El día del padre

El día del padre

Cuando se aproxima o llega alguna conmemoración de trascendencia familiar, popular o nacional, es bueno saber cuál es el motivo de la conmemoración de acontecimientos o se recuerda y se honra a personajes determinados. También para auscultar nuestros propios sentimientos que nos impulsan a adherir o quedar indiferentes.

En nuestro país el “Día del Padre” se celebró por primera vez el 17 de agosto de 1958, en homenaje al General José de san Martín, considerado “Padre de la Patria”. También tiene un sesgo religioso en atención a San José, padre terrenal de Jesús y por ello considerado “Padre de la familia”.

Cada país ha exaltado motivos y establecido fechas. y en el nuestro el “Día del Padre” corresponde al tercer domingo de junio. La celebración permite destacar valores y conductas de la paternidad responsable. La oportunidad es propicia para expresar reconocimientos ante la presencia o el recuerdo de padres cabales, que cumplieron o cumplen su cometido natural, incluido su compromiso ante la familia y la sociedad.

Al paso de los años recientes han cambiado mucho las cosas, y seguramente los parámetros para evocar o celebrar son muy diferentes. Diversas causas han provocado el deterioro del concepto tradicional de la familia. No es el caso de comentar sobre esas causas porque es otra la intención. En cambio, ess buena la oportunidad para que cada hijo evalúe y se exprese, con absoluta libertad y propio criterio.

También es bueno reflexionar cómo nos hemos comportado en la vida, en relación a lo que nuestros padres nos han inculcado con sus palabras y ejemplos. Hacerlo es también acto de justicia que derivará en tranquilidad de conciencia y paz en los sentimientos más recónditos, o en esos sentimientos se encenderá una luz de alerta. 

Viene a cuento una poesía gauchesca del recordado autor olavarriense Arsenio Caviglia Sionclair que tituló “P’algo juiste a la escuela”. Es cruda la temática: un gaucho viejo le habla con intensa amargura a su hijo, quien respaldado por los esfuerzos de sus padres se graduó en la universidad, pero en vez de sentir cariño o agradecimiento respondió vendiendo fraudulentamente el capital de la familia. Estas son estrofas elocuentes reflejando tristeza insondable: y nos deja una moraleja sobre lo que no se debe hacer, o que jamás se debe obrar de una manera tan infame como la que así describe el poeta -“Ahura que las tabas me rizongan si las muevo, / ahura que ha’nochecido pa’prencipiar de nuevo / m’ipotecaste tuito el campo y el rodeo. / Suerte que ni pa’lómja ti han de acetar mi cuero. / Mí has trampeau en el pago / donde yo hice tanto. / Si dende gurisito / (cuando te norquetabas en el cebruno patrio) / enterrando la reja que entonces era a mansera, / le exigía a la tierra tuito lo que ella diera. / A cada gota de sudor que me caiba / viéndote tan gauchito / a mi mesmo me decía: / Sudá, sudá Evaristo, / que cuando el tiempo cuadre, / lo verás dotorcito / como quería su madre. / Dios la tenga en la gloria / y por ella es lo que te digo / porque ni a su memoria / respetaste, indino. / Hasta la zarca vieja / que la ayudaba’ criarte / en tu angurria e’plata / entre el lote tarjaste. / Eso es lo que me quema, / lo demás no ¡qué diantre / Y güeno, a lo hecho pecho, / y escuchá pa´que entiendas: / entuavía no estoy jundido: / hay dos varas e’tierra / ayá en el camposanto / ande descansa eya. / Si pa cubrir tus vicios sirve de algo esa tierra… / ¡himpotecala m’ijo, / p’álgo juiste a la escuela!”

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