comencé a trabajar en ese Instituto hasta el día de hoy. Eso era lo que yo buscaba, trabajar sin techo para la salud, la investigación y la capacitación.

 

-¿Qué particularidad tiene ese Instituto?

-Allí se atiende a toda la gente. El modelo prestacional parte de un acuerdo con el gobierno de Rio Negro. Sea quien sea el paciente, de Rio Negro o de Neuquén o de cualquier lado que los hospitales públicos nos derivan, reciben la atención de máxima calidad, asistidos por los profesionales y la aparatología y la tecnología de punta más avanzada existente. Y funciona tan bien, que en 19 años, jamás se dejó de prestar servicios. Es decir, se logró que el sector privado y el estado sean buenos socios, y los beneficiarios son todos los habitantes de la región que reciben la mejor atención en forma totalmente gratuita.

 

-¿Se trata de alta complejidad?

-Efectivamente, desde lo más sencillo, hasta la colocación de válvulas percutáneas, técnicas quirúrgicas novedosas, angioplastias, colocación de stents, etc. Hoy realizamos más de 300 operaciones mensuales a corazón abierto y todo tipo de tareas con los procedimientos más avanzados.

A pesar de estar afincado en el sur, y trabajando en un proyecto de salud modelo, el doctor Alejandro Germán Girela, cumple el ritual de que a Jujuy siempre se vuelve.

-Cómo no volver! Dice con inocultable orgullo. Mi esposa Fernanda Lozano es jujeña, y mi hija mayor, Guadalupe, hoy de 25 años, también nació aquí. Los más chicos, Ignacio, de 21 y Juan Cruz, de 19 nacieron en Buenos Aires y en Rio Negro.

 Demostración de la azarosa vida de uno de los profesionales médicos – cardiólogo- hoy más reconocidos en el país que encontró un proyecto de salud ideal que ojalá se pueda trasladar a Jujuy en algún momento.

Pero Jujuy no es sólo tierra de amigos y de una belleza incomparable. "Los jujeños deben saber también que tienen en su provincia, excelentes cardiólogos, reconocidos en el país y el mundo, que con igual dedicación y talento, se brindan a sus pacientes en este compromiso de servir a los demás", finalizó.

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