Pases de factura, amenazas y retoques en la mesa del poder del Gobierno

Nicolás Caputo volvió bronceado del verano europeo. Las playas de Croacia y sus islas exclusivas, a las que sólo se pueden acceder alquilando un barco, le depararon una semana intensa en placer junto a su mujer y a su hijo menor, lejos del malestar que aún pesa en el Gabinete de Mauricio Macri por el revés de la Corte Suprema a la suba de tarifas.

 Es improbable que el empresario haya disfrutado aquel tropezón. “Como dice Mauricio, es su hermano de la vida y fue el que más trabajó para verlo sentado en el sillón de la Rosada”, aseguran quienes mantienen diálogo con el empresario. “Pero sí es cierto que con Nicky más activo tal vez no hubiéramos llegado a la instancia de jugar a todo o nada en la Corte”, sostienen. Desde luego, es contrafáctico. Pero revela la punta del iceberg de la interna del oficialismo: hay quienes promueven movimientos en la mesa chica del poder. Algunos ya se están dando. Por acción u omisión del Presidente.

No es Caputo quien los motoriza. El hombre que más secretos conoce de Macri y de los ocho años de gestión en la Ciudad, tomó distancia de la administración nacional hace tiempo. El Gobierno adoptó desde el inicio una dinámica que él nunca compartió del todo: le hubiera gustado un ministro de Economía fuerte para tratar de evitar, por ejemplo, la interna pública que hoy afrontan Alfonso Prat-Gay y Federico Sturzenegger. Lo mismo piensa Horacio Rodríguez Larreta.

Caputo aspiraba, además, a contar con un operador en la Justicia que al menos dispusiera de la capacidad para advertir cuando la mano viene en contra. No confía en Daniel Angelici. “Tienen diferencias y representan estilos opuestos”, cuenta un dirigente que conoce a los dos.

El rol de Angelici –intocable para Macri– está siempre bajo la lupa de Elisa Carrió, que ya lo denunció y que no tiene previsto sacarlo de la mira. Por otras razones, la líder de la Coalición Cívica también castiga la figura de Marcos Peña, el jefe de Gabinete: cree que sólo lo guían los designios de Jaime Durán Barba.

Otro actor clave de la mesa chica es Ernesto Sanz, pero el radical viene de capa caída: incluso entre aquellos que lo veían como una pata política para reforzar el tándem Rogelio Frigerio-Emilio Monzó. El pecado de Sanz fue no haber alertado sobre cómo venía la suerte en la Corte. O de haber alertado mal. ¿Debió estar más encima de Ricardo Lorenzetti? Sanz y el presidente de la Corte son íntimos, a tal punto que Lorenzetti le presentó hace varios años a su actual mujer, cuando pocos sabían del romance, en su casa de San Rafael.

Días atrás circuló la versión de que Monzó pegaría el portazo. Una amenaza que no cayó bien en la Casa Rosada: Monzó está tercero en la línea de sucesión presidencial y venía ocupando una silla en la mesa de las decisiones importantes. Está claro, de todos modos, que el presidente de la Cámara de Diputados no se irá a ningún lado, aunque está molesto. Diputados que le responden insisten en que “al Gabinete le falta política”. En ese grupo de aliados de Monzó despotrican contra Vidal, que los marginó de cualquier movimiento electoral. “Habla más con Massa que con nosotros. Le da todo lo que le pide y perjudica a Mauricio”, afirman.

En el sube y baja, el que gana oxígeno es Mario Quintana, el segundo de Peña. Hasta Carrió lo piropea ante Macri cuando se ven, como el domingo en la quinta Los Abrojos. En ese asado, Carrió resaltó también a Vidal y pidió que no la dejen sola. En los cimbronazos que atraviesa la Rosada hay un dato nuevo: Vidal acumula algunas quejas, que solo confía a dos o tres personas. Los reproches nunca son a Macri, sí al Gabinete nacional: quiere más rapidez en algunas acciones y un mejor trato con los intendentes bonaerenses. “Mariu observa que el trato cambia según el intendente. Y ella quiere que haya un trato igualitario. Las situaciones son urgentes”, dicen a su lado.

Pese a todo, Macri luce mejor que hace algunas semanas, cuando no podía descargar tensiones en el deporte por la lesión de su rodilla. En ese lapso volvió a acudir con frecuencia a su guía espiritual, la armonizadora budista sobre la que se tejen cientos de rumores. Uno especialmente: aquellos que bucean en el mundo de los espías aseguran que la mujer recibió visitas sugestivas, “clientes” no tan propensos a dejarse llevar por los gongs y los cuencos tibetanos.

Antes de irse a China, Macri retomó a full su agenda deportiva. Volvió a jugar al tenis con Daniel Awada, Lisandro Borges, Gustavo Arribas, Hernán Nisenbaum, Charly Taboada y Martín Seefeld y debutó en la nueva cancha de padel de Olivos, confeccionada con un pasto especial para que los saltos no le afecten la cintura y las rodillas. Macri también incorporó un personal trainer a su rutina. Le dicen “El Vasco” y tiene buena fama entre ex tenistas profesionales. “El Vasco” va todos los días a Olivos, bien temprano, como le gusta al Presidente.

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