Procesados K: El Gabinete de Comodoro Py

Procesados K: El Gabinete de Comodoro Py

Se cruzan en los tribunales y ya no en los actos. Las causas de CFK, De Vido, Boudou y otros. El llamativo timing judicial.

Cristina Kirchner sabe que en Comodoro Py se hace justicia, pero también se hace política. Lo sabía cuando se fue del poder y cuando se arriesgó a competir en las legislativas. Tenía la férrea sensación de que si lograba una victoria, como la que le auguraban las encuestas, mantendría a raya a la jauría de jueces y fiscales federales que le ladran. Pero no sucedió. “Me vieron sola y sintieron que era el momento de avanzar”, dijo en una entrevista radial el jueves 5.

Agobiados por la Justicia, ahora los funcionarios K se encuentran más en los tribunales de la calle Comodoro Py que en las unidades básicas.

El martes 3 de octubre el ex vicepresidente Amado Boudou y el ex superministro Julio De Vido se volvieron a cruzar. Ya no en uno de los amplios salones de la Casa Rosada, sino en un frío y gris pasillo de Comodoro Py. El ex vice venía de su primera audiencia por el juicio oral en la causa Ciccone, acusado de haber intentado quedarse con la máquina de hacer billetes. De Vido, de presentar un escrito en el caso de la tragedia ferroviaria de Once. No hubo saludo ni cruce de miradas. Cada uno por su lado. Así se defiende el kirchnerismo.

Cristina ya subió las famosas escalinatas del edificio judicial este año. Y se prepara para hacerlo otra vez el 9 de noviembre, citada junto a sus hijos por el juez federal Julián Ercolini en el marco de la causa Hotesur.

Hasta hace un año, la ex presidenta llegaba a Comodoro Py acompañada por su aparato. En octubre del 2016 el sindicalista Víctor Santamaría le armó un escenario y desde allí se dirigió a sus militantes: “Me pueden meter presa, pero no me van a callar”, dijo para provocar el delirio de su público. Un año después sigue libre, pero sus visitas a los tribunales son más sencillas: cumple con los trámites de rigor y se va.

Contra las cuerdas

El kirchnerismo rompió varios récords judiciales. Cuando se fue del poder, en diciembre del 2015, lo hizo con la triste marca de ser el gobierno más complicado judicialmente de la historia: Cristina, su vice y 16 ministros (de los 17 que formaban parte del Gabinete) tenían algún expediente abierto en Comodoro Py.

La ex presidenta entregó el poder con un panorama desolador: sus funcionarios sumaban 750 causas. Nunca un gobierno había tenido tantas y tan variadas denuncias.

En la Casa Rosada kirchnerista tenían un chiste que, de tanto repetirlo, se había transformado en una verdad: “Si un funcionario no está complicado en la Justicia es porque no está suficientemente comprometido con el proyecto”, aseguraban. A Florencio Randazzo, por ejemplo, ya le habían puesto el mote de “traidor” antes de que se cortara solo: no tenía causas importantes en Comodoro Py, por lo tanto no se había involucrado lo suficiente.

A dos años de haber dejado el poder ya hay un puñado de presos K: Ricardo Jaime (ex ministro de Transporte), José López (ex secretario de Obras), Lázaro Báez (presunto testaferro de la familia Kirchner), Daniel Pérez Gadín (contador de Báez), César Milani (ex jefe del Ejército) y Milagro Sala (líder del movimiento Túpac Amaru).

Desde las PASO se respira otro aire en Comodoro Py. Es un secreto a voces, una de esas verdades que no necesitan decirse: el mal resultado de Cristina en las primarias (en las que las encuestas le auguraban una victoria por 4 a 7 puntos) significó el último guiño que los jueces federales necesitaban para avanzar con tranquilidad. El timing judicial es lo que más preocupa a los ex funcionarios del kirchnerismo. Saben que sin poder, están en caída libre.

En la última semana, los tres ex jefes de Gabinete K, Jorge Capitanich, Aníbal Fernández y Juan Manuel Abal Medina, fueron citados a indagatoria por el juez federal Claudio Bonadio por irregularidades en la gestión de residuos: tendrán que ir a Comodoro Py a fines de octubre. No es la única causa que los aqueja: cada uno, por su parte, acumula otros expedientes.

El próximo en sentarse en el banquillo será el empresario Lázaro Báez. El alter ego comercial de Cristina, que está preso desde abril del 2016, fue citado a indagatoria el 9 de noviembre por el juez en lo Penal Tributario Javier López Biscayart por evasión fiscal.

Mientras Ercolini analiza si elevar a juicio oral la causa por asociación ilícita que involucra a Cristina, entre tantos otros, los demás expedientes continúan avanzando: el polémico Guillermo Moreno pidió ser absuelto en el caso por el cotillón “anti Clarín” porque “no se puede criminalizar la posibilidad de decir que Clarín miente”, argumentó. La Justicia todavía no le respondió.

Ya nadie espera una señal de apoyo ante sus causas. Cada uno se defiende por las suyas, como puede. Incluso, ahora los ex funcionarios deben rezar por no ser denostados públicamente por su ex jefa. Sobre el gremialista “Pata” Medina, Cristina dijo “es un personaje nefasto”. Con José López estuvo peor: “Creo que lo odié como a pocas cosas en mi vida”.

El capitán es el último que abandona el barco. Y la ex presidenta acaba de hacerlo: “Yo no soy kirchnerista, soy peronista”. El Frente Para la Victoria es cosa del pasado: apenas sobrevive en los expedientes abiertos de Comodoro Py.

Comentá la nota