La provincia ya piensa en 2017

La provincia ya piensa en 2017

A pesar de que recién está por arrancar el segundo semestre y que aún no se calman las aguas en terreno bonaerense, los espacios políticos ya le ponen fichas a las legislativas del año que viene. Por el lado de Cambiemos, Jorge Macri avanza un casillero. En el peronismo, se reproducen los quiebres, aunque con ansias de unidad.

CARRIÓ, EL LÍMITE DE TODOS

Elisa Carrió dijo a principios de mes que podría ser candidata a senadora por Buenos Aires. Admitió que le encantaría enfrentar a Cristina Kirchner y se mostró confiada en que podría llegar a ganar. Para los integrantes del Pro, la declaración de Carrió se vivió como un llamado de atención, para que no olviden que su espacio también juega dentro de Cambiemos. Casi a modo de amenaza sentenció: "Yo no soy importante en cuanto a un cargo, pero soy una voz importante, no acuso sin pruebas, sino cuando estoy convencida. Yo sólo digo el 5 por ciento de lo que sé”. Aunque aclaró que no es “inmanejable”, dejó la puerta abierta a la posibilidad de que, fiel a su estilo, siga criticando cosas, incluso de sus propios aliados.

Para los radicales, las palabras de Carrió fueron una provocación. En terreno bonaerense, en donde los intendentes del radicalismo tuvieron un claro protagonismo en el triunfo de Vidal, la UCR está disconforme con el rol que ocupa. El hecho de que Carrió, que no tiene más que una imagen pesada y mucha presencia en los medios, encabece una lista con el aval de la Casa Rosada, sería una nueva injusticia para con el centenario partido.

EL PRO SE MOVILIZA

María Eugenia Vidal sabe que la provincia será el terreno más álgido de las próximas elecciones y que una derrota de Cambiemos será vista como su responsabilidad. Por eso, a fin de no perder la imagen positiva que aún sostiene (según las siempre cuestionables encuestas), mandó a sus más fieles ministros a tantear el territorio.

El ministro de Gobierno bonaerense, Federico Salvai, junto al secretario de Comunicación encargado de “ahogar” a los medios opositores, Federico Suárez, y al subsecretario de Gobierno y Asuntos Municipales vinculado a cuentas off shore, Alex Campbell, comenzaron su recorrida en Olavarría. Allí se reunieron con dirigentes de la séptima sección electoral, que aglutina a los municipios de Olavarría, Tapalqué, Alvear, Bolívar, Saladillo, Roque Pérez, 25 de Mayo y Azul. Esta última localidad dio que hablar por el pase del jefe comunal, Hernán Berlletys, del Frente para la Victoria a Cambiemos.

El recorrido siguió por la quinta sección electoral, en Pinamar, con la presencia de alrededor de veinte intendentes, legisladores y funcionarios de María Eugenia Vidal.

La gobernadora no sólo quiere retener los votos que obtuvo el año pasado intensificando su presencia en los municipios; también pretende contentar a los radicales, cada vez más susceptibles a los desaires del Pro. Sin embargo, si de preferencia se trata, lo cierto es que desde las altas esferas del partido prefieren a un hombre propio liderando la boleta del próximo año.

Es en ese esquema que entra Jorge Macri, quien no sólo es el primo del presidente sino un peso pesado de la política bonaerense. El intendente de Vicente López mantiene su propia interna con el sector de Vidal, pero aún así obtiene gestos que parecen ser la venia de la gobernadora. Hace unos días, Vidal compartió un segundo acto en zona norte con el jefe comunal. Un triunfo de Jorge le daría mucho más poder en terreno bonaerense, pero también contribuiría a que, en el transcurso de la disputa electoral, sus alfiles no combatan a los de Vidal.

EL PERONISMO

Ante un peronismo escindido en mil pedazos, Cambiemos confía en que podría llegar a obtener otra victoria en 2017. Este es el verdadero desafío de la alianza gobernante: no perder terreno ante quienes gobernaron durante doce años en la Argentina, llámese kirchnerismo, peronismo o, incluso, las figuras que actualmente convergen en el massismo.

El desafío del peronismo, por su parte, es dejar diferencias de lado y plantear un programa para combatir al Pro de cara al 2019, cuando nuevamente se dispute la presidencia del país. Pero la tarea no es fácil. Sólo en la provincia de Buenos Aires conviven tres bloques distintos del PJ en cada cámara. Como si todo fuera poco, el alejamiento del Movimiento Evita del bloque de diputados nacionales del FpV vino a echarle más leña al fuego a las internas kirchneristas.

Quienes han perdido terreno de manera notoria son los integrantes de La Cámpora, que en su afán de continuar las lógicas de tiempos de Cristina siguen perdiendo aliados, siendo que en los hechos se evidencia la falta de conducción.

El reto para el PJ, justamente, es encontrar esa conducción, que a esta altura nadie parece sintetizar. Algunos ya esbozaron intenciones de aliarse con Massa, pero difícilmente la figura que mejor parada quedó después de las elecciones se digne a negociar. El Frente Renovador cuenta con la particularidad de no haber ganado, pero tampoco haber sido derrotado, y el hecho de que no gobierne contribuye a evitar las críticas, como sí las recibe Cambiemos (es decir que, a pesar de haber triunfado, Cambiemos también ve su poder mermado).

Ahora bien, por el lado del FpV quien se está encargando de juntar tropa en la provincia es Florencio Randazzo. El ex ministro del Interior y Transporte está juntando adhesiones en el conurbano, ansioso por encarar una boleta, pero esperando el momento oportuno para salir a la arena política evitando quedar pegado a los casos de corrupción K. Su figura atrae la atención de dirigentes como los ya fracasados Martín Insaurralde y Darío Giustozzi, quienes entienden que sus intenciones de desembarcar en la gobernación bonaerense no se contrapondrán con las aspiraciones presidenciales de Randazzo.

Pero por el momento nada está claro en el peronismo, que aunque pregona la necesidad de la unidad, aún se está echando culpas por los errores del pasado. (www.REALPOLITIK.com.ar)

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