La oportunidad de Lifschitz

La oportunidad de Lifschitz

Luego de unas elecciones donde los socialistas se recibieron de políticos, porque no dudaron en realizar cualquier maniobra para ganar las elecciones, quedó demostrado que el Frente Progresista, con la pérdida 270 mil votos en ocho años,  está herido de muerte.  

Lo cortés, no quita lo valiente

Tras los festejos del triunfo, Miguel Lifschitz hizo declaraciones mesuradas contraponiéndose a las eufóricas expresiones “patoteriles y desubicadas” por parte el gobernador y de funcionarios de primera línea. 

El nuevo gobernador debe saber que hay 70% de la población que nos los votó porque está en contra de la gestión socialista y por el autismo de los funcionarios ante los temas preocupantes como el de la seguridad y el narcotráfico. 

Cómo nunca antes, el gobierno profundizó la grieta entre “Ellos” y “Nosotros” en la sociedad pero especialmente entre  los medios de comunicación, como lo describió muy bien Mariano Panicceli en su nota en el diario La Capital de Rosario. No puede un gobierno que se dice democrático, pluralista, abierto y de consensos; discriminar, perseguir y descalificar a medios que no se alinean con el discurso oficial. No puede un Secretario de Información Pública de la Provincia enviar un twitter al colega Pablo Benito con la palabra LTD (la expresión de Maradona: “la tenés adentro”) por responderle su polémica nota, menos que Daniel Canabal -el ideólogo de las persecuciones a colegas, pero actual Presidente de la Empresa de Radio y Televisión Santafesina- me insulte por las redes sociales por haber cumplido el rol de informar día a día sobre el escrutinio definitivo y no reconocer el triunfo de Frente como hicieron casi todos los medios que reciben pauta oficial. No es bueno que un Ministro del Gobierno se ufane ante colegas diciendo que pasarán 20 años antes que Sin Mordaza vuelva a tener una pauta con el gobierno. 

Los aduladores y serviles que rodean a los funcionarios de turnos, quieren llevar siempre el diario de Yrigoyen al escritorio del jefe, sin importarle el daño que le ocasionan, aislándolo de la realidad.

Lifschitz tiene la oportunidad de recomponer las relaciones con todos los sectores de la sociedad que no se sienten escuchados por este gobierno y en especial con los medios críticos, porque lo ayudarán en su gestión. Si le va bien al gobierno, nos irá bien a todos los santafesinos. No somos necios ni opositores de nadie, queremos ser la voz de las minorías, que ahora, todas juntas, suman el 70% de la población.

Todo esto que venimos planteando hace tiempo desde esta columna fue plasmado en una magistral síntesis por el periodista Luis Novaresio en su espacio del diario La Capital y quiero compartirla con nuestros lectores:

 

Carta abierta al gobernador electo

Miguel Lifschitz asumirá su mandato con la menor de diferencia de votos de la democracia moderna. Esa será el acta bautismal de una gestión que estará obligada a escuchar a todos los sectores. Por Luis Novaresio 

Lo primero, la felicitación. Como a cualquier funcionario electo en las urnas de la democracia. Y el respeto por la militancia en las instituciones. De allí, algunos señalamientos. Urgentes e imprescindibles.

Sepa, Miguel Lifschitz, que asume su mandato con la menor diferencia de votos de la democracia moderna de casi todos los Estados de la Nación argentina. Esa es su acta bautismal. Los historiadores citan algunos casos bonaerenses del siglo XIX o un episodio similar en una provincia del norte, no hace tanto. Pero con el valor simbólico que implican 1496 votos, bien podría decirse que su elección es el caso más crítico de comicios reñidos.

Ni las estadísticas ni las matemáticas son buenas para representar emociones de fondo. Hablar de porcentajes de mortalidad infantil, por ejemplo, es licuar cómo se trunca la historia de un crío único e irrepetible que no puede desarrollar su nombre individual, su historia y sus sueños particulares, sus deseos familiares, no referidos por un número. Y sin embargo, aquí las cuentas son demostrativas. No es que usted se impuso por 1496 sufragios. Es que sobre 1.906.199 votos positivos santafesinos, sólo la tercera parte le dijo que sí a quien el 10 de diciembre se sentará en la Casa Gris.

Con eso bastaría para recordarle, ingeniero, que su gobierno no tendrá lugar para la soberbia del poder. Usted está obligado a ser un gobernador humilde, sencillo y receptivo. No es su opción. Es su mandato. Como, debe decirse, no supieron serlo de manera cabal sus antecesores.

Un primer gesto en ese sentido sería recibir ya mismo a Omar Perotti, Miguel Del Sel, Oscar Martínez y Octavio Crivaro para escucharlos. Nada menos. Y, quizá, para sumar el apoyo de hombres y mujeres de sus agrupaciones que sepan hacer el trabajo desde el conocimiento sin importarles el color partidario. El socialismo que usted representa se olvidó de escuchar. No escuchó a los opositores numerosos y, especialmente, a los que disintieron desde las minorías de la cantidad pero no del argumento, a las organizaciones sociales, a los periodistas y, con flagrante evidencia, a los vecinos. Uno puede gobernar con la chance de conseguir los votos de los senadores o diputados que le faltan para hacer mayorías. Uno puede estigmatizar siempre a las organizaciones barriales, de base o de izquierda, como funcionales al conflicto por el conflicto mismo. También puede privilegiarse en el trato (personal y de todo otro tipo) a los periodistas que sólo alaban y despreciar a los críticos. Todo eso, se puede. Lo que no ocurre sin consecuencias es ignorar el incontrastable mensaje potenciado por el reclamo de la mayoría de la ciudadanía que se expresó con claridad diciéndole que no a un proyecto que nació hace ocho como renovador y que recibió la confianza de quienes no querían más lo mismo que se había vivido desde la recuperación de la democracia.

Porque ése fue uno de los secretos del socialismo y del Frente Progresista (cada vez menos frente por la aceptación mansa de los radicales) que pareció olvidarse. Haber sido ungido como renovación, cambio, alternancia en el ejercicio del poder concentrado desde José María Vernet desde el corazón del peronismo que supo pendular entre los 90 reutemistas y los supuestos progresismos más modernos. Algo debió haber pasado para que en dos elecciones, siete de cada 10 vecinos, se insiste, le hayan perdido la fe a ese recambio de pensar.

¿Habrá sido ejercer el poder con la misma petulancia que se criticaba desde el llano? ¿Habrá sido enredarse en la búsqueda de una burocracia propia en la que confiar, sólo de sangre afín, para apartar al que no pasaba el tamiz de la pureza de los propios? ¿Habrá sido negar sistemáticamente el desesperado reclamo de seguridad en las grandes urbes provinciales, primero ninguneado por devaneos intelectuales estériles y luego acentuado por la ineficiencia manifiesta? Como sea, eso dijeron las urnas. La confianza se fue perdiendo y el triunfo fue por poco.

Todo indica, gobernador electo Lifschitz, que su “luna de miel” política, que se le concede por 100 días a los que llegan, será exigua. O inexistente. Será imprescindible que usted designe a un ministro de Seguridad que sepa del tema. Alguien que se queje poco de la evidente ausencia de ayuda nacional y motorice una solución provincial concreta. Que evite el discurso de academia y se adentre en la realidad de las calles azotadas por la delincuencia. Que reclame con el cuerpo y la ley del federalismo la presencia de fuerzas nacionales persiguiendo el narcotráfico y acompañando a las víctimas de este delito. Será necesario que convoque a una reforma política adulta que corrija el modo de su propio nacimiento a la Gobernación por tan pocos votos y que entonces dé la chance de un sistema como ballotage garantizador de la legitimidad de origen. Y que se concrete, de una vez por todas, la autonomía política y económica de los municipios.

Por fin, gobernador electo, se espera que usted honre su trayectoria como administrador. En Rosario, en la Intendencia, se destacó por ser quien más privilegió el control del día a día de los servicios públicos, de lo que cuenta en la vida cotidiana de todos, antes que en el discurso de pretendida “alta política”. Nadie pretende un gobernante que abdique de sus ideas y utopías principistas, pero todos esperamos que para alcanzarlas camine por el sendero de las concreciones y no en el de los discursos que siempre expresan peroratas irrealizables. Una comunidad es más justa y más digna con el aseguramiento del derecho de todos al desarrollo del trabajo, de la tranquilidad pública y de la expresión de sus ideas con hechos y no con slogans. Con muestras palpables de cosas palpables y no con sueños de aires más puros que no se definen.

Gobernador electo Lifschitz: usted es una persona de bien que merece nuestro respeto. Los santafesinos somos hombres y mujeres de trabajo con postergaciones fundamentales que reclamamos actitudes concretas: humildad, seguridad, trabajo y reconocimiento de que somos los que lo mandamos y no al revés. Por todo esto, que tenga la mejor de las suertes.

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