Para Bru muchos casos de gatillo fácil se disfrazan de hechos de inseguridad

Para Bru muchos casos de gatillo fácil se disfrazan de hechos de inseguridad

Rosa Bru, la madre del estudiante de periodismo desaparecido y asesinado en 1993, estuvo en Tandil y dio una charla sobre violencia institucional en el Centro Social y Cultural La Vía, situado en Avenida Del Valle 955. El encuentro se dio en el marco del segundo ciclo de charlas de la campaña nacional contra la violencia institucional a cargo de la JP Evita Tandil.

Cabe recordar que Rosa Bru busca a su hijo Miguel, un estudiante de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata que fue torturado y asesinado en la comisaría Novena de la capital provincial en 1993.

En diálogo con El Eco de Tandil, consideró que muchos casos de violencia institucional se “disfrazan” como hechos de inseguridad.

“En La Plata tenemos muchos casos en los que se habla de inseguridad y que la policía en defensa propia disparó. Esto entonces no es un caso de gatillo fácil, sino de inseguridad, creo que se disfraza. Antes era un caso de gatillo fácil y hoy es un hecho de inseguridad, es terrible porque la víctima pasa a ser el victimario”, fustigó.

Apoyo incondicional

Y aseguró que “hay algunos casos en los que la Justicia actúa bien, algunos tienen la suerte de que los toca la varita mágica y tienen justicia pero en la mayor parte de los casos reina la injusticia”.

“Nosotros somos una familia humilde y en el caso de Miguel Dios le iluminó los pasos hacia la Facultad de Periodismo y tuvo los amigos que tiene. El apoyo de ellos y de la universidad fue incondicional a pesar de los 22 años que pasaron”, afirmó.

Y expuso que “es distinto a un caso de un chico de barrio en el que la mamá lucha muy sola, donde a los medios no les pegó la historia”

“Tenemos un caso en La Plata de un policía que dice que se sintió amenazado. El chico era Brian Mojica, tenía 15 años, iba con otro joven en moto, se acercaron al policía, él dijo que no sabía si le iban a robar pero ellos se iban y él les disparó por la espalda. Mató a Mojica y al compañero que iba manejando la moto lo hirió. El único que está detenido es el compañero, el que manejaba la moto, y el ex fiscal Morán entendió que había que investigar el presunto robo. Nunca encaró la causa como un asesinato”, cuestionó.

En ese contexto, remarcó la desventaja de “la soledad de muchas madres. Muchas veces escuchamos decir ´no hizo nada´ pero en realidad no pudo, no supo, porque estaba sola”. “Nos pasa a más de una mamá, no todas tienen la posibilidad o la fuerza para salir a la calle, de bancarse llegar a un tribunal, a un juzgado, muchas veces te cierran la puerta, una vez, dos veces, tres, no te dan información, no te dicen nada y ese es el momento en el que siente que no va a lograr justicia por su hijo, que no hay justicia para los pobres, y ese es el gran error”, manifestó.

Y sostuvo que “cada vez que una mamá me viene a ver, le digo lo mismo, que no sea yo quien la acompañe, pero que no se quede sola, porque eso es algo que te impide llegar”.

 

Fuerza para seguir

 

En cuanto a su fortaleza tras tantos años de lucha, confió que fueron “los amigos de la Facultad de Periodismo los primeros que estuvieron siempre detrás de esta causa, los que venían a mi casa. Nosotros no teníamos ni teléfono, y venían a mi casa  a decirme dónde tenía que ir, qué tenía que hacer, ellos no me preguntaban si estaba cansada o si tenía ganas, me decían que tenía que hacerlo y eso fue lo que me obligó a estar de pie”.

Pero admitió que siente “la misma impotencia de los 22 años que venimos luchando de no saber dónde está Miguel, de ofrecer montones de cosas. Terminó el juicio, el abogado me llamó y me preguntó si estaríamos dispuestos a ofrecer una reducción de pena para que ellos colaboraran para decir dónde está Miguel”.

“En ese momento le dije ofrezca lo que sea necesario, no me importa un preso más o un preso menos. De hecho hoy Miguel sigue desaparecido y el último de los asesinos que quedaba detenido ya hace un año que está gozando de la libertad y nosotros no tenemos ni la paz ni la tranquilidad de saber dónde está Miguel”, lamentó.

Y recordó que uno de los policías que estuvo preso, López, habló cuando fue testigo y después, cuando pasó a  ser imputado “nunca más habló”.

“En un momento me conecté con su ex mujer, ella me dijo que López le había comentado que esta causa era un caramelo que se estaba comiendo. Entonces yo dije que era un caramelo bastante amargo porque la carátula era para prisión perpetua. ´Yo que él hablaría´. Entonces me dijo que no lo dejaban hablar porque es ´cuadrado como una baldosa y se manda preso solo´”, contó.

Y recordó que “el que pudo hablar era el subcomisario Abrigo que murió en la cárcel y el ex comisario Ojeda, en el juicio declararon, en cambio López y Cereseto nunca dijeron nada. Le dimos miles de oportunidades, se ofrecieron recompensas, en un momento al gobernador Solá le pedí que reactivara la recompensa, y era tan amplia la oferta que pensé ´hasta pueden cobrar por matar´”.

“Y en este momento lo mismo, hace poco hubo un rastrillaje y yo dije que si había que ofrecer una recompensa íbamos a hacerlo, aquel que sepa dónde está Miguel si quiere cobrar, que cobre, no nos interesa”, sostuvo.

 

“No puedo bajar los brazos”

“Seguiremos con la lucha, siempre recuerdo las primeras banderas que hicieron los amigos, fue con la consigna ´Dónde está Miguel´. Hoy después de 22 años seguimos preguntándonos lo mismo. Aquellos jóvenes que comenzaron la lucha llevan adelante hoy la asociación Miguel Bru, son los que están trabajando y fueron los que le pusieron el palo en la rueda al corrupto del juez Vara, para que no fuera otro caso impune”, remarcó.

En cuanto a la asociación, destacó “el apoyo incondicional que se le da a los familiares. Hay una casa donde se trabaja con jóvenes en situación de riesgo y hay vecinos del barrio que se integraron a los talleres, así que el trabajo es muy grande y a uno le da fuerza para seguir. Realmente después de ver el compromiso que tuvieron estos chicos durante estos 22 años no puedo bajar los brazos, si no los bajaron ellos”.

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