La política hipócrita

La política hipócrita

Según el Diccionario de la Real Academia Española, la palabra hipocresía viene del griego hypokrisía, y se la describe como el “...Fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan...”. La política argentina está llena de ejemplos.

*Por Mario Baudry

El 27 de diciembre de 1994, el gobernador de Santa Cruz, por entonces Néstor Kirchner, acompañado de su esposa, Cristina Fernández de Kirchner, decía en su discurso de recepción al presidente Carlos Menem “…que era el presidente que más había ayudado a la Patagonia y a Santa Cruz en particular…”, aunque años más tarde lo negara. A Menem, por su parte, cuando se bajó del escenario, se lo escuchó decir: “…Este va a ser el primero que me va a traicionar…”. Algunos dicen que no se equivocó.

También se escuchó decir al ex gobernador Néstor Kirchner que “…la privatización de YPF era lo mejor que le podía pasar al país…”; aunque años después la estatizó cuando se peleó con los dueños españoles.

El PRO cuestionó muy duramente al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner por el uso en sus viajes al sur de los aviones presidenciales, pero el 13 de febrero de este año, Mauricio Macri utilizó el helicóptero presidencial para llevar hasta su domicilio particular al ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, y uno de sus hijos. 

Cuando el presidente Mauricio Macri aterrizó, el jueves 24 de marzo a las 13.25 horas, en el aeropuerto de Bariloche en el Tango 10 junto a su esposa, Juliana Awada, y su hija, Antonia, lo aguardaba un helicóptero. La aeronave no pertenecía a la flota oficial, sino al multimillonario británico Joe Lewis, propietario de la estancia Lago Escondido. Para el macrismo, esto 

estaba bien, pero se cansaron de criticar a Amado Boudou por el uso de un helicóptero privado en Necochea. Parecería que está bien que Macri lo haga y mal que lo haga Boudou.

El 13 de julio de 2013, Laura Alonso, titular hoy de la oficina Anticorrupción, decía vía Twitter: “...Buen día! El secreto no es la regla en democracia. El acuerdo con #Chevron‬ empieza mal: no es público. Corre frío por la espalda, ¿no?...”. El 11 de noviembre de 2015 decía: “...Tomemos dimensión de la importancia del fallo de la Corte sobre YPF-Chevron. Caen las caretas de la hipocresía K #El Fraude EsElRelato…”. Y una vez asumida el 10 de diciembre cambió de postura, y manifestó que parte del contrato debía seguir siendo confidencial. La Corte Suprema de Justicia ya no era tan importante.

En agosto de 2007, la diputada Lilita Carrió decía: “…A nosotros nos han ofrecido y nosotros hemos aceptado. Está claro que queremos una amplia coalición cívica que incluya a muchos sectores, pero que tenga una imposibilidad moral con Macri..”, cuando se refería a su alianza con Ricardo López Murphy. Pasó de decir “mi límite es Macri” a apoyar su candidatura.

Los pueblos sin memoria, normalmente, vuelven a repetir los errores del pasado; y Argentina no es la excepción: tenemos poca memoria.

Señala un dicho popular que la historia la escriben los que ganan, y que siempre hay otra historia; el gobierno está tratando de escribir su propia historia, pero a veces le resulta difícil tratar de tapar el cielo con las manos. A sus equipos de prensa ya no les alcanza con mostrar a su perro Balcarce sentado en el sillón presidencial.

La hipocresía es un mal que aqueja a muchos políticos; la falta de memoria y de coherencia, también. El sentir popular sigue perdiendo la esperanza; cuando ve que la realidad no es como se la contaron, millones de argentinos sufren por la pérdida de expectativas. La decepción vuelve a ser una palabra común en las charlas de café, mientras el pueblo argentino seguirá esperando un poco de coherencia, una palabra ausente en nuestra historia reciente. 

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