Los problemas de la pesca no se terminan con la devaluación

Los problemas de la pesca no se terminan con la devaluación

Esta semana hubo 30 despedidos y más de 100 están en riesgo. Frigoríficos piden cambiar un modelo con alto nivel de ausentismo y juicios laborales. La eficiencia tramposa, solo es de los congeladores.

 

La ola de despidos que corrió por el barrio puerto la última semana y dejó mojados y en la calle a más de treinta trabajadores, en blanco y en negro, puso en claro que la industria pesquera marplatense no resuelve sus problemas con el sinceramiento del tipo de cambio ni la reducción de los derechos de exportación. O no, al menos, para una parte importante de la cadena productiva.

Las primeras señales fueron la parsimonia con que comenzó el año en el puerto. Con muchos barcos amarrados a muelle. Luego el humo negro de las protestas de los marineros del Simape para que el armador Luis Caputo reactive sus 7 buques pesqueros, y hace unos días los telegramas de despidos y las puertas cerradas.

El frigorífico Centauro despidió 5 obreros bajo convenio 161/75 y Matteradesvinculó a dos trabajadores del Anexo PyME. En ambos casos las empresas liquidaron el 100% de la indemnización. Y avisaron que la lista podía extenderse.

Altos niveles de ausentismo, superior al 30%, se esconden en la decisión de las empresas de reducir personal. Centauro tiene más de 300 obreros registrados bajo el convenio del 75. Con esos niveles de inasistencia les resulta imposible competir con la informalidad del que solo paga al finalizar el trabajo.

Ese precisamente fue uno de los puntos tocados en la reunión del intendente Arroyo con los referentes de las cámaras empresarias de la pesca. Que la Municipalidad mejore los controles de las plantas clandestinas de modo de terminar con esa competencia desleal. A bordo de vehículos de lujo, algunos de los inspectores “voraces” ya ni disimulan el buen pasar que les genera pasar la gorra todas las semanas.

Distinto es el caso de la planta “7 Mares” donde 23 personas reclaman la presencia de Juan Ignacio Boccuti, el capanga que los organizaba en el predio de Guanahani casi Bermejo. Boccuti desapareció el 22 de diciembre pasado, en medio del reclamo del Soip por la ayuda adicional de Fin de Año. “Ahora vengo y les traigo la plata”, les dijo a un grupo que esperaba en la calle. Y no lo volvieron a ver.

El gremio deberá revisar su política de ayuda a los obreros en negro. Lo mismo pasó en “Marea Exportaciones” en las fiestas del 2013. Ante la imposibilidad de afrontar el pago del monto exigido, Marcelo Riffeldesapareció voluntariamente de los lugares que solía frecuentar. Hoy la planta funciona bajo la autogestión de los que resistieron.

“7 Mares” procesaba pescado para la conservera Natusur y los frigoríficosInal y Gaveteco. Dirigentes del Soip ahora golpean sus puertas para que sumen a la vaquita de las indemnizaciones como responsables solidarios. La Municipalidad puede mejorar controles pero son las propias empresas quienes alimentan con pescado las cuevas clandestinas.

El año pasado el empresario José María Poletti había dicho que se fundía trabajando en un contexto de alta inflación, retraso cambiario y retenciones. Parece que está cerca de lograrlo. Sin barcos propios compra pescado en muelle para procesarlo en su frigorífico de Bermejo y Ortíz de Zárate y exportarlo desde “Pequimar SA”, con más de 100 obreros registrados bajo convenio PyME.

Pese a que trabajan dos turnos, a Poletti le sobra pescado y lo manda a procesar a “El Tigre”. Así se llama la planta ubicada en Guanahani, frente a las ruinas del Centro de Salud Nº2. Hace una semana el empresario avisó que daba de baja el turno tarde, donde asiste una veintena de fileteros.

La empresa tiene un crédito pendiente del Banco Provincia por 15 millones de pesos que le permitiría recuperar oxígeno. Pero ha coleccionado cheques rechazados y acrecentó la deuda de aportes sociales y previsionales. Con esas manchas el crédito no se acredita. Son tan negras como las nubes en el horizonte de los trabajadores.

Como pasa casi siempre, no hay un solo motivo ni causa para entender la decisión de las empresas para no sacar los barcos y afectar el trabajo en alta mar y las plantas procesadoras de tierra, o directamente empujar obreros a la calle. “Cómo, si aguantaron tantos años operando viento en contra, se caen con viento a favor”, se preguntan los sindicalistas que se reunieron con el Subsecretario de Pesca para encontrar la manera de obligarlos a salir a pescar.

La falta de cupo de merluza de algunos armadores hace, en este tiempo de mayores controles, que se muevan con más cautela. Si solo se pescará lo permitido, será necesario reestructurar los eslabones productivos. Hoy en muchas empresas sacan cuentas y entienden que les sobra gente. Ya muchos armadores que antes procesaban su propio pescado lo venden en muelle. Nadie quiere asumir nuevos compromisos con más personal.

Aseguran que no les alcanza con las correcciones económicas. “Hay un sistema perverso de ausentismo, enfermedades, accidentes de trabajo, piquetes, amenazas y juicios laborales, que no resiste más”, dice un industrial para contra resta lo del viento de cola. “Fue un alivio, nada más”, acota.

Desde la Cámara de Frigoríficos Exportadores, cuyas empresas emplean mayormente obreros en cooperativas, piden también un cambio de sistema. Proponen una gran bolsa de trabajo eventual, controlada por el Soip, para atender los picos de demanda que tiene el sector.

La idea genera el rechazo del sindicato que busca avanzar con la registración. “Los registras y comienzan a enfermarse”, lamenta otro patrón con 80 fileteros, a quien después de un fin de semana largo, le cantaron presente en la mesa de corte menos de 50.

La ineficiencia y sobre costos que abonan en tierra desparece en los buques factoría. Los congeladores pueden darse el lujo de estirar hasta lo imposible el cupo de merluza y no sufrir el ausentismo porque procesan pescado con máquinas automáticas. Y obligan a los marineros a renunciar cada vez que llegan a puerto para pagarles solo cuando navegan. Combo completo.

Si la industria pesquera se ha caracterizado en gozar cíclicamente de nuevas oportunidades para crecer y desarrollarse, creo que asistimos a una nueva chance de saltar viejos obstáculos que, o fueron disimulados por una extraordinaria bonanza o tapados por profundas crisis.

Todos coinciden que se debe priorizar el trabajo en tierra y adosarle valor agregado a la materia prima que aportan los buques fresqueros. Pero llegó la hora de encastrar ese deseo mayoritario a los problemas tangibles de la actividad. Es la única manera de hacerlo equilibrado, posible y sustentable.

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