“No podés poner precio en sitios que son de estacionamiento público”

“No podés poner precio en sitios que son de estacionamiento público”

En verano la polémica por los trapitos crece y genera críticas, pero ¿qué hay de los que cuidan coches todo el año?. Gabriel trabaja desde 1998 en las calles de Mar del Plata y tiene una excelente relación con los vecinos.

Oriundo de la provincia de Río Negro, Gabriel llegó a Mar del Plata en busca de un mejor presente. Pasó por levantar cajas en el Mercado de Abasto, trabajó en el rubro metalúrgico y, ya con cuatro décadas a cuestas, terminó por vivir al día en las calles céntricas de “La Feliz”, durante la despedida del segundo gobierno menemista. Diecisiete años después, moviéndose de aquí para allá en los 100 metros que se extienden por calle La Rioja entre Bolívar y Colón, uno de los “trapitos” más antiguos de la costa atlántica se prestó a una charla con 0223 mientras los vecinos del lugar lo saludaban sin cesar.

“Al principio me daba vergüenza, pero luego me di cuenta de que no tenía que tener problemas si me comportaba respetuosamente”. Con actuales 61 años, Gabriel trabaja de “8 u 8,30 hasta las 19” y enseguida se preocupa por aclarar que durante la jornada laboral no consume nada de alcohol. “Después sí” ríe.

Aunque critica al estacionamiento medido y reconoce que la ordenanza que no permite estacionar en una de las manos de la calle le quitó “muchos clientes”, Gabriel presta otros servicios más allá de estar atento a los ladrones: “esto de cobrar para estacionar es un curro de la Municipalidad, pero tuve que empezar a comprar tarjetas, porque a la gente a veces se le complica conseguirlas y entonces les hago un favor a modo de servicio”. La única ganancia en la operatoria del trapito estará en la posible posterior propina.

“Eso del pago adelantado que hacen algunos colegas está mal, no podés poner precio a un estacionamiento que es libre” asegura. La vorágine del trabajo de temporada en el rubro no es un tema menor para Gabriel, preocupado principalmente “porque muchos se vienen hacer el verano y traen a la familia, a su mujer y sus pequeños, no sé porqué hacen eso. Yo estoy solo, separado, es otra cosa” cuenta.

Luego del incidente acontecido semanas atrás en Falucho y Tucumán, que terminó con un “trapito” herido de arma blanca y siete detenidos por la disputa de la zona, Gabriel afirma que incluso “hay personas que ponen a trabajar a otros y cobran un canon, pasan al final de la jornada a llevarse la recaudación”. “Soy de los que piensan que tiene que haber un cuida coche por cuadra, más de uno es para problemas” admite.

Consultado por su relación con el resto de los compañeros, Gabriel recuerda “haber tenido dos o tres cruces pesados” para cuidar la geografía del lugar y no duda en agradecer el respaldo que recibió de los residentes de la zona para mantenerse en su sitio. Mientras secaba con un pañuelo el sudor de su frente, se estrechó en un abrazo con un vecino que le deseó feliz año y le contestó a una secretaria de un consultorio odontológico lindero que partía rumbo a la realización de un trámite: “Gabriel, ya vuelvo”, “Vaya tranquila señorita” respondió.

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