Un automovilista ebrio perdió el control de su automóvil y volcó en la autovía Nicolás Avellaneda, en inmediaciones de la rotonda de la avenida San Martín, en Barranqueras; los menores motociclistas intentaron evitarlo pero, a toda velocidad, terminaron protagonizando un choque en cadena.

Los chicos regresaban del autódromo, donde se habría realizado una serie de picadas. David Leyes, la víctima fatal del siniestro, era un reconocido "wilero”, habituado a "colgarla” en la avenida Castelli, en la zona del acceso a Puerto Vilelas.

El resto de los adolescentes también se reconocen como "wileros”, aunque admiten que la destreza de David era superlativa. Muchos de sus amigos de Facebook, desconociendo las circunstancias de su muerte, lo despedían a través de las redes sociales aceptando que "murió en su ley”. El reporte policial revela que las motocicletas habían sido alteradas y que no contaban con las medidas de seguridad provistas de fábrica, como espejos retrovisores, faros delanteros y traseros y carenados plásticos.

"Otro wilero que se va al cielo”, es una frase repetida en muchos muros de grupos de jóvenes aficionados a esta práctica, que recuerdan a Mauri Benítez, muerto también trágicamente en diciembre pasado, y que se multiplican exponencialmente sin que alguien se ponga el saco y procure para evitar desenlaces fatales. Podría decirse que no es momento para reproches, pero cada minuto que pasa es un paso más hacia más muertes absurdas y perfectamente evitables.

 

El 27 de octubre de 2014, publicamos en esta columna esta fotografía (abajo) de David Leyes haciendo gala de su habilidad, con un acompañante, en un artículo referido a los "cursos” que dictaba un grupo de "wileros”, que titulamos "Curso de wileada: ¡Colgala ya!”, tal como prometían a los interesados a través de varias cuentas de Facebook con las que nos habíamos topado. Según esos comentarios, los "cursos” se dictaban en la avenida Sarmiento y en el Parque Urbano Tiro Federal, sobre la avenida Castelli.