Patricia Bullrich y Martín Ocampo, una larga historia de internas, roces y chispazos

Patricia Bullrich y Martín Ocampo, una larga historia de internas, roces y chispazos

La vergonzosa suspensión de la Superfinal de la Copa Libertadores volvió a exhibir la cada vez menos silenciosa interna entre la Casa Rosada y Uspallata, la sede central del Gobierno de la Ciudad, en torno a las gestiones de seguridad.

Entrada la noche del lunes pasado, el ministro de Seguridad porteño Martín Ocampo llamó ofuscado a su par de Nación Patricia Bullrich. Estaba furioso porque no había sido invitado a la conferencia de prensa que la ministra daría al otro día en el CCK junto a su colega Guillermo Dietrich, Hernán Lombardi y Juan José Méndez -secretario de Transporte porteño-, para dar detalles sobre los operativos durante la cumbre del G20.

Ese martes, Ocampo finalmente se apareció por el CCK y se sentó en la conferencia. Hubo comentarios ácidos entre bambalinas. Los pases de factura entre los máximos responsables de la seguridad de Nación y Ciudad volvieron a reavivarse este fin de semana por el deficiente operativo que terminó con pedradas y gases sobre el micro que trasladaba al plantel de Boca Juniors al Monumental.

"No nos mataron de suerte", aseguró a este medio un importante dirigente xeneize que viajaba con la comitiva, detrás del micro. Paradójico: el padrino del ministro de Justicia y Seguridad porteño es Daniel Angelici. El presidente de Boca tiene influencia sobre buena parte de la Justicia local.

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"La responsabilidad del operativo es de la Ciudad y colaboraron fuerzas federales", aclaró este domingo al mediodía Horacio Rodríguez Larreta en una improvisada conferencia junto a su vice Diego Santilli y su jefe de Gabinete Felipe Miguel. La decisión de parar frente a las cámaras a la cúpula del Gobierno porteño obedeció, según fuentes de la Ciudad, a una cuestión de darle entidad al tema. Nadie supo explicar por qué no estuvo Ocampo.

Los chispazos entre Ocampo y Bulrich no son nuevos, más allá de que hacia abajo la coordinación entre las fuerzas de seguridad federales y la de la Ciudad se mantenga, en general, ajena a eso.

El martes 5 de enero del 2016, casi un mes después de la asunción de los gobiernos de Cambiemos, Mauricio Macri anunció junto a Rodríguez Larreta el traspaso de la Policía Federal a la ciudad de Buenos Aires en el Salón Blanco de Casa Rosada. El Presidente habló de una "nueva etapa" en busca de "soluciones concretas para que la gente esté mejor".

Minutos antes de ese acto, Bullrich y Ocampo discutieron a voz alzada en un salón contiguo. A partir de ese momento, el complejo proceso de traspaso de la Policía Federal, en medio de duros cruces entre las fuerzas, fue con incesantes pases de facturas entre ambas administraciones. El traslado -incluido el control de las 54 comisarías- arrastró las salidas de los comisarios Guillermo Calviño y José Pedro Potocar. En agosto de este año, Carlos Kevorkian, reemplazante de Potocar -investigado por asociación ilícita- presentó su renuncia.

La Policía porteña depende desde ese momento de un civil: Marcelo D'Alessandro, secretario de Seguridad. Hay inquietud por el funcionamiento interno de la fuerza. Por ejemplo, por los defectos en el área de inteligencia criminal.

Durante estos años, los tironeos entre ambas administraciones en torno a las protestas callejeras también fueron estruendosos. Incluso a través de los medios. Macri se lo reprochó a Ocampo más de una vez en los tradicionales partidos de fútbol de los miércoles en la quinta de Olivos, donde confluyen funcionarios de las administraciones nacional, porteña y bonaerense.

Este fin de semana, el Presidente siguió el escándalo en torno a la fallida final entre Boca y River, un espectáculo vergonzoso que no recuerda antecedentes, desde Chapadmalal. Desde su entorno trascendió que el jefe de Estado descargó su furia contra la administración porteña. Como una manera de preservar la figura presidencial, en vísperas de la cumbre del G20.

De cualquier manera, los cortocircuitos entre Bullrich y Ocampo crecen. Sergio Berni y Guillermo Montenegro, de distintos espacios políticos, llevaban, por caso, una relación mucho más armoniosa.

Según fuentes de Cambiemos, la seguridad será, el próximo año, uno de los ejes principales de la campaña política. Hace algunas semanas, Rodríguez Larreta reforzó el ministerio de Seguridad de Ocampo: Felipe Miguel, el jefe de Gabinete, está mucho más encima. Y Fernando "Bana" Banegas, secretario de Planeamiento y Control de Gestión -uno de los que sigue la gestión de las distintas áreas de gobierno-, está abocado full time a ese ministerio.

En la cúpula del Gobierno porteño prefieren no hablar de "intervención".

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