Sin pacto con Massa, el PRO revisa mapas y estrategias

Sin pacto con Massa, el PRO revisa mapas y estrategias

FACTOR VIDAL, TERRITORIOS Y EL PORQUÉ DE NO ACORDAR NADA CON EL TIGRENSE

La paradoja mayor de Sergio Massa es que su Frente Renovador atravesó, con retazos de sobrevida, el 9-A gracias a dos renovadores de la década del 80, dos protorrenovadores: José Manuel de la Sota y Felipe Solá, veteranos de numerosas batallas que jugaron -o jugarán- en 2015 su última, o una de sus últimas aventuras electorales, que le dieron volumen político y votos a Massa para que pueda fantasear con ser, en el raid hasta el 25-O, el árbitro que desnivele entre Daniel Scioli y Mauricio Macri.

Massa detonó en estas horas las granadas de la despedida: blanqueó, en un gesto de inédita osadía, que permitirá que sus candidatos locales hagan delivery de boletas en octubre como recurso para tratar de ganar. El caso a seguir es Joaquín de la Torre, mano derecha de Massa en el FR y alcalde de San Miguel, una de esos nombres que figuraban en la lista corta de los inexpugnables: los que podían ir colgados de un Massa diezmado y aun así ganar en su distrito.

Eso no ocurrió. De la Torre perdió por 10 puntos, unos 15 mil votos, contra la sumatoria de las ofertas del FpV, entre las que se impuso Franco La Porta, exsocio y amigo del intendente. El oficialismo sacó 61 mil y De la Torre 45 mil, mientras Scioli juntó 62 mil y Massa 38 mil. Cambiemos reunió 37 mil en la presidencial, 12 mil más que el candidato local de Macri. Simple: De la Torre ya cortó contra Massa y sacó 15% más que su jefe y socio.

La ironía es que para revertir el resultado en octubre, De la Torre -el massista que en todo momento más empujó por un acuerdo con el PRO y fue, incluso, tentado como compañero de fórmula de María Eugenia Vidal- depende más de Macri que de Massa. El tigrense tocó su techo el 9-A y, hacia adelante, De la Torre no sólo tendrá que repartir su boleta local con cualquier otro presidente sino que necesitará que Macri mejore su performance y colgarse de él.

Ardides

Macri, que en la emergencia y en los períodos que no quiere ver a Jaime Durán Barba aprendió picardías y ardides de la política territorial y la mecánica electoral, comprobó lo que antes le decían sus entrañas: que no tenía que pactar con Massa antes de las primarias porque los votos opositores del FR, antes o después de las PASO, migrarían hacía él. El caso De la Torre potencia su interpretación: aunque es, como todas, una relación por ósmosis, el massismo necesita de Macri más que lo que Macri necesita de los massistas.

En la revisión del mapa y la estrategia electoral, el candidato del PRO prefiere, hasta acá, al massismo como un rival que no lo contamine ni lo ataque y no como un socio explícito. La razón es sencilla: cualquiera entiende en el PRO que cualquier acuerdo entre Macri y Massa, por más genérico que sea, podría hacer que el voto peronista del FR/UNA se precipite hacia Scioli. El problema es que no hay certezas, y quizá no las haya nunca, respecto de cuánto del votoMassa es filo-Scioli y cuánto filo-Macri.

Con la lectura de estas horas, y a la espera de si el Scioli-gate repercute sobre los números de los candidatos, el macrismo se siente cómodo en un statu quo: que Massa no se baje pero que tampoco se arrime demasiado a Macri. Esto último podría generar que el voto peronista de Massa opte, antes de octubre, en ir a Scioli ante un entendimiento entre el tigrense y Macri. La propuesta de Massa de sellar un compromiso para apoyar al otro en un eventual balotaje es, así mirada, sólo negocio para el de Tigre porque lo mantiene en el Olimpo de los competitivos.

Beneficiarios

Respecto de Solá en Buenos Aires, el PRO, que celebra el score de Vidal, le otorga un papel central en la campaña: ser el que critique con ferocidad a Scioli y a la gestión bonaerense, agenda que la candidata no quiere tocar. Formada en la escuela duranbarbista, "Maru" acata la indicación de no cuestionar a Scioli sobre aquel dictamen del ecuatoriano: "Si el 65% de los bonaerenses cree que es buen gobernador, no se lo puede criticar". El 9-A, a Scioli lo votó el 40% de los bonaerenses y Macri ganó en 63 de los 135 municipios de la provincia.

Al resultado de Vidal -que surge como figura competitiva a 10% del FpV-, el macrismo le adjunta que anotó casi 50 victorias a nivel local. Dos en el conurbano, Vicente López y San Isidro, las demás en el interior, pero con margen de expectativas en otros pagos. Algunas que aparecen en el radar: en Tres de Febrero, Diego Valenzuela quedó a un punto de Hugo Curto; en Morón, Ramiro Tagliaferro a 2,5% del FpV, y en Lanús, Néstor Grindetti a 6,5% deJulián Álvarez. En los tres casos, municipios del conurbano próximo a Capital, el deterioro del massismo podría jugar a favor de las ofertas locales del macrismo que se recortaron como más competitivas que las de UNA para enfrentar a los oficialismos locales. 

Localías

Además de redondear una mala elección en Capital Federal -donde sacó menos que Horacio Rodríguez Larreta-Macri anotó, por deficiencias propias y errores tácticos, resultados negativos en otros territorios. Un dato llamativo fue que en Santa Fe el frente Cambiemos juntó menos votos que Miguel del Sel. En La Pampa ocurrió algo parecido: los tres presidenciables juntos estuvieron por abajo de lo que anotó para senador Carlos Mac Allister, el "Colorado".

En las dos provincias existió una orden expresa desde el comando macrista que maneja Marcos Peña para que Del Sel "no aparezca en la campaña" y para que se despegue a Macri de Mac Allister, con el argumento de que los candidatos locales lo pueden tirar para atrás. Algo salió mal: Macri más Ernesto Sanz y Elisa Carrió sacaron menos votos que sus escondidos. 

A esos tropiezos se suman números menores que los esperados en Mendoza y Córdoba -donde suponían un 5% más- y números muy flojos en el Noroeste. Y, lo más alarmante para el PRO, la diferencia negativa en el conurbano sur .

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