“Hay perspectivas posibles y optimistas”

“Hay perspectivas posibles y optimistas”
El funcionario adelantó que el ministerio está dispuesto a dialogar con los estudiantes que participaron de las tomas y explicar los alcances de la reforma. Aseguró que los cambios no son impuestos por la Nación sino por consenso.
“Hay perspectivas posibles y optimistas” de resolver el conflicto en la ciudad de Buenos Aires por la nueva secundaria, asegura a Página/12 el ministro de Educación, Alberto Sileoni. El funcionario explica que en el marco del Consejo Federal de Educación, un equipo técnico evalúa la ampliación en la cantidad de orientaciones para los bachilleratos, originalmente fijados en diez. Asegura que no se trata de un recorte o un ajuste, sino de “un ordenamiento” para evitar “la dispersión y fragmentación” de contenidos y “favorecer la movilidad” de los estudiantes de una jurisdicción a otra e incluso dentro de una misma jurisdicción sin necesidad de rendir equivalencias ni realizar trámites engorrosos. Sostiene que las reformas en la cantidad de orientaciones no fueron impuestas por la Nación, sino consensuadas entre todos los distritos, incluida la Ciudad. Pero aclara que el diseño de los programas –la cantidad de materias, como el polémico caso de Historia– depende de cada distrito.

–¿Va a convocar a los estudiantes que participaron de las tomas?

–Estamos dispuestos a dialogar. En nuestro Instituto Nacional de Educación Técnica estamos dialogando con jóvenes que representan a las escuelas técnicas. Estamos dispuestos ahora a hacerlo con los secundarios.

–¿Hay alguna fecha de convocatoria?

–Estamos viendo si estos jóvenes nos piden una entrevista. Estamos dispuestos a dialogar. Todavía no nos han solicitado. Pero este ministerio va a dialogar y a informar lo que está haciendo para ampliar las orientaciones.

–El reclamo principal de los estudiantes que participaron de las tomas es la reducción a diez orientaciones en las escuelas secundarias de la Ciudad. ¿Cómo explicar que no se trata de un ajuste?

–Este aspecto de la reforma tiene que ver con un ordenamiento que ha producido el Consejo Federal de Educación, en 2009, donde después de mucho trabajo se llegó a la conclusión de que diez orientaciones podían ordenar ese sinnúmero de orientaciones y titulaciones que había. Más de 300 en todo el país. En Entre Ríos, de 194 pasaron a seis. La ciudad de Buenos Aires tenía alrededor de 150. Con un matiz específico, casi podríamos hablar de títulos por escuela. Algunos hablan de riqueza, yo lo llamo fragmentación. Nosotros hemos hecho ese trabajo con los 25 ministros de Educación de todo el país.

–Desde el Gobierno de la Ciudad se dice, en cambio, que esta modificación es impuesta por el gobierno nacional.

–Algunos funcionarios de la Ciudad, no digo el ministro de Educación, dicen “esto lo hacemos porque lo manda Nación”. Nación no manda nada. Hay acuerdos federales. En 2009, cuando se dio este acuerdo, lo sacamos por unanimidad y el ministro de la Ciudad era Mariano Narodowski. No hay una Nación que manda, porque si no parece que el ministro se levanta un día y dice vamos con diez orientaciones o mandemos tales libros (a las escuelas). No es así.

–¿Por qué ordenar las orientaciones puede contribuir a la calidad educativa?

–Veníamos de un sistema educativo muy disperso, del EGB y polimodal fuimos a primario, secundario. La secundaria también era bastante fragmentada, no solo por las orientaciones sino porque había un sinnúmero de programas. Fuimos ordenando eso también, a ver si avanzamos a diez u once materias. La fragmentación del conocimiento, tener 16 o 17 materias no les sirve a los pibes.

–¿Cuál es el beneficio de reducir la cantidad de orientaciones?

–La riqueza que había en la Ciudad y en otras jurisdicciones, más allá del nombre que tenga el título, no se pierde sino que se ordena. Escuchamos con atención lo que nos dicen algunas comunidades de la ciudad de Buenos Aires: que se sienten identificados en esas diez orientaciones. Nos parece que necesitamos algunas más. Estamos trabajando en eso. Y es una competencia que nos compromete porque presidimos el Consejo Federal de Educación.

–¿Es posible entonces modificar ese límite?

–Hay bastante consenso para incorporar algunas otras orientaciones, por ejemplo, el bachillerato pedagógico o en educación; el de físico-matemáticas, el de letras. Después hay otros pedidos donde hay también consenso en que si cambiamos algunos marcos de referencia, de algunas de las orientaciones existentes, se pueden incorporar algunas temáticas que nos están pidiendo. Por ejemplo, gastronomía, si abrimos los marcos de referencia de una orientación que ya está, que es turismo, se puede incluir gastronomía. No necesariamente hay que crear una orientación que no tiene una cantidad representativa de escuelas.

–De todas maneras, no se entiende cuál es el problema, la molestia de que haya gastronomía o jardinería, porque tal vez 158 son muchas, pero por qué tienen que ser diez y no catorce, veinte o veinticinco orientaciones.

–No, diez es un número arbitrario. Hay provincias que tienen seis, como Entre Ríos. Llegando a diez hemos producido el efecto que queríamos que era un efecto ordenador. Pueden ser algunas más. Tampoco queremos que empiecen de a uno a hacer una sumatoria.

–Lo que no se entiende es cuál es el beneficio de que, por ejemplo, no existan otras orientaciones, en qué le molesta a la Educación que haya una o cuatro orientaciones más.

–En que volveríamos a poner en funcionamiento la rueda de la dispersión y la fragmentación y lo podemos solucionar de otra manera. No es un capricho. Porque había problemas para pasarse de una escuela a otra incluso en cada una de las jurisdicciones, o de una provincia a la otra. En una misma ciudad tenías que dar equivalencias. Esto no debe ocurrir porque va en contra de la libre movilidad de los alumnos. Tenemos que avanzar hacia un secundario que no resigne la calidad, y esa es una tarea en la cual estamos, porque tenemos que mejorar los aprendizajes pero que sea más sencillo de entender desde afuera, que se facilite la movilidad de los alumnos, que en vez de poner trabas, abra puertas. Que haya estructuras menos rígidas para permitir el tránsito de los alumnos de colegio a colegio y de jurisdicción a jurisdicción. Hay un amplio consenso en todas las provincias en que menos orientaciones son más ordenadoras. El mundo, además, anda por ese lado: diez, doce orientaciones para la secundarias, una sólida formación generalista con materias troncales y específicas que deberían estar presentes todos los años, por ejemplo, Lengua, Matemática y Lengua extranjera, que deberían estar todos los años.

–Por otra parte, hay provincias que ya hicieron el esfuerzo de reducir orientaciones y ahora ven que a Buenos Aires le aumentan. ¿Esto no va a generar otros conflictos?

–Eso se puede consensuar. Los que hicieron el esfuerzo pueden entender que haya otras comunidades que no se sienten tan incluidos. Ese trabajo lo estamos haciendo. Es un trabajo técnico y de consenso, porque no sólo de Buenos Aires vino el reclamo. También estamos analizando pedidos de Mendoza y Salta.

–A propósito de los contenidos, otro de los puntos conflictivos de la reforma es la reducción de horas de Historia y otras materias.

–Ese es un tema de la Ciudad, un tema que ha resuelto cada jurisdicción, dónde poner Historia y Geografía, tomando decisiones dentro de la propia caja curricular. No es un problema del Consejo Federal. Del mismo modo que le digo que la ampliación de orientaciones no es un tema que puede resolver una jurisdicción, tiene que intervenir el Consejo Federal en su conjunto, la cuestión de dónde poner materias como Historia y Geografía es un tema que termina resolviendo cada jurisdicción.

–No es un mandato del Consejo, pero el Consejo abre la puerta para que se haga...

–El Consejo dice que cada jurisdicción debe tener tantas horas en toda la carrera y contenidos mínimos de Historia y Geografía. Después el acomodamiento lo hace cada jurisdicción del modo que lo haga. La mayoría lo ha hecho con una fuerte estrategia de diálogo, de consenso, de reuniones con docentes, con las comunidades, con las familias. De hecho hay muchas jurisdicciones que cerraron ese proceso. En algunos también hubo conflicto, invisible, por supuesto, porque el único conflicto que se ve es el que ocurre en Buenos Aires. Pero fueron haciendo esos procesos ordenadores, que dejan una secundaria más clara. En general, no resignan la enseñanza de Historia en lo últimos años porque se considera que ahí los jóvenes tienen más posibilidades de entenderlas desde otro lugar.

–¿Qué pasa entonces con los plazos de la reforma si la Ciudad posterga su aplicación?

–Los plazos indican que esto debería estar en funcionamiento hacia 2016. Hay tiempo para seguir debatiendo y adecuar todo.

–¿Qué pasa si en 2016 una jurisdicción no lo resuelve?

–Habrá que generar un espacio para resolverlo. Pero nadie va a ser perjudicado. El plazo es 2016. Es un plazo amplio. Las provincias lo están haciendo. Tenemos que hacer todo lo posible para que en 2016 estén adecuados y nuestro ministerio estará facilitando ese proceso. Como presidencia del Consejo, pusimos en discusión la apertura de las orientaciones. Hay perspectivas posibles y optimistas para que ocurra.

–¿Cuándo se va a resolver?

–Lo queremos hacer en el menor tiempo posible.

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