La pelea con los gobernadores le complica al Gobierno tener quórum en Diputados

La pelea con los gobernadores le complica al Gobierno tener quórum en Diputados

El peronismo se une en la rebelión. La anarquía de La Cámpora y el rol de Massa.

Aunque no se esperan sesiones hasta marzo, los referentes de Diputados empezaron la carrera por el quórum, que en la Cámara baja será decisivo para saber si Mauricio Macri podrá seguir gobernando por decreto.

Como había adelantado LPO, la llave la tiene Sergio Massa, quien si mantiene aislados a sus 28 diputados de cualquier estrategia del Frente para la Victoria le hará difícil llegar a los 129 necesarios para abrir una sesión.

 

 

 

No es imposible, porque Cambiemos no llega a más de 90 diputados y para estar tranquilos deben amansar a una parva de bloques menores. Algunos, como la izquierda y Libres del Sur, son indomables de antemano. Otros, como los neuquinos, formarán parte de la tambaleante negociación con las provincias. 

 

 

 

El FpV, aún primera minoría con 95, comenzó a buscar aliados, conducido en los papeles por Héctor Recalde y en los hechos por el camporismo y los kirchneristas sin tierra.

 

 

 

Como la ley que regula los DNU establece que sólo se caen si ambas Cámaras lo rechazan, Macri necesita congelar Diputados para gobernar feliz sin negociar leyes en el Congreso.

 

 

 

Hasta la semana pasada, Rogelio Frigerio y Emilio Monzó avanzaban a paso firme para enterrar cualquier rebelión kirchnerista: el ministro del Interior adulaba a los gobernadores y el presidente de la Cámara empujaba a sus diputados cercanos a romper el bloque FpV.

 

 

 

Como adelantó LPO, la gestión de Monzó, con apoyo logístico de Massa, llegó a contabilizar 22 de los 95 diputados del FpV dispuestos a hacer rancho aparte.

 

 

 

Pero el decreto de Macri que triplicó la coparticipación a la Ciudad de Buenos Aires obligó a barajar y dar de nuevo.

 

 

 

El escenario no cambió, porque kirchneristas y gobernadores siguen moviéndose por separado, pero el favoritismo de Macri por la Ciudad los obligó a unirse un rato por espanto. Todo un riesgo para el flamante presidnete.

 

 

 

La semana pasada La Cámpora se apoderó del reclamo. Julio de Vido llamó a los gobernadorespara liderar una proclama y tanto fue su protagonismo que los mandatarios debieron reunirse el sábado para aclarar que ya pueden dar pelea solos.

 

 

 

Con ese envión, Teresa García, eterna secretaria parlamentaria del FpV, comenzó a sondear posibles aliados para autoconvocarse a extraordinarias y rechazar los DNU de Macri. El de la coparticipación fue un decreto simple, pero buscarían vericuetos para proponerle su eliminación al Senado, donde el peronismo ostenta mayoría propia y monitoreada por los gobernadores.  

En el FpV aseguraban que el favor de Macri a Larreta los había reencontrado con el santiagueño Gerardo Zamora (que tiene 6 diputados), con Mario Das Neves (con dos), Alberto Rodríguez Saá (4) y hasta con Carlos Verna (2).

 

 

 

Y lograron reencontrarese con tres socialistas que habían sintonizado con el Macri, que cuando apoyaron al diputado PRO Pablo Tonelli en el Consejo de la Magistratura.

 

 

 

Unido, el FpV tiene 95 diputados y una caza masiva lo puede acercar a 129 y hacer temblar a Macri. De ahí que Monzó trabaja día y noche para romper el bloque FpV.

 

 

 

La anarquía camporista

 

Si no fuera por los arrebatos de Macri, a Monzó no debería costarle fisurar el bloque FpV. Los camporistas lo manejan a su antojo y a veces ni consultan a sus pares para emitir comunicados oficiales escritos por Hernán Reibel, el amigo de Máximo Kirchner que manejó la pauta oficial y ahora trabaja en Diputados.

 

Sin pedir permiso presentaron dos causas penales contra Monzó, por no aceptarles dictámenes de rechazo a los decretos.

 

La pelea con el presidente de la Cámara llegó a su punto más álgido con el desalojo del despacho de Máximo Kirchner.

 

Podría tener un nexo inesperado: Juan de Dios Cincunegui, ex interventor de Intercargo por gestión de Axel Kicillof, es actual director de Relaciones Internacionales de la Cámara de Diputados.

 

Y desde ese cargo, intrascendente en el organigrama, digitó los telegramas con los 100 despidos, que curiosamente excluyó a muchos empleados del FpV nombrados hace pocos meses. Tal vez esté gestando una reunión de paz.

 

Monzó quiere que el despacho de Máximo, una amplia oficina en el tercer piso del palacio, lo ocupe Felipe Solá, vicepresidente tercero de la Cámara.

 

Solá no está contento con las relaciones carnales de Massa con Macri y lo hizo saber en la primera reunión de bloque, cuando se cruzó en una fuerte discusión con Gilberto Alegre.

 

En el FpV creen que pueden seducirlo si quedan cerca del quórum, como también a Héctor Daher, otro diputado que aún está en el Frente Renovador. 

Massa intentará evitarlo, pero no le está siendo fácil mantener la armonía del bloque porque muchos no entienden si son aliados u opositores a Macri. Debe sostenerla, si quiere seguir siendo árbitro de la Cámara. 

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