La postal que ya no asombra a nadie: vivir entre los pozos petroleros en Neuquén

La postal que ya no asombra a nadie: vivir entre los pozos petroleros en Neuquén

En los ejidos de Neuquén y Plottier son casi 200 los pozos que conviven con casas de familia en zonas regularizadas e informales.

Los vecinos aseguran que no temen por su seguridad, pero reclaman mayor presencia del Estado. Hay otras zonas en la provincia.

En el sector Bajo Bardas Neuquén y Bajo Bardas Plottier está formado por una extensa porción de tierra, que acompaña en paralelo la traza de la Autovía Norte, que se destaca por los imponentes colores de arcillosos de la barda y la repetición de cigüeñas y cabezales de producción de gas y petróleo.

En ese paisaje se entremezclan casas nuevas y viejas; de material y otras más precarias, pero todas conviven con los caños y fierros petroleros. Ropa colgada, niños jugando y perros merodeando por los perímetros de las “islas”, que separan los pozos de los lotes, terminan de configurar la imagen de una postal que ya no sorprende a nadie.

De acuerdo con los datos relevados por la subsecretaría de Ambiente, dentro del ejido de Neuquén y Plottier hay casi 200 pozos, de los cuales 151 se encuentran activos. A la localidad capitalina le corresponden 88, que pertenecen al área de concesión Centenario, operada por Pluspetrol. En el lado de Plottier se superponen los yacimientos Centenario y Aguada del Cajón (Capex), ambos suman 98 pozos. También se dan casos de urbanización fuera de los ejidos municipales, como ocurre en los desarrollos inmobiliarios La Península y en Bahía Verde, en el lago Mari Menuco.

Los carteles que advierten el peligro pasan desapercibidos, así como los mismos pozos, pues son la condición que presentan esas tierras, necesarias para muchos que pretenden conformar un hogar en Neuquén y Plottier. Además, la gran mayoría de ellos ya estaban instalados cuando la gente comenzó a ubicarse a su alrededor, producto de la demanda habitacional en la región.

“Peligro hay en todos lados”, sostuvo una de las vecinas de Bardas Soleadas, ex barrio Alzogaray, de Plottier. La mujer tiene frente a su casa un pozo en producción que tiene como única medida de seguridad un alambrado. El alambre entretejido sólo cubre el contorno, pero deja despejado el cielo el árbol de producción.

Los niños del barrio juegan a la pelota a su alrededor y en ocasiones, termina dentro del perímetro cercado. Algunos vecinos cuentan que los más traviesos se trepan por el alambrado. Puede sonar alarmante, pero para quienes viven en Bardas Soleadas resulta algo cotidiano. Forma parte de su vida y, aseguran, molesta mucho menos que la basura.

Yenifer, su marido y sus cuatro hijos conviven con el pozo hace cuatro años. La joven contó que ya se acostumbró y que no considera que haya peligro. Lo que sí la incómoda son los residuos que arrojan en el terreno, porque contribuye a que ingresen ratas a su casa. (...)

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