Presunto guiño de Rozas a Capitanich, molesto por el acuerdo de Ayala-Peche

Presunto guiño de Rozas a Capitanich, molesto por el acuerdo de Ayala-Peche

Mientras una parte del radicalismo se muestra integrado y traza alianzas incluso con otras fuerzas, el consentimiento rocista favoreció acuerdos con el Frente para la Victoria en una serie de municipios de segunda y tercera categoría.

En materia de disputas internas nunca se sabe hasta dónde llegarán las heridas. Y lo que hoy parece un acuerdo integrador con gestos de generosidad dignos de elogio, son solamente la cara pública de un mundo donde siempre se cuecen habas como las que habría horneado tiempo atrás un sector del radicalismo que, con el consentimiento de Angel Rozas, favoreció el apoyo del que hoy goza el Frente para la Victoria en los municipios de segunda y tercera categoría.

A esta altura de los acontecimientos políticos, con las candidaturas ya definidas y acuerdos sólidos entre sectores radicales que antes aparecían como agua y aceite, sorprende el silencio de Rozas en función de un desenlace que en teoría debería conformarlo como líder de Convergencia. Sus figuras más destacadas como pueden ser Livio Gutiérrez y Carim Peche fueron considerados por la candidata a gobernadora Aída Ayala, en el marco de una concertación en apariencias ideal.

Pero no todo lo que brilla es oro. El rumor político más fresco -y tabú- de la siempre cambiante interna radical sostiene que Rozas habría permitido o incluso fomentado que algunos distritos menos visibles de la provincia inclinarán la balanza a favor del Frente para la Victoria mediante apoyos que hoy tienden a fortalecer la posición del justicialismo para las próximas elecciones. Se habla incluso de un acuerdo tácito entre el ex gobernador y Jorge Capitanich, como un sutil desquite por pactos de último momento que dejaron de lado la estrategia que planteaba el rocismo.

¿Cuáles eran los objetivos de Rozas? Al parecer pensaba que su amigo Carim Peche tensaría la cuerda lo suficiente como para debilitar el armado político de Aída Ayala en Sáenz Peña, donde el actual presidente de la bancada radical de Diputados mantiene profundas diferencias con la familia Cipolini.

Sin embargo, Peche aceptó la diestra de sus rivales internos, que se llevan el premio mayor de la doble candidatura (el hijo del intendente, Bruno, es el vice de Aída desde antes que los popes de Convergencia comenzaran a negociar con la jefa comunal capitalina) sin demasiados esfuerzos, en nombre de un entendimiento que permitió un cierre de listas con la armonía que los detractores del ayalismo suelen desdeñar.

Angel Rozas sigue integrando ese grupo de críticos de Ayala, a quien critican por ser poco disciplinada ante los órganos partidarios, con un perfil de autosuficiencia que el modelo caudillista de la conducción radical nunca digirió.

Al parecer, el exgobernador estaba convencido de que Peche mantendría esa misma posición y salió a respaldarlo con una dura tunda a los Cipolini, a quienes acusó de «querer quedarse con todo». Sin embargo, para su sorpresa, a las pocas horas se cristalizó el acuerdo por el cual el diputado saenzpeñense terminó priorizando el triunfo radical en las elecciones gubernativas, con lo cual aceptó condiciones que el líder de Convergencia nunca hubiera tolerado.

Los dimes y diretes riegan la interna radical con toda clase de versiones que, difíciles de comprobar, apuntan sin embargo a una reacción lógica de Rozas frente a la aceptación de su histórico socio estratégico: su enojo con el jefe de la bancada legislativa, quien -para colmo- hasta podría considerar en el futuro disputarle la conducción de Convergencia al patriarca de General Pinedo.

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