PJ: problemas de polleras y de poder real

PJ: problemas de polleras y de poder real

Cristina y también Vidal inquietan al peronismo bonaerense. Massa y los gobernadores prefieren estar lejos de esa interna.

En el difícil tránsito de los reacomodamientos internos, el peronismo bonaerense ?-eje histórico de la estructura nacional del PJ- corre con algo así como una ventaja y enfrenta dos problemas centrales, entre otras piedras de un camino aún incierto. Nada puede definirse en términos absolutos, pero simplificando podría decirse que puede moverse más libre en su condición de partido opositor a escala provincial, aunque con los matices que imponen las necesidades de sus muchos intendentes, y que sus dos inconvenientes mayores refieren a mujeres: la difícil competencia con la gobernadora María Eugenia Vidal, hasta ahora con una imagen muy potente, y el juego abierto de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, que sigue condicionando los planes para la carrera electoral. Son esas dos figuras las que dominan buena parte de los cálculos para las primarias y para octubre. No es un cuadro seductor para el resto del PJ, empezando por los gobernadores.

Parece claro, por supuesto, que la cuestión para el peronismo excede los límites de la Provincia. Hay otros protagonistas de peso que, en estos días, se mueven sin ajustarse necesariamente al andar del PJ en el principal distrito del país. Se ha consolidado un polo de poder, bastante heterogéneo, integrado por los gobernadores peronistas. Aún sin liderazgo único, la mayoría de esos jefes provinciales ha ido aceitando un sistema de consultas y acuerdos vital para la relación con el gobierno nacional y además con proyección efectiva en el Congreso, al menos en el Senado.

El otro factor de referencia creciente es la estructura sindical. La CGT fue más ágil y efectiva que el PJ en su proceso de rearmado frente a un gobierno no peronista. Logró la reunificación, aunque no sin bemoles. La coronación de un triunvirato fue un avance para reunir a las distintas corrientes, pero resulta evidente que el trío integrado por Héctor Daer, Juan Carlos Schmid y Carlos Acuña no sintetiza el entramado gremial. Pesan a su modo Hugo Moyano, Luis Barrionuevo y varios jefes de sindicatos fuertes, todos con vínculos, siempre actualizados, con el poder político. El cruce de caminos entre sindicalistas y gobernadores peronistas tuvo su prueba más evidente en la discusión y las negociaciones por la reforma del impuesto a las Ganancias, a fin del años pasado. Y ahora, el mayor interrogante a corto plazo lo constituye la pulseada por las paritarias estatales, señal de arranque de año para una disputa más amplia que va tensando la cuerda política.

En ese cuadro más complejo, los jefes provinciales miran con recelo el andar del peronismo bonaerense. En un sentido, disfrutan de esta etapa en la que sus decisiones no son condicionadas por el rumbo que impone el principal aparato peronista. En rigor, apuestan a evitar que la competencia electoral sea contaminada y peor todavía dominada por el modo en que se resuelva la batalla en la Provincia. Prefieren, en todo caso, que la carrera electoral tenga lectura nacional pero en función de lo que cada uno logre en su distrito y no como apéndice del modo en que termine definiéndose la competencia bonaerense.

Ocurre, en primer lugar, que las señales que está dando el peronismo de Buenos Aires giran en torno de un formato de unidad que, al margen del discurso, pocos comparten. La conducción formal del PJ está trabajando en la idea de una cumbre para antes de fin de este mes, posiblemente en la Costa, que buscaría presentar como virtual inicio del año de campaña. La postal previa fue una cita que congregó a buena parte de quienes se mantienen dentro de los límites orgánicos. Allí estuvieron integrantes de la mesa provincial, con Fernando Espinoza a la cabeza; representantes de los principales grupos de intendentes y dirigentes de poder real o referencia más bien limitada, desde el Movimiento Evita hasta La Cámpora y allegados a Daniel Scioli.

El punto, claro, es que ese ejercicio no define candidaturas y, hasta el momento, tampoco garantiza compromisos compartidos para dirimir las listas en las primarias y evitar fracturas. El interrogante central es qué hará Cristina Fernández de Kirchner. La ex presidenta, y sus operadores, juegan por ahora al misterio, aunque hay quienes creen que no se trata sólo de una estrategia sino además de una señal cierta de indecisión. Y cada versión merece interpretaciones variadas.

Valen un ejemplo. Algunas fuentes K especulan con que podría no competir como candidata a senadora sino como cabeza de lista de diputados para asegurar mayor presencia en esa Cámara y un lugar propio y visible como líder del bloque. Otros, con malicia, creen que sería un síntoma de debilidad y precaución: para ser senadora, necesitaría ganar o salir segunda; en cambio, tendría asegurada una banca en Diputados aún en una mala elección. Pero la cuestión, en cualquier caso, es que su participación en esta disputa difícilmente garantizaría la unidad del PJ y seguramente nacionalizaría la competencia, aunque partiendo de la realidad local: contrafigura natural, tal vez no única, sería Vidal.

La gobernadora deberá cargarse buena parte de la campaña de Cambiemos, más allá del modo en que finalmente sean integradas las listas. La razón es sencilla: su imagen es la más potente del oficialismo para esta batalla. Por supuesto, la erosión de la gestión diaria es un desafío abierto y, precisamente, sobre aspectos específicos de esa gestión preferirían apuntar algunos dirigentes del PJ, antes que encarar una pelea frontal contra Vidal. Pero ocurre que la candidatura de la ex presidenta no dejaría margen para ese ensayo y, al mismo tiempo, complicaría la posibilidad de trabajar sobre el voto peronista-no kirchnerista y sobre la amplia franja independiente del electorado. En otras palabras, es razonable proyectar que sectarizaría la campaña y podría convertirla en un juego de pura contraposición de figuras con la gobernadora.

Por supuesto, lejos de esa dinámica busca mostrarse Sergio Massa. El líder del Frente Renovador cuida su alianza con Margarita Stolbizer, apunta a afirmar su imagen nacional -agendó visitas a las dos provincias que eligen gobernador este año, Santiago del Estero y Corrientes- y sigue con recorridas por distritos de la Provincia. En todo caso, buscará entendimientos restringidos a jefes locales, pero no acercamientos formales o evidentes con la estructura del PJ provincial. Esa es una interna que todos siguen con atención, pero evitando salpicaduras.

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