La Provincia obtuvo la nota más baja en materia de empleo

La Provincia obtuvo la nota más baja en materia de empleo

Los datos publicados esta semana por el Indec han significado, tal vez, la única temática política que ha sabido ocupar parte del foco luminoso que desde hace ya cinco semanas tiene el reclamo docente.

Dado que existe un período en el que, por orden del presidente Mauricio Macri, el Indec no ofreció ningún dato estadístico, es imposible realizar una comparación con el mismo período de 2015. Esto supone un obstáculo a la hora de considerar si lo que hoy muestra el país en materia de desempleo implica una reactivación, como señala el ministro de Trabajo Jorge Triaca, o si habría que llevar adelante un análisis más profundo.

El diario Página 12, a modo de ejemplo, tituló “Los despidos que el Indec no ve”. Allí, se explica que “comparadas con las estimaciones para el segundo y tercer trimestre, las cifras tampoco exponen una situación de destrucción masiva de empleo sino un freno en la caída observada durante la primera parte del año pasado pero sin mejoras.” Es que existe un dato que no debiera pasar por alto: en el país y, especialmente, en la provincia de Buenos Aires, bajó el desempleo, pero también bajo el empleo. La paradoja es sólo aparente: lo que sucede es que hay menos gente en el mercado laboral, ya sea trabajando o queriendo trabajar. Una considerable cantidad de personas, cansadas de buscar trabajo y no encontrar, se refugiaron en la inactividad.

El peor desempeño lo tuvo la gobernadora María Eugenia Vidal. De las cuatro regiones que presentaron los índices más altos de desempleo, tres pertenecen a la provincia de Buenos Aires: Mar del Plata; Gran Buenos Aires y Bahía Blanca. Mientras que en el resto del país la tasa de desempleo fue del 7,6 por ciento, en Mar del Plata trepó al 10,6; el Conurbano alcanzó el 9,4 por ciento y en Bahía Blanca el 9,2.

El Cronista Comercial, haciendo mención a la temática, tituló: “Según el Indec, el año pasado cerró con un desempleo de 7,6 por ciento”, complementando con la siguiente bajada: “El dato, que había sido adelantado por el diputado nacional del PRO Luciano Laspina, fue confirmado por el organismo que dirige Jorge Todesca. Se achicó también la tasa de actividad.”

La recuperación que anuncian Dujovne en Nación y Lacunza en Buenos Aires pareciera existir solo en la intimidad de sus despachos. Un estudio de la Universidad Católica encontró que la tasa de pobreza urbana creció el año pasado del 29 al 33 por ciento de la población. Desde diciembre las encuestas de opinión muestran una fuerte caída del optimismo.

Uno de los puntos débiles está en lo discursivo. Que el ministro de Economía de la provincia de Buenos Aires Hernán Lacunza asegure que la inflación con la que cerrará el año no superará el veinte por ciento, y que al mismo tiempo el gas aumente un 50 por ciento o la luz un 70, sólo acelera el proceso de erosión del optimismo. Sus propios votantes comienzan a retacear las justificaciones y unirse a las protestas.

Superando los quince meses de presidencia, el supuesto “mejor equipo del mundo” se parece más al Boca de Bilardo, aquel “dream team” plagado de estrellas pero que no lograba convencer a los hinchas ni salir campeón, que al Barcelona de Messi. Los bonaerenses necesitan sentir una mejora sensible, palpable, mensurable, en sus bolsillos y en su nivel de vida. Una mejora que se entrega en forma de promesa desde los inicios de Cambiemos, pero que no se revuelve en la realidad. Se acaba el tiempo. En pocos meses vuelven las elecciones y María Eugenia Vidal comienza a llamar al árbitro para preguntarle cuántos minutos le quedan. Ya no hay más excusas, no hay más frases hechas ni globos de colores. Llegó la hora de la verdad. (www.REALPOLITIK.com.ar)

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