Pequeños productores fueron los más afectados por las lluvias

Pequeños productores fueron los más afectados por las lluvias

Los diluvios de fines de marzo no resintieron las expectativas de cosecha de soja y maíz.Se perdieron cultivos de hortalizas y maní. Ganaderos criollos quedaron sin pozos de agua.

A medida que el agua cede y se despejan los caminos vecinales, empiezan a conocerse los estragos productivos que dejaron las torrenciales lluvias de fines de marzo en el este y norte de Salta. "Pequeños productores sufrieron las mayores pérdidas", remarcó ayer el secretario de Asuntos Agrarios de Salta, Flavio Aguilera, en referencia puntual a las áreas agrícolas de Anta.

En ese departamento, técnicos del organismo aún relevan los daños producidos en las zonas rurales de Joaquín V. González, Las Lajitas, El Quebrachal y Apolinario Saravia. El intendente de este último municipio, Marcelo Moisés, detalló a El Tribuno las pérdidas que dejaron a 400 pequeños productores de la zona en situación más que complicada.

En esa localidad del norte anteño los cultivos de cebolla ocupan cerca de 250 hectáreas. Por las lluvias, que en los dos últimos días de marzo acumularon más de 300 milímetros de agua en los suelos productivos, quedó completamente malograda la siembra.

Fuertes pérdidas

Además, se registraron pérdidas del 80% en las plantaciones de tomate a campo (400 hectáreas) y del 60% en el maní (2.000 hectáreas) y en el zapallito (200 hectáreas).

En los cultivos de pimiento, berenjena y melón bajo invernadero (120 hectáreas) las pérdidas fueron del 100%. "La situación es realmente crítica", sostuvo el jefe comunal de Apolinario Saravia, tras aclarar que más del 50% de los empleos dependen, en esa localidad, de las actividades de labranza afectadas.

Muerte de animales

En medio de la emergencia hídrica, que alcanzó dimensiones de un desastre social en Las Lajitas, Joaquín V. González y otras poblaciones de Anta, pequeños ganaderos también perdieron cabezas vacunas y de ganado menor. Familias criollas de Manantial y Palo a Pique, en la zona rural de Apolinario Saravia, vivieron una pesadilla con su hacienda.

En la zona rural de Joaquín V. González, otra población asolada por las lluvias y anegamientos, muchos puestos que subsisten con la cría de vacunos quedaron en desesperante situación por el derrumbe de sus pozos de agua.

Comisión de emergencia

Según adelantó el titular de Asuntos Agrarios, entre el próximo viernes y el lunes de la semana entrante se reunirá la comisión de emergencia para evaluar la situación planteada en diferentes zonas agropecuarias de la provincia y en distintos sectores de la producción rural.

“Para nosotros el agua es siempre una bendición, aunque entre mediados de marzo y abril hemos visto caer en esta zona del Chaco salteño más de lo que llueve en todo un año”, enfatizó un productor de Dragones, al graficar la situación en los establecimientos agropecuarios situados sobre la ruta nacional 81, desde Senda Hachada (San Martín) hasta Capitán Pagés (Rivadavia).

“Desde octubre de 2016 no llovió nada y muy poco se recuperaron las pasturas. Llegamos hasta mediados de marzo con una de las peores sequías y vinieron lluvias intensas y extemporáneas para aliviar a algunos y complicar a otros”, puntualizó el productor. Entre la sequía y el diluvio, nuevos desarrollos ganaderos quedaron sin pasturas ni viabilidad en Pluma de Pato, Dragones, Morillo y Los Blancos.

Los granos

A diferencia del sur del país, donde muchos campos siguen bajo el agua, en Salta las lluvias apenas resintieron a los cultivos extensivos. El presidente de Prograno, Ezequiel Vedoya, señaló que las expectativas de cosecha de soja y maíz se mantienen cerca de las 570 mil toneladas. Esa misma previsión maneja la Secretaría de Asuntos Agrarios de la Provincia.

“No hay tanto problema de agua en los campos”, indicó Vedoya, tras remarcar que la cosecha de granos viene “con buenos rendimientos”.

El titular de Prograno aclaró que “es poco lo que pudo cosechar de soja”, y precisó que en Las Lajitas se relevaron algunos lotes, con un 20, 30 y hasta 40% de grano dañado”. Las mayores preocupaciones del sector, no obstante, están en las elevadas retenciones, los onerosos fletes, la depresión del dólar y el fuerte endeudamiento bancario que arrastra el sector.

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