¿Qué parte de “produce cáncer” no se entiende?

¿Qué parte de “produce cáncer” no se entiende?

Los datos obtenidos por investigadores de la Universidad Nacional de Rosario en San Salvador (ER) poniéndole cifras a las muertes y afectaciones a la salud por el uso de agrotóxicos, deberían haber provocado una reacción inmediata y contundente por parte de los responsables.

Sin embargo las estadísticas dadas a conocer por Télam, elaboradas por iniciativa de los Vecinos Auto Convocados de la localidad afectada, que encontraron que el 43,3 por ciento de los fallecidos entre 2010 y 2013 murieron como consecuencia de cáncer, cuando el promedio nacional oscila entre el 18 y el 20 por ciento, motivaron en nuestra provincia una reacción equivalente a la que  habría despertado la publicación de los resultados de los partidos de la liga de ascenso de béisbol de Pensilvania.

Y frente a esta incomprensible indiferencia el drama de los envenenados aumenta geométricamente; en lo que va del año 15 personas ya murieron como por esta patología, cuando en todo 2013 fueron solamente 19.

Puestos a investigar las causas encontraron razones en situaciones no solo habituales en esa ciudad sino en cualquiera de las de nuestra provincia cercanas a predios donde se practica la agricultura industrial o de plantas procesadoras de cereales y oleaginosas obtenidos con esta técnica productiva basada en el uso de agrotóxicos.

Uno espera que las autoridades responsables de la salud pública tomen cartas en el asunto y ejecuten inmediatamente acciones para evitar este ataque a la salud. Sin embargo, el Director del Hospital de San Salvador, Lorenzo Torrez, contrariando todas las evidencias científicas actuales que han llevado incluso a la OMS, Organización Mundial de la Salud a anunciar que el glifosato provoca cáncer, afirmó, una vez conocida la noticia:.. “al (glifosato) Roundup, Monsanto lo tiene recontra estudiado que no produce nada, el problema no es la droga….”.

La negación de la realidad y de las evidencias científicas por parte de este médico es de tal magnitud y sus consecuencias tan severas sobre la población cuya salud él debería resguardar, que debería haber sido removido de su cargo en forma inmediata, cosa que no ocurrió.

Pero no menos responsables sobre estas muertes son los integrantes de la comisión de agricultura de la legislatura entrerriano, Oscar Arlettaz y Enrique Cresto quienes durante años han impulsado un proyecto de regulación de las fumigaciones agrícolas basado en una criminal permisividad para que los ejecutores y beneficiarios de estas prácticas vuelquen sus venenos sobre pobladores indefensos, que ahora se confirma, por estas acciones son víctimas de enfermedades mortales.

El Caso de Arlettaz sería patético si no se tratase de alguien con tanta responsabilidad en el tema, hablamos de un legislador  que permanentemente niega la realidad para favorecer estos nefastos intereses, como cuando recientemente mintió a la prensa de la provincia que las organizaciones ambientalistas no habían acercado a la legislatura información para respaldar sus denuncias, cuando fue público y notorio que en oportunidad que Fundavida invitó a disertar en la legislatura de Entre Ríos al Dr. Andrés Carrasco a exponer sus investigaciones sobre esta mortal droga, el glifosato, ni él ni ningún diputado ni senador concurrieron a la conferencia en clara señal de agravio al científico en complicidad con estos intereses de la muerte que han instalado la agricultura industrial.

Finalmente Arlettaz y Cresto no pudieron convalidar con una ley el proyecto que ellos impulsaban que hubiera habilitado un envenenamiento indiscriminado en las áreas rurales, pero de cualquier manera esta no aprobación dejó a los ciudadanos a merced de estos intereses que sin regulación alguna continúan enfermando y asesinando indefensos entrerrianos.

Pero no son solo estas las reflexiones que provoca el estudio de la Universidad Nacional de Rosario en San Salvador, porque además nos obliga a pensar que los alimentos que consumimos a diario nos enferman y matan porque están envenenados.

Los vecinos afectados denunciaron a los investigadores que el polvillo desparramado por el aire producto del descascarado del arroz y su posterior pulido contienen los tóxicos y venenos aplicados a las plantas que por estas acciones industriales son liberados al ambiente y absorbidos por quienes respiran el aire con partículas derivándose en alergias, enfermedades respiratorias  y varios tipos de cáncer.

Lo que resta preguntarse es qué es lo que nos están vendiendo los comercializadores de granos para que consumamos, porque si las plantas son envenenadas con herbicidas, fungicidas e insecticidas, sus semillas y los productos alimenticios que se elaboran con ellas  también lo son, no hay que ser muy sagaz para concluir que nuestros alimentos no son aptos para el consumo humano.

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