Rubén Bailone (46) es dueño del establecimiento La Chiquita, un pequeño tambo de Villa María que tiene 35 vacas y produce 700 litros diarios de leche. Está preocupado, porque el viernes a la siesta una vaca parió y quedó postrada. Son las 10 de la mañana del sábado, pasaron diecisiete horas y el animal sigue sin poder levantarse: “Si no se para hasta el mediodía, no se levanta más y un animal de éstos cuesta $ 5.000”, se queja. Bailone es la tercera generación de tamberos, “siempre con campo alquilado; ni casa tengo. Si vendiese todos los animales, no me puedo comprar una casa”, dice amargado. La industria le paga actualmente a Bailone $ 1,50 por litro de leche; “pero los grandes, que producen más de 20 mil litros diarios cobran un 30% más que yo”. Hace un año que está clavado el precio que le pagan “pero ahora pago casi $ 7 de gasoil y el año pasado pagaba $ 3,40. Los pellets para alimento cuestan un peso por kilo y cada vaca consume ocho kilos diarios, saque la cuenta”. Junto a su padre Miguel (75), comenzó a trabajar en el tambo a los 13 años; y sus hijos Imanol y Aaron (15) ahora lo ayudan a él. “Con mi papá empezamos con un motor Perkins. Primero alquilamos un campo, después otro; pero ahora pese a que nosotros hacemos leche, nos alquilan a precio soja”.

Gustavo Molina, Agencia Córdoba,