El peor momento de CFK

El peor momento de CFK

Por Alfredo Leuco | 

Cristina acaba de atravesar su peor semana desde la triple paliza que el Gobierno recibió en la batalla por la 125. Incluso se pueden encontrar algunas similitudes en la irracionalidad de luchar contra fantasmas producidos por su propia imaginación. Contra el campo, eran los gorilas y oligarcas a quienes había que sacarles una tajada más grande de la renta extraordinaria de la soja. Sin embargo hoy, según Cristina, perdieron plata a lo pavotepor no hacerle caso a ella y dejarse llenar la cabeza por los medios hegemónicos. Ahora, contra el sistema financiero, son los buitres y magnicidas quienes se confabularon con Barack Obama, el juez municipal y senil elegido por el kirchnerismo, los terroristas de Estado Islámico, ex bancos aliados y cuevas varias en un operativo de pinzas que intenta voltear su gobierno. Ellos también tienen una renta extraordinaria. En esta década se cansaron de ganar plata a lo pavote, pero ahora son golpistas y no se sabe bien con qué intenciones.

Cristina llevó sus delirios al extremo con el fin de victimizarse. Empieza a dar pena la tragicomedia del último año de su gobierno. No hay un solo indicador económico alentador. La única producción que aumenta es la de buitres. El oligopolio de comunicación del Estado fabrica todos los días un nuevo buitre. Ayer fue Ricardo Lorenzetti, el presidente de la Corte Suprema de Justicia, quien tuvo la “osadía” de confirmar que hay inseguridad y que no hay una política seria de combate al narcotráfico. Como la realidad es decodificada como un ataque al Gobierno, en pocas horas salieron tres soldados de Cristina a vengarse. Coqui denunció que los jueces son ineficientes, que no pagan impuesto a las ganancias y que no tienen que mostrar sus declaraciones patrimoniales. Un tal Darío Ruiz, del ministerio del área, se encargó de decir que el Gobierno cuida a sus ciudadanos y Víctor Hugo Morales aseguró que la máxima figura de la Justicia argentina está atrapada por la “pandilla de Magnetto”.

No se observa al equipo económico en operaciones técnicas para quebrar el aumento de la inflación, la recesión y el desempleo. Todo lo contrario, parece que Axel y Cristina se potencian en sus personalidades soberbias y sus miradas conspirativas. El ministro dijo que era el mejor de la historia en ese puesto y que los empresarios se hicieron los vivos mientras no estuvo él. El operativo que lideró desde la maquinaria del Estado para tirar por la ventana al “viejo” Juan Carlos Fábrega desnudó la simbiosis que tiene con Cristina. Guillotinar a una persona prudente, experimentada y respetada y reemplazarla por un talibán obsecuente y prepotente como Alejandro Vanoli es todo un símbolo que resume la etapa. Para ellos, moderación y diálogo equivalen a traición. Es la continuación de la caza de brujas por otros medios. Es la reivindicación de Guillermo Moreno. Es como si Cristina dijera: “Volvé, Guillermo, te perdonamos”. Y es un mensaje para los ministros que sueñan con irse del gabinete. Nadie se va sin un carpetazo de los espías, a nadie se le niega un hostigamiento ni una acusación de corrupción. Cristina no les agradece los servicios prestados. Utiliza los servicios de inteligencia para aniquilar el prestigio y el buen nombre de quien trabajó lealmente durante una década y fue amigo de Néstor, igual que Rubén, el hermano del ex presidente del Banco Central, que alguna operación de contado con liqui hizo para el ex presidente. Pronto habrá más detalles sobre esta vinculación y respecto de la relación casi de hermandad de negocios entre Kicillof y el dueño de un fondo de inversiones llamado Latam Securities.

Cristina corre desbocada para destruir todos los pilares del modelo de Néstor Kirchner. Fábrega era uno de los últimos ladrillos que quedaban en pie. Tal vez eso es lo que le molesta de Eduardo Duhalde, a quien apoyó en su momento y de quien recibió el respaldo definitivo Néstor Kirchner. Duhalde, lejos de todo, carente de poder y ambición, hastiado por las 17 veces que fue acusado de golpista, dijo “tengo inflamación testicular”, aunque luego se arrepintió por la grosería. Explicó el encono de Cristina de manera bastante reveladora: “Yo le dije a Néstor que ella no tenía capacidad para gobernar. El la maltrataba en público, la hacía callar. Me dijo que me quedara tranquilo, y así surgió el doble comando. Pero la política murió con Néstor y quedó claro el primitivismo y la falta de condiciones de ella”. Habría que agregar que Cristina, además de cerrarse sobre sí misma, es intransigente y no escucha a casi nadie. Pero cuando descubre a alguien que la seduce intelectualmente, se entrega y le abre totalmente las puertas de Olivos: la primera vez lo hizo con Amado Boudou. Y la segunda con Axel Kicillof. Así nos fue y así nos va”.

Fue patética la actuación del periodismo adicto y subsidiado. Durante dos meses se cansaron de repetir a coro con Coqui Capitanich que eran mentiras las peleas entre Axel y Fábrega que los medios independientes develaron. Incluso cuando ya era vox pópuli la renuncia, no dieron la noticia esperando “instrucciones”. Llegaron muy tarde con la noticia, y eso es uno y sólo uno de los motivos por los que nadie los mira ni los escucha ni les cree. Después, salieron a “matar” a Fábrega como si fuera un delincuente. Pocas veces quedaron tan claros los motivos del fracaso de la maquinaria propagandística de los Diego Gvirtz y compañía y los objetivos de ese grupo de tareas.

Pepe Nun, politólogo lúcido al que nadie puede acusar de derechista o antidemocrático, dejó de ser secretario de Cultura de Néstor Kirchner espantado por la corrupción. Parafraseó a Atahualpa Yupanqui para decir que hoy el cristinismo es “gente que se desorienta en patota”, ya que no tienen ideología, sólo apuestan al mito, el poder y el dinero. Y por eso “un día silban al Papa y al otro día se arrodillan ante Su Santidad”, y salen a peregrinar a Luján con la camiseta de La Cámpora y el cartel “Por un mundo sin buitres”.

Por lo pronto, si le pasa algo a la Argentina, ya sabemos hacia dónde mirar.

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