En las 43 hectáreas usurpadas a mediados del año pasado sólo quedaron las casillas construidas con maderas e inclusive materiales de construcción. Con las inclemencias del clima, la mayoría de las miles de familias se alejaron. Inclusive la carpa del piquetero Raúl Castells no se encuentra más.
Con las tormentas que se produjeron en los últimos ocho meses y la falta de asistencia del Estado, muchos de los okupas del asentamiento del barrio Pirayuí fueron desistiendo de su intención de quedarse en los desolados terrenos a soportar las condiciones climáticas. Sólo quedaron aquellos que verdaderamente necesitaban y que optaron por construir sus casillas o remendar las carpas luego de cada inclemencia del tiempo.
De esa forma en los terrenos pueden encontrarse casillas y carpas levantadas con maderas y materiales de construcción, pero son pocas en comparación de la gran cantidad de okupas que fueron durante el 2012.
En la mayoría de los terrenos del Pirayuí actualmente sólo pueden encontrarse restos de carpas y precarias casillas, como por ejemplo en la zona del Puente Blanco y del arroyo Pirayuí. En algunas partes de los terrenos, como en la zona de las torres de electricidad, los okupas fueron relocalizados en las cercanías para evitar inconvenientes durante las tormentas, pero hoy en día no hay más que malezas y arbustos.
Un dato llamativo es que luego de tantos meses, en las proximidades del puente blanco no se encuentran siquiera rastros de la carpa del Mijd, comandado por el líder piquetero Raúl Castells, desde donde los habitantes del asentamiento organizaban las reuniones y negociaciones con intermediarios judiciales y recibieron la visita de funcionarios y legisladores. En los inicios de las usurpaciones, la carpa fue levantada con el objetivo de ser una universidad popular, pero con las sucesivas tormentas fue destruyéndose y actualmente no quedaron siquiera los restos.
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