El pacto de gobernabilidad entre la CGT y Alberto Fernández

El pacto de gobernabilidad entre la CGT y Alberto Fernández

En la central se entusiasman con un rol central en un futuro gobierno de Fernández, como órgano de equilibrio con el kirchnerismo duro. Ministerios, shock redistributivo y pacto social, en agenda.

 

Los tiempos se aceleran en un escenario político vertiginoso y los acuerdos entre los sectores del peronismo, que se preveían que se iban a terminar de afinar durante la campaña electoral, empiezan a madurar. Uno de ellos, gravitante para el próximo gobierno, es el rol que tendrán la principal central obrera del país en los equilibrios políticos y en la preciada gobernabilidad. Superadas las desconfianzas iniciales sobre el rumbo que tomará la hipotética administración de Alberto Fernández, fundadas en la mala relación que tuvieron con Cristina Fernández de Kirchner en los últimos años de su gobierno, los principales integrantes de la CGT empiezan a definir cómo se van a expresa sus compromisos con el nuevo Gobierno y cuáles serán sus demandas.

El acuerdo entre el mundo sindical y el candidato peronista parte desde una coincidencia obvia: la necesidad, inevitable ya, de rediscutir el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). A esta altura de los acontecimientos, es una verdad de Perogrullo que las metas acordadas por el Gobierno con el organismo no solo son imposibles de cumplir, sino que además atentan contra cualquier intento de volver a poner en marcha el aparato productivo.

Los cambios en los términos del acuerdo, que disiparán cualquier posibilidad de incumplimientos unilaterales, son entonces el primer movimiento que dará paso a medidas para "oxigenar a los trabajadores y a los jubilados". Ese es el eufemismo con el que uno de los principales dirigentes de CGT bautizó a lo que sería un shock redistributivo inmediato que mejore los ingresos y empuje el consumo. Resta resolver la forma que tendrá y, sobre todo, acompañado de qué medidas macroeconómicas se implementará, de manera que no reavive una posible carrera entre salarios y precios. 

Esta semana, en una de las múltiples entrevistas que brindó, Fernández cargó contra la rentabilidad de los bancos y de las empresas energéticas. "Entre los bancos y los jubilados, yo elijo a los jubilados", arengó anticipando cuál será la hoja de ruta. Para evitar una puja que eleve la conflictividad, evalúa convocar a un pacto social que canalice las negociaciones tripartitas (patronales, sindicatos y Estado) a través de mesas sectoriales que consensúen los términos de los acuerdos.

La receta no es novedosa, pero los gremios valoran que, a diferencia de lo que ocurrió durante el ciclo Cambiemos, cuando la productividad era la prenda de negociación, durante el gobierno que viene el eje va a estar puestos en la mejora en las condiciones de vida. La intención es que si estos ámbitos resultan como espacio de negociación, las organizaciones gremiales respeten los plazos de revisión salarial acordados en las paritarias firmadas este año. 

El pacto incluye que la principal central obrera del país tendrá una opinión vinculante en la designación de los futuros ministros de Trabajo y de Salud. Durante su encuentro con sindicalistas en la sede de UPCN, un mes atrás, Fernández ya se había comprometido a devolverle la jerarquía de ministerio a esas carteras.

"No hablamos de nombres ni pedimos poner nosotros al ministro", aclaró otro enconado gremialista que sí reconoce que participarán en la elección de los ministros vinculados a los intereses sindicales. Además del evidente interés sobre la cartera laboral, la gestión de las obras sociales está estrictamente vinculadas a la conducción del Ministerio de Salud. "No es capricho. La mitad de la población accede a la salud a través de las prestaciones de las obras sociales", señalan desde la cúpula gremial.

EL DÍA DESPUÉS. Sin desestimar el innegable rol de Héctor Daer en el acercamiento del sindicalismo y la cercanía de Víctor Santa María con el candidato presidencial, Fernández cultiva un diálogo descentralizado, radial, con varios jefes cegeteistas. El contacto simultáneo le garantiza la contención de todas las tribus que conviven en la CGT, incluso aquellos que inicialmente respaldaron la candidatura de Roberto Lavagna.

Confiados en que Fernández deberá dotarse de "tropa propia" una vez que llegue a la Casa Rosada, la libido política del sindicalismo, aunque lastimada por el cierre de listas, empieza a ver la posibilidad de volver a ser un factor de poder en el Ejecutivo y la de ampliar la institucionalidad del futuro gobierno peronista.

La expectativa es incorporarse al dispositivo de poder del futuro presidente aportando a un nuevo equilibrio que pueda contrarrestar o dialogar con la potencia, numérica y orgánica, de la estructura que le responde a la ex presidenta.

"Alberto llega a la presidencia sin una estructura propia, pero con una importante capacidad de diálogo con todos los sectores del peronismo. Es factible pensar que habrá contención para la CGT allí dentro", analizó un dirigente que recuerda que "fue un mal trago" la exclusión de las listas de candidatos de la central, en detrimento de dirigentes del sindicalismo opositor. 

Ese eventual bloque de poder interno se replicaría también en el Congreso, porque incluiría también la participación de los gobernadores. Durante los últimos años, la central obrera consiguió un aceitado ida y vuelta con diputados y senadores de las provincias, que permitieron frenar los principales proyectos de reforma laboral impulsado por Cambiemos. Ahora, confiados por el resultado arrasador de la fórmula Fernández-Fernández, el mundo sindical también quiere poner a disposición su principal institución para reforzar la legitimidad del próximo gobierno.

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