Políticos para “aguantar los trapos” de Macri

Políticos para “aguantar los trapos” de Macri

El Presidente recurre a Carrió, Pichetto y Negri para revitalizar a los suyos. Peña y Dujovne en el ojo de la tormenta.

 

La frase no tiene autor conocido pero la suele reivindicar Juan Manuel Urtubey. “Cuándo está todo bien los que brillan son los técnicos, pero cuándo se pudre todo nos llaman a los políticos. Somos feos, sucios y malos pero imprescindibles cuando las papas queman”, dice con tono salteño el gobernador que ahora es candidato a vicepresidente de Roberto Lavagna. Y la habría repetido el jueves si hubiera estado en la reunión del gabinete ampliado de Mauricio Macri en el Centro Cultural Kirchner que los macristas siguen llamando CCK. Las estrellas del encuentro fueron Elisa Carrió y Miguel Ángel Pichetto.

“Yo voy a decir lo que quiera. Voy a hablar desde el corazón. Dios nos saca la soberbia para que podamos gobernar la República por 100 años. No nos van a sacar de Olivos los que lo quieren mover al Presidente; nos van a sacar muertos”, sobreactuó la mujer que es fundadora de Cambiemos. Lilita es temida en el Gobierno porque nunca se guarda nada. Miró en ciento ochenta grados a los más de mil funcionarios y les dijo cosas que no querían escuchar.

“Hay que cuidar los votos; hay amigos nuestros que están esquiando. El verano europeo es divino pero se está jugando la Argentina. Vi a muy pocos legisladores, funcionarios y ministros apoyando a nuestros candidatos. No se borren; los que se borran son cobardes. Este es el momento de la victoria”. La euforia y los aplausos dedicados a Carrió les permitió a muchos ocultar la inquietud que les recorría el cuerpo. Lilita viene amenazando con denunciar un fraude en las PASO del domingo que no tiene demasiadas bases de sustentación todavía. Pero lo que sí es cierto es que a Cambiemos le faltó fiscalización en muchas mesas del segundo cordón del conurbano bonaerense. Allí reinan los barones peronistas y, esta vez, la diferencia fue abrumadora.

 

Hubo algunas mesas del Gran Buenos Aires en las que Macri logró arrimarse al centenar de puntos y, sorpresivamente, María Eugenia Vidal, apareció sin un solo sufragio. Los viejos punteros radicales del siglo pasado tenían un axioma cuando la lista enemiga no tenía su fiscal en la mesa. Se le ponía cero votos. Ni uno, ni dos, ni tres. “Me obliga a volcar la urna porque, si no, el adversario no nos respeta”, decían. Una lección de tahúres que olvidó el oficialismo.

El otro speaker que conmovió al auditorio fue Pichetto, uno de los últimos discípulos de Maquiavelo que quedan en la política argentina. El senador peronista ya venía protestando contra algunos dirigentes cambiemitas porque no les notaba el ardor necesario para afrontar una batalla como ésta. Después de la derrota tremenda en las PASO, aprovechó también el gabinete ampliado para azuzar a los más deprimidos. “No va más la autoflagelación; la lucha es por el poder y no hay que dudar un minuto para ir a luchar y que haya ballotage”, señaló, marcando el camino de las próximas diez semanas.

Pichetto es el impulsor de la suba en el piso del Impuesto a las Ganancias. Le pidió a Macri que lo implementaran antes de las PASO para aliviar el bolsillo de los sectores medios. Pero no logró convencerlo. La negativa de hierro a vulnerar la ecuación fiscal comprometida con el FMI del ministro de Economía, Nicolás Dujovne, siempre fue un obstáculo insalvable. Sólo los millones de votos que el domingo convirtieron a Alberto Fernández en el más serio aspirante a la presidencia vencieron los argumentos de los funcionarios técnicos. Las medidas para incentivar el consumo se sumaron en avalancha con un costo de más de 50 mil millones de pesos. La derrota electoral y la necesidad de revertirla barrieron con todo atisbo de aquella prudencia fiscal que el Gobierno exhibía como un tesoro innegociable.

Por eso, a nadie le extrañó que las versiones sobre cambios en el gabinete arreciaran en la tarde del jueves como lo anticipó Pablo De León en Clarín. Que Dujovne se iba. Que lo reemplazaba Rogelio Frigerio en Economía. O que podía llegar Hernán Lacunza, el ministro de Economía de María Eugenia Vidal en la provincia. Que el radical Mario Negri podía quedar en el ministerio del Interior y la posibilidad a la que Macri siempre se negó. Que se fuera Marcos Peña de la Jefatura de Gabinete para ubicar allí a Pichetto. Hasta anoche, todos los implicados en las versiones se dedicaron a negar los cambios pero el ánimo que transmitían algunos funcionarios daba a entender que el fin de semana no va a terminar sin modificaciones.

“Con lo que pasó el domingo Marcos y Nico están liquidados”, reflexionaba uno de sus colegas en la noche del jueves. Ninguno de los dos fue vocero de las medidas económicas y el Jefe de Gabinete esta vez fue excluido entre los oradores en la algarada del CCK. Allí volvió a defenderlo Elisa Carrió, tal como lo viene haciendo desde el comienzo de la gestión de Macri. Peña estuvo a punto de irse el 8 de septiembre de 2018, cuando Vidal y Rodríguez Larreta pidieron su alejamiento y el ingreso de tres ministros radicales para oxigenar un gobierno que comenzaba a dilapidar su popularidad bajo el peso del dólar y de la inflación. Aquella vez, el joven al que el Presidente llamó “mis ojos” salvó el pellejo. Desde las PASO, hay una fila cada vez más larga pidiendo por la cabeza de Peña.

Es que, además de Jefe de Gabinete, Peña fue el jefe del equipo de campaña electoral más exitoso de los últimos años. El laboratorio de encuestas, focus groups y estrategias digitales que montó con el ecuatoriano Jaime Durán Barba le había servido a Macri para ganarle ocho elecciones seguidas al peronismo. “Yo hago lo que dice Marcos”, decía el Presidente cuando se aproximaban las elecciones. “Somos imbatibles en los años impares cuando hay comicios”, solía confiar Vidal. En la madrugada del lunes, cuando la andanada de votos bonaerenses favorecía a Axel Kicillof y hundía a la gobernadora, María Eugenia gritaba sin consuelo: “Marcos me hizo nadar adentro de una pecera”. El laboratorio exitoso no logró prevenir la dimensión de la tragedia.

En estas semanas de a todo o nada, Macri ha decidido quemar las naves y apoyarse en los políticos con historia de batallas ganadas y perdidas. Carrió, Pichetto y Negri son los voceros del complicadísimo intento de revertir el resultado del 11 de agosto. Frigerio es el nexo con Alberto Fernández y en las conferencias de prensa se ha turnado para detallar las medidas con Dante Sica, Patricia Bullrich, Alejandro Finocchiaro y Carolina Stanley. Quita del IVA a los alimentos, mayor flexibilidad para los créditos UVA, congelamiento del precio de las naftas. Todas novedades económicas. Y ninguna anunciadas por Dujovne ni por Peña. Las últimas palabras públicas del Jefe de Gabinete se escucharon un rato antes de que se conociera el resultado de las PASO. “Estamos haciendo una muy buena elección”, ficcionalizó.

El Presidente tiene por delante un desafío mayúsculo. Estabilizar una economía golpeada por el dólar y por la incertidumbre. Y mantener en alto el optimismo de su tropa para dar una batalla con pronóstico oscuro el 27 de octubre. “Nosotros estamos aguantando los trapos”, dice uno de sus ministros, apelando al lenguaje de los barrabravas del fútbol. Macri llevaba muchas elecciones invicto y ahora acaba de chocar de frente con una derrota enorme. Eligió a los políticos tradicionales para estas semanas decisivas. Los que lo van a acompañar en el intento de la épica. O en el sendero de salida de un final que imaginó distinto.

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