A pesar de la tristeza la gente salió a las calles

El antes, en la Plazoleta IV Siglos, cientos de salteños esperando por el partido final.Había gente de todas las edades. De todos los estractos sociales, porque el fútbol permite esa conjunción. Llegaban caminando o trepados en los vehículos, todos cubiertos con los colores de la celeste y blanca. Banderas, camisetas, gorras y cualquier otro trapo con esos colores, servían para acompañar el sentimiento. Que no era como en las victorias. Pero todos confluían en un mismo sentido: resaltar lo realizado por el equipo de Sabella.

Porque después de todo, no importó ese penal no cobrado, esos goles no convertidos, ese tanto  en contra tan sufrido en los minutos finales. Argentina logró luego de 24 años, pasar los odiosos Cuartos de Final en una Copa del Mundo y llegar a la definición, quebrar esa mala racha dejando todo en la cancha, llenando de orgullo los más de 40 millones de argentinos. La Selección logró unir a todo un país en un solo abrazo, en un solo festejo, en una sola ilusión, en una sola plegaria.

Eso es lo que se celebró. Esa unión, ese orgullo, esa esperanza que nos mantuvo al vilo hasta el último minuto. No se dio, se pudo, pero no se dió. Quedó la desazón momentánea, el sinsabor de la derrota, las lágrimas de impotencia, el grito atragantado en la sobremesa que se extendió hasta la noche. Pero se murió de pie. Se murió de pie y se festejó igual. Porque este Argentina fue nuestro héroe, nuestro campeón, nuestra alegría. “Aunque ganes o pierdas...”.

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