El pacto con Irán fue un giro con costos

Por Natasha Niebieskikwiat

El 26 de marzo de 2011 un artículo del diario Perfil del fallecido periodista José Eliaschev provocó con su título y contenido otro de los grandes enojos del gobierno: "Argentina negocia con Irán dejar de lado la investigación de los atentados", aseguraba, lo que luego fue confirmado en parte por funcionarios iraníes y nunca por el Gobierno argentino. 

 Tras más de dos años de negociaciones, confesaron funcionarios persas, el gobierno de Cristina Kirchner y el ya extinguido de Mahmud Ahmadinejad rubricaron su memorandum de entendimiento (MOU) en Etiopía. Fue el 27 de enero de 2013. Cristina se encontraba en una cumbre de América Latina y Europa, en Chile. La presidenta decidió anunciarlo por Twitter, con alegría y como uno de sus grandes logros.Presidenta y canciller defendieron el pacto a capa y espada por considerarlo una puerta para "hacer justicia" tras 19 de años entonces de injusticia. Ese día la Argentina daba otro de sus giros habituales de 180 grados en política exterior que bastante daño le han hecho afuera como adentro. En primer lugar, sus protagonistas lo rechazaron.Desde el mundo diplomático, numerosos extranjeros preguntaban a diestra y siniestra qué quiso hacer Cristina con el saliente Ahmadinejad, lo que le ha traído más problemas que réditos. Cristina negoció este memorandum con un presidente impopular a nivel internacional, con un fuerte enfrentamiento con Occidente. Un populista que se pavoneaba negando el Holocausto. Voces accesibles del Gobierno han sostenido siempre a este diario que antes que una alianza con Irán del tipo que tienen Venezuela, Bolivia y otros países de la llamada Alternativa Bolivariana para America Latina (ALBA), Cristina quería una postura "internacionalmente diferenciada" al enfrentamiento de las potencias con Irán, como la que buscó el Brasil de Lula da Silvia, y que también fracasó. Pero ni Argentina tiene el juego internacional de Brasil, ni Brasil tuvo su AMIA.Siendo senadora, la propia Cristina se manifestó más inclinada a seguir la pista siria antes que la iraní, la que sí abrazó su marido Néstor Kirchner. El Departamento de Estado ha llegado a destacar un giro argentino en sus tradicionales aliados con su diálogo con Irán. Y se manifestó excéptico sobre el éxito del pacto. Estados Unidos dio su propio giro en la política exterior hacia Irán, la que Cristina siempre quiso equipar -con reproches públicos incluidos en Naciones Unidas. Nada menos comparable. Después, Teherán cambió el "malo" Ahmadinejad por el "bueno" Mohamed Rohani. Pero es el "bueno" es quien no ha mostrado mucho compromiso con su colega argentina para avanzar con el trastabillado MOU.

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