Preocupa la cadena de brutales asesinatos en Villa Gesell

Preocupa la cadena de brutales asesinatos en Villa Gesell
El caso de la artesana que fue apuñalada se suma a otros cuatro homicidos en lo que va del año.
Primero fue Luis Ramírez, un remisero de 66 años encontrado debajo de la ducha de su casa, bañado en su propia sangre y descocido a puñaladas. Tres días después, el platense Emanuel Cisterna, recientemente egresado de la escuela de oficiales Juan Vucetich, debió que ser reconocido por sus huellas digitales, ya que le habían desfigurado la cara a tiros en el histórico asentamiento de 115 y 15. Y Pablo Cantero escapó veinte cuadras en moto antes de ser ultimado por un balazo en el marco de una pelea de bandas, la misma semana en la que una mujer quedó encerrada en su casa mientras su hijo la mataba a golpes.

El reciente crimen de Cynthia Filippone, tan despiadado como los anteriores, no hizo más que subrayar una triste tendencia instalada en Villa Gesell desde comienzos de año, cuando se inició una seguidilla de brutales homicidios que acaba de llegar a la media decena. El promedio (uno por mes) alcanza una cifra impensada tiempo atrás en una localidad balnearia de 40 mil habitantes con moderada actividad social y comercial por fuera de la temporada alta de verano.

Pero no solo preocupa esta clase de delitos, sino también la avalancha de robos que se viven con temor desde hace algunos años, cuando la calma invernal de esta ciudad aún dominada por los altos pinos que hace 80 años plantó su fundador Carlos Gesell entre medio de los médanos comenzó a verse alterada por hechos que, además, suelen estar acompañados de modos violentos. No hace falta remontarse mucho atrás en el tiempo: en la noche del lunes fue acuchillado Sergio Molina, un hombre de 43 que debió ser intervenido de urgencia en el hospital municipal.

En lo que va del año, el otrora paraíso burgués de la juventud, los hippies y la vida informal no logró llamar tanto la atención por sus atractivos turísticos como por sus noticias policiales. El más resonante fue la captura de José Alberto Ginepro, miembro de una familia geselina dedicada históricamente al delito y que, hasta ese entonces, siempre había gozado de una sospechosa y sugestiva impunidad para obrar a sus anchas en una ciudad que dominaban sin dificultades.

Pero la ferocidad con la que fue cruelmente asesinada Cynthia Filippone pareció haber marcado un límite respecto de lo que la comunidad estaba dispuesta a tolerar. Por eso, se está organizando una marcha para el próximo sábado a las 15 desde la Plaza Carlos Idaho Gesell de 3 y 111, a solo tres cuadras de la casa en la que Filippone fue acuchillada mientras colgaba la ropa en un tendedero. Aunque este tipo de iniciativas nunca contó con gran apoyo popular en la ciudad, la convocatoria tomó gran difusión en la calle y en las redes sociales. El recorrido será de siete cuadras, desde el punto de encuentro hasta la Plaza Primera Junta, lugar central de la ciudad.

“Cynthia fue víctima de un nuevo caso de inseguridad y proponemos una marcha pacífica, sin banderías políticas ni rencores, para que dejemos de naturalizar estos hechos”, opina Luis Filippone, hermano de la artesana de 40 años, quien le pone voz a la familia de la víctima tras ocho días de silencio público motorizando esta movilización que bien puede leerse como un mensaje hacia los investigadores y a la clase política geselina, la cual hasta el momento no manifestó gran interés en el triste acontecimiento.

Después de siete años de un gobierno polémico y discutido, Jorge Rodríguez Erneta abandonó la Intendencia para sumarse al equipo del Ministro del Interior Florencio Randazzo, de cara a las elecciones presidenciales del año próximo. Gustavo Barrera, su reemplazante, tendió líneas de diálogo con la oposición y trató de mostrarse reactivo frente a los reclamos por la inseguridad, pero este nuevo asesinato minó las intenciones cosméticas de esta nueva gestión. Curiosamente, a las pocas horas de confirmada la marcha, una multitudinaria dotación policial llevó adelante un megaoperativo que incluyó ocho allanamientos simultáneos, ninguno de ellos vinculados en apariencia con el caso Filippone y casi todos en Mar Azul, al sur del Partido de Villa Gesell, donde se vienen sucedieron una cantidad alarmante de delitos. También desmantelaron un desarmadero ubicado en una zona relativamente céntrica, en el que encontraron varios vehículos con pedido de secuestro.

Según la familia de Cynthia, el crimen fue el trágico desenlace de un intento de robo, hipótesis que el Fiscal y sus colaboradores habían descartado de pleno durante los primeros días, pero a la que tuvieron que retornar cuando las sospechas sobre el círculo íntimo de la artesana y el drama pasional como móvil no habían incubado los suficientes argumentos. “Nosotros creemos que fue un caso de inseguridad más, aunque no sabemos cómo sucedió ni cuál fue el motivo. Mi hermana no andaba en nada raro ni tenía deudas, pero prefiero no hablar mucho sobre esto porque no quiero entorpecer la causa”, dice Luis Filippone, abriendo un halo de misterio.

A fines de la semana pasada fueron capturados Sergio Daniel Muñoz y Diego Daniel Caro en dos circunstancias diferentes, aunque la investigación pretende establecer puntos comunes entre ambos para determinar si ambos tuvieron que ver con el homicidio. Fueron allanados varios domicilios relacionados con los aprehendidos y aún se aguarda el resultado de varios exámenes genéticos realizados sobre evidencias tomadas en la escena del crimen. Algo los identifica: tanto Muñoz como Caro se negaron a declarar. El Fiscal tiene 30 días para encontrar elementos que permitan imputar a los detenidos. El tiempo comenzó a correr y la paciencia recorre el camino hacia su fin.

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