El programa global de Coca-Cola que busca empoderar a las mujeres

El programa global de Coca-Cola que busca empoderar a las mujeres

La iniciativa 5by20 busca capacitar cinco millones de mujeres para 2020, con el objetivo de potenciar el impacto positivo que generan en la sociedad. A continuación, cuatro historias de mujeres que salieron adelante gracias al programa.

 

En el marco del Día Internacional de la Mujer, hay datos puntuales que indican que las mujeres son fundamentales para transformar la economía, las comunidades y todo tipo de organizaciones. Es que está comprobado que las mujeres invierten el 90% de lo que ganan en sus familias y las comunidades, de ahí su aporte al crecimiento de la sociedad.

Es por eso que Coca-Cola lleva a cabo el programa global 5by20, que busca capacitar a mujeres de todo el mundo para que logren empoderarse, superarse día a día y crecer en los ámbitos donde se desempeñan, haciendo crecer a su vez a las comunidades.

Esta iniciativa nació en 2010 y tiene el objetivo de llegar a cinco millones de mujeres de su cadena de valor para este año: desde las agricultoras hasta los clientes, pasando por las artesanas, quienes trabajan con el material reciclado de los empaques. Las mujeres tienen acceso a cursos de formación en negocios, servicios financieros y conexiones con compañeros o mentores.

En ese contexto, Coca-Cola de Argentina junto a la Unión de Kiosqueros de la República Argentina (UKRA), dictan cursos de administración, tecnología y marketing para darles más herramientas a las mujeres kiosqueras, eslabones fundamentales en su cadena de valor.

Esto se debe al dato que arroja el presidente de la UKRA, Adrián Palacios, que afirma que el 80% de los kioscos del país son atendidos por mujeres. Hasta el momento, Coca-Cola lleva capacitadas a más de 4,6 millones de mujeres en el mundo y a más de 9.000 en Argentina.

La importancia de trabajar en red con otras mujeres

Poner un kiosco como negocio fue la mejor decisión que pudo haber tomado Marisa García hace ya doce años, cuando tenía 40. Considerada por ella misma como una mujer independiente, su idea principal siempre fue "tener algo propio" y, con mucho sacrificio, lo logró. Marisa es madre soltera y si bien en algún momento pensó que su negocio podía convertirse en un interés familiar, su hijo, al igual que ella, decidió cambiar de rumbo y emprender por su cuenta. Gracias al buen pasar de su kiosco, ubicado en el barrio porteño de Belgrano, hoy Marisa siente orgullo al poder ayudar a su hijo en su emprendimiento de fletes. Ella decidió participar de los cursos de Coca-Cola y afirma que le cambió la manera de pensar: "En los cursos nos dejaron en claro que no somos simples kiosqueras, sino que somos empresarias y que debemos desempeñarnos como tales, tanto desde lo administrativo como en lo organizativo e incluso impositivo". Y agregó: "Compartir la experiencia con otras colegas permitió que me diera cuenta de que todas coincidimos en varias problemáticas comunes”. Un gran paso para sentir que no está sola y que puede establecer una red con otras mujeres, con intereses y desafíos similares.

Gracias a la buena administración de su kiosco, en Belgrano, Marisa García pudo ayudar a que su hijo se convierta en un emprendedor, al igual que ella.

Pasión por el oficio

Si fuera por Nidia Paredes atendería su kiosco en Villa Domínico las 24 horas del día. Lejos de ser una adicción, el negocio de Nidia es un estilo de vida para ella. Hace dos años decidió que la mejor manera de progresar era desarrollar su pasión lo más cerca de su casa posible. Así que instaló su negocio en uno de los ambientes, más precisamente en la cocina y cuando lo recuerda, le causa gracia. Oriunda de Paraguarí, una localidad paraguaya ubicada a poco más de 60 kilómetros de Asunción, Nidia vino a la Argentina en 1992 y formó una familia junto a Vicente. Ellos comenzaron a forjar el kiosco solamente con una heladera, un pequeño freezer y algunos productos. Pero el proyecto prosperó y rápidamente se convirtió en un polirubro en el que se pueden conseguir desde bebidas y caramelos hasta carbón o cables USB. "Lo que gano en el kiosco no lo gasto, lo invierto todo el tiempo”, explica Nidia. Gracias a su forma de ser, Nidia sueña con crecer y agradece a los cursos que lleva a cabo la UKRA junto con Coca-Cola: “Nos enseñaron nuestros derechos como kiosqueras, pero también nos orientaron en muchos otros temas. Al comenzar con todo esto yo estaba bastante perdida. Hoy estoy contenta con todo lo que logré, pero tengo ganas de seguir. En el futuro me gustaría poner un supermercado”, aventura.

Nidia Paredes en su kiosco en Villa Domínico, donde atiende a través de una ventana de su casa.

El sueño del emprendimiento propio y las ganas de progresar

Rocío Ovando es salteña y con apenas 26 años está al frente de "La Linda", un kiosco ubicado al costado de avenida Asunción, en el acceso a la ciudad de Salta. Hace un año y medio atrás decidió jugársela e invertir todos sus ahorros en un negocio propio y hoy, su sueño es una realidad. Más allá de sus principios y convicciones, Rocío entendió que para seguir creciendo debía capacitarse, así participó del curso “Potenciá tu negocio”, dirigido a emprendedores de pequeños comercios y organizado por la Municipalidad de Salta, la Fundación Pro Mujer y Arca Continental -uno de los socios embotelladores de Coca-Cola en Argentina-. "Las charlas me sirvieron, sobre todo, para saber cómo acomodar los productos y que la gente pueda ver bien lo que hay en mi negocio”, dijo con una gran sonrisa. Hoy la joven cree que su comercio aún no tocó su techo, ya que apuesta a convertirlo en un pequeño supermercado. Sus ganas y su dedicación seguramente le permitan concretar sus nuevos sueños y seguir creciendo.

Rocío Ovando, con apenas 26 años se la jugó y apostó por su negocio propio.

La fuerza ante la adversidad

Yolanda Orihuela es de Perú y hace 20 años vino al país en busca de un futuro mejor, pero una tragedia hizo que pierda a su marido y quede sola con 4 hijos. Fiel a cómo fue su infancia, Yolanda salió adelante y decidió poner un kiosco en una de las habitaciones de su casa, en Florencio Varela. Debido a problemas económicos y de salud, al poco tiempo debió cerrarlo. Hace dos años entró en contacto con Norma Blanco, delegada de UKRA, quien la invitó a los cursos de capacitación que dictaba esa asociación junto a Fundación Global y Coca-Cola Argentina, y le prometió que allí la ayudarían a recuperar sus ganas de restablecer el kiosco. “Volví a abrir mi negocio gracias a ellos”, admitió. Hoy Yolanda tiene como objetivo ampliar su local, mientras con orgullo destaca: "Mi hijo mayor está por recibirse de enfermero y la que le sigue, de policía. Mi otro hijo es maestro mayor de obras y la más chica, que tiene 16 años, termina este año el secundario. Les dejo el legado más importante, la educación”.

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