La primera batalla de Vidal con la política real

La primera batalla de Vidal con la política real

Claves para entender por qué fracasaron todos en el estreno de sus flamantes roles: los nuevos oficialistas y los nuevos opositores. El desafío de la gobernadora: encontrar la salida del laberinto.

La discusión por el Presupuesto 2016 y la habilitación para que la gobernadora María Eugenia Vidal pueda tomar deuda por 94 mil millones de pesos más un endeudamiento en dólares equivalente a unos 20 mil millones de pesos fracasó. Ahora, vidalistas, massistas y kirchneristas deberán encontrar los mecanismos para destrabar esta situación y construir los siempre proclamados y nunca logrados consensos, en una provincia que sale de 28 años de gobiernos peronistas a un escenario complejo: en la Legislatura, nadie tiene supremacía por sobre el resto.

Claves para entender el conflicto

Vidal llegó a la gobernación con una representación parlamentaria escasa: apenas 28 diputados y 16 senadores. Esta debilidad estructural –réplica de la que sufrirá Mauricio Macri en el Congreso de la Nación- radica en que en 2013 el PRO no presentó lista de legisladores. En aquellas elecciones de medio término, el macrismo fue en alianza con Sergio Massa, que le dio solo un lugar en esa nómina: el del diputado que reporta a Daniel Angelici, Orlando Yans.

La gobernadora buscó, entonces, un acuerdo parlamentario con el líder del Frente Renovador, a quien le entregó la presidencia de la Cámara de Diputados. Con esa jugada, creyó que estaba garantizándose una mayoría propia en la que los legisladores massistas pasaban a ser suyos. La cuenta le daba un bloque de 48 miembros, uno más que la mitad más uno. Si a eso le sumaba el acuerdo con el GEN de Margarita Stolbizer, llegaba a 52, diez por debajo de los 62 necesarios para sacar leyes especiales como el endeudamiento.

Bajo el argumento de una provincia en crisis extrema, la gobernadora mandó a la Legislatura uno proyecto de ley de Presupuesto -que se aprueba con mayoría simple- acompañado por un endeudamiento -que se aprueba con 2/3 del cuerpo, para lo que necesita los votos del FpV-; o al menos 11 de ellos.  El monto de esa deuda que pretende tomar la gobernadora es extraordinario: la provincia jamás había solicitado un endeudamiento mayor a 20 mil millones de pesos y Vidal pidió por encima de los 100 mil millones.

La negociación de la alianza parlamentaria Cambiemos + Frente Renovador se llevó adelante con el presidente del bloque kirchnerista, José Ottavis. Desde el ingreso del proyecto, el camporista les dio “garantías” de que las leyes saldrían, cuanto mucho, con algunas modificaciones.

Lo que queda claro es que el acuerdo de gobernabilidad que realizaron Massa y Vidal es insuficiente, que la vocación por desconocer a los 36 legisladores que constituyen al FpV en primera minoría fracasó y que la interlocución de Ottavis deja de ser válida.

El PRO buscaba replicar la experiencia porteña. En la Ciudad, el macrismo había encontrado un acuerdo ampliamente favorable. La Cámpora “cacareaba” afuera y acordaba adentro. Pero la primera gran batalla librada en la provincia muestra que las reglas del juego cambiaron, y que la tensión no saldada de la interna peronista de las primarias –la pulseada Dominguez-Espinoza vs Fernandez-Sabbattella- no cedió. Aquellos que jugaron en la fórmula perdedora de la interna hoy no sólo tienen un sub bloque sólido capitaneado por el ex secretario privado de Néstor Kirchner, Walter Abarca, sino que también ostentan una ligazón con los intendentes a través del vínculo con el ex intendente de La Matanza. El correlato es el bloque justicialista conducido por Barrera en el Senado bonaerense.

En la batalla por el endeudamiento no se discute la obstaculización o la desestabilización del recién nacido gobierno de Vidal, como han planteado algunos voceros de la gobernadora. La discusión es más profunda, porque, como dijo un avezado negociador peronista, “ellos no saben ser oficialismo y nosotros no sabemos ser opositores”.

Vidal ya tiene el Presupuesto, porque la alianza parlamentaria con el massismo le da los votos para aprobarlo.

El desafío para la gobernadora es alcanzar los dos tercios que la autoricen a tomar la deuda que exige. O la que le sea posible conseguir en una cámara constituida por 92 legisladores que aparece prácticamente fragmentada en tres.

El interrogante es si Vidal tendrá la pericia política para construir esos consensos. La mandataria sabe –o debería saber- que está pidiendo algo extraordinario, nunca antes visto. Sabe –o debería saber- que entonces no alcanza con una carta de buenas intenciones o una declamación de la crisis que deja el gobierno anterior. Sabe –o debería saber- que el gobierno debe fundamentar y detallar la futura asignación de ese endeudamiento y la planificación de su ejecución y administración, ya que compromete el futuro de la provincia de Buenos Aires más allá de su mandato.

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