Los pibes de Formosa protagonistas de la realidad: Un proyecto que inspira confianza

Los pibes de Formosa protagonistas de la realidad: Un proyecto que inspira confianza
Las lágrimas de Martín López y el abrazo en el que se fundió con su ayudante de campo Agustín Briscioli luego de que Fede Gómez sentenciara el categórico 3 a 0 de La Unión ante Obras Pocito, fue mucho más que el festejo por un triunfo. Fue el desahogo de una temporada marcada por una sola palabra… confianza.
Para entender el prólogo hace falta hacer memoria. No hace muchos años atrás, esta plaza, la de La Unión, supo contar con grandes nombres de peso propio a nivel internacional con los que se consiguió un subcampeonato de Liga y una Copa ACLAV. Logros interesantes desde lo deportivo, pero mucho más si se tiene en cuenta el objetivo final. Cuál? El de sembrar una semilla, crear un espejo e inspirar a los que venían de abajo.

El orgullo que significó ver en cancha en la noche del lunes a cinco pibes, que desde aquella época de grandes nombres, comenzaron a creer que podían fue inexplicable. Y por eso las lágrimas de Martín, y por eso el reconocimiento de Agustín hacia el entrenador, porque ese “es mérito tuyo”, no lo hace único responsable al entrenador, pero sí partícipe necesario de una realidad.

La confianza de la que se hablaba al principio tiene que ver con eso. Con apostar a un equipo sin nombres propios de peso, a un conjunto de voluntades que entendieran que no había que llamarse “fulano de tal” o “mengano del cual”. Había que creer en la idea de que, con base en mucho trabajo y sacrificio, y por sobre todas las cosas enfocando hacia un mismo objetivo se iba a lograr algo bueno.

Y apareció el grupo. Con Porporatto, como el más viejo y quizás de mayor chapa, aportando experiencia, y demostrándole al resto el camino, porque quien lo conoce, sabe que “Porpo” es un animal entrenando, que no esquiva el doble o triple turno y que está siempre dispuesto a dar un cachito más.

También está un tal Tibaldo, que entendió que ser formoseño no es haber nacido en esta tierra norte, que se es tan formoseño como cualquiera entregando todo desde el lugar que se ocupe, y eso el “toro” lo viene demostrando desde hace años.

En este grupo también hay otras caras nuevas. Armesto salió de la comodidad de Capital, dejó las luces de la Boca y se sumó a la cruzada. Aportó y aporta mucho, con humildad y sacrificio. Otro nuevo es Deppiaggi, quien llegó para calzarse la responsabilidad de ser el que piensa. Seba, a pesar de no ser el más viejo tiene varias ligas arriba y muchas metropolitanas encima, y está claro que todo lo que aprendió lo está volcando en “La U”.

El que recibe los pelotazos y anda revolcado por la cancha se llama Franco López. Un pibe. Vino por su talento y con muchas ganas de seguir aprendiendo, de hecho lo está haciendo y crece al mismo ritmo que el resto.

La lista de los “nuevitos” la completan Gustavo Vaca Alvares y Joaquín Layus. Otros dos cachorritos que ofrece el vóley doméstica. Ellos también vinieron a sumar experiencia y aportar trabajo. Entendieron que para que el carro se mueva hay que tirar parejo.

Y por último están los formoseños y no porque estén últimos, sino porque merecen un párrafo aparte.

Los memoriosos y seguidores del vóley recordarán que hubo un tal Jorge Bellendier, que al margen de dirigir el equipo formoseño, se tomó la molestia de ver talentos. La posta del “viejo cascarrabias” la tomó Martín, paradójicamente, discípulo del coach.

En aquella búsqueda aparecieron apellidos como Mora, Palacios, Gómez, Vega y un poco más adelante, Niz, Rivero, Fernández y otros… casi todos ellos cachorritos con ganas de aprender.

El camino para llegar no fue sencillo. De hecho hubo otros nombres que no llegaron, por falta de constancia o bien porque optaron por otros caminos.

Los que si llegaron son los nombrados. Algunos de ellos con un lugar determinante en la actual Unión, otros, como el caso de Mora, partícipe del equipo subcampeón con las mega stars de aquel entonces.

Es cierto que aun no se logró nada. Pero también es cierto que se consiguió mucho, y los pequeños frutos de un árbol que viste crecer siempre te generan algo especial. Por eso este artículo, porque después del lunes se generó algo más especial aún.

Muchos, quizás la gran mayoría, no daba dos pesos por el proyecto vóley de este año. Hubo quienes hablaron de que La Unión dejaba de existir, e incluso algunos hasta lo desearon. Pero un grupo, con López a la cabeza, entendieron que era momento de apostar al trabajo de hormiga que se venía haciendo.

Costó trabajo entender la idea. Costó mucho sacarse de la cabeza la nomina de grandes nombres que alguna vez se vistieron con los colores de la provincia. Costó mucho (y cuesta aún) generar ese vínculo con el espectador. Si llegó hasta aquí leyendo, créame que la palabra confianza del principio tiene mucho valor para este plantel, que como dijo Tibaldo “no nos den por muertos, porque tenemos mucho para dar” y los pibes lo están demostrando. Aun falta mucho, pero La Unión consiguió tener crédito abierto de cara a lo que se viene…

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