Ocho claves de la salida del secretario que soñaba ser superministro

Ocho claves de la salida del secretario que soñaba ser superministro

Desde el pacto social que no fue hasta las tasas que bajan lentas, el recambiado ministro ni si quiera fue dueño de sus goles.

"Nadie pasa facturas, pero tal vez no hizo un proyecto a la altura de las necesidades de la política; todos nos equivocamos”. Así describía el martes pasado un ministro del gabinete la situación de quien por entonces era su colega en Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat-Gay, luego de que no apareciera en las primeras fotos que discutían un nuevo proyecto de Impuesto a las Ganancias.

Cada vez más voces empezaban a hablar de la “incomodidad del ministro”, que tal vez soñaba con ser eso, un superministro, cuando el marco del gobierno de Cambiemos lo requería apenas como un secretario de Estado. No por nada quien sí era secretario de Finanzas, Luis Caputo, sigue ahora con chapa ministerial. Y se suma con ese rango un econo-columnista de televisión, como Nicolás Dujovne, ex Fundación Pensar. Las expectativas de más poder, tal vez, fueron fueron el malestar inicial de Prat-Gay, que nunca se resolvió.

Si no, basta ver cuántas ideas macro de Prat-Gay quedaban en apenas opiniones en un gabinete ultradividido y coordinado por Mario Quintana y Gustavo Lopetegui desde la jefatura de Gabinete que conduce Marcos Peña, que hoy reconoció que hubo “diferencias de equipo”. Raro este gobierno que elogia a los que se van. Como Quintana habló del “extraordinario trabajo” de Isela Costantini expulsada de  Aerolíneas Argentina, o  ahora el propio Peña que enumeró éxitos del funcionario que se va a fin de la semana. Sin embargo, aquí, un listado de lo que Prat-Gay quería y no concretaba, y de otros problemas que incluso relativizaron algunos de sus éxitos:

1 – Pacto social. El 7 de diciembre de 2015, antes de asumir, anunciaba que para el 15 de enero de este año habría un “pacto social” para encauzar las variables de precios e ingresos. Eso nunca ocurrió. Insistió a mediados de año, y sólo se llegaron a armar mesas “sectoriales” luego de que lo pidiera el Papa Francisco.

2 – Devaluación a precios. “La devaluación ya está asumida”, decía también por entonces Prat-Gay, para relativizar el traspaso a precios que iba a tener el salto en el dólar tras levantar el cepo cambiario. Su caballito de batalla era que el costo de vida ya venía moviéndose según los designios del blue, pero la realidad no pareció ser así del todo y el salto inicial a $ 16 se sintió en el primer semestre, y para algunos economistas aún se está pagando el precio por ello. Prat-Gay, de hecho, se preocupó por defender su postura incluso hasta hace unos meses, cuando era capaz de mandar a las redacciones gráficos que sostenían su tesis.

3 – Las tasas. Siempre tuvo diferencias con el jefe del Banco Central, Federico Sturzenegger, sobre el ritmo al que tenía que bajar la tasa de interés de referencia para reactivar la economía. Esa diferencia era una fortaleza para el jefe del ente monetario, porque ratificaba la independencia del organismo. Pero era un límite permanente para la voluntad del hoy ex ministro que soñaba con un rebote más rápido luego del ajuste. Se redujo paulatinamente hasta el actual 24,75%, pero siempre más  despacio de la voluntad del funcionario que ahora va al sur a despedirse del Presidente.

4 –  La reactivación. Varias veces Prat-Gay preanunció la recuperación de la economía. Se animó a ver señales de que se tocaba fondo en los indicadores aún antes de que ocurrieran. La teoría del segundo semestre, que él no inventó, lo expuso a dar explicaciones sobre toda la gestión, cuando él sólo manejaba, mal que le pesara, sólo la caja de las cuentas públicas y el acceso al financiamiento.

5 – Sequía de inversiones. También quedó expuesto porque hizo carne la promesa de lluvia de inversiones. Bajaba el mensaje a empresarios locales de que si se dormían los arrasarían los capitales internacionales. Los chicaneaba con una nueva etapa de la Argentina donde jugarse ahora era más rentable que si se esperaba unos meses. Todo sería positivo a mediano plazo. Puso un contador de inversiones en la web del ministerio. Armó un resumen semanal de noticias de su gestión por Twitter. Recorrió foros, asambleas y cuanto encuentro en organismos internacionales hubo. Vendió nueva era para atraer inversiones pero ahora él se va. Cuesta  imaginar a un inversor que le estaba creyendo y que iba a gatillar un desembolso. Si él se va, por qué avanzar con un proyecto.

6 – Los mercados, sí pero. El arreglo con los holdouts, la medida más elogiada por economistas de todos los colores ideológicos, es un gol que ahora pareciera haber sido reconocido más al “jugador” Luis Caputo, que sigue como ministro de Finanzas, que al “técnico” Prat-Gay, recién echado. Además, el mayor beneficio del regreso a los mercados, la baja en el costo del financiamiento, se truncó rápido con el cambio de condiciones financieras internacionales, tras el triunfo de Donald Trump en Estados Unidos y la suba de tasas de la Reserva Federal, todo lo que hace prever un 2017 menos grato para ir a manguear a los mercados. Pensar que hubo tanto amor de Prat-Gay con Jack Lew, secretario del Tesoro en Estados Unidos de Barack Obama: en enero estarán ambos fuera de sus gobiernos.

7 – Metas que se escurren. Como ministro de Hacienda, que era visto más como “un secretario” por el Presidente, Prat-Gay tenía un objetivo que era manejar las cuentas públicas. Puso la  meta de déficit fiscal para este año del 4,8%, pero roza más el 5% al cierre del año, o aún más si no se toman los ingresos del blanqueo. Para el año que viene, pensaba en 4,2%, pero todos los pronósticos lo veían por encima. Es difícil culpar a Prat-Gay por ello, cuando la plata extra fluyó siempre para garantizar la gobernabilidad de un presidente no peronista como Macri. Pero es cierto que tras asegurar paz con gobernadores, sindicalistas y piqueteros, el ojo se puso sobre todas las demás partidas, desde Aerolíneas Argentinas (que eyectó a Isela Costantini) hasta Ciencia (con el equilibrista Barañao) o la Biblioteca Nacional, donde le piden rigurosidad a Alberto Manguel. ¿Habrá terminado de salir Prat-Gay también porque le pedían cortar más?

8 – Diseño de políticas. Si Prat-Gay soñaba con ser superministro era difícil ver, más allá del fin del cepo y el arreglo buitre, dónde metía él mano en la definición de medidas, con el fuerte peso del ex Pegasus Mario Quintana en el plano financiero (desde los fondos buitres hasta el blanqueo con pago a jubilados), y del ex LAN, Gustavo Lopetegui en el monitoreo cotidiano de ingresos y gastos. Encima, cuando le puso el sello a un proyecto como Ganancias, coincidió con el error político de Cambiemos en el Congreso y terminó corrido de la discusión que terminó cerrando esa herida. PERFIL lo fotografíó el miércoles pasado saliendo de su casa mientras todo se cocinaba  de la mano de Quintana y Rogelio Frigerio, el ascendente Ministro del Interior.

La salida de un Ministro de Economía (por más que se llame de Hacienda) en diciembre en la Argentina podría haber sido una bomba política y económica. Por ahora esta vez da la impresión de otra cosa. Suben los depósitos en dólares y el tipo de cambio “es problema” porque baja aún con devaluaciones en la región, y todo por el blanqueo, medida que regenteaba Prat-Gay. El Presidente descansa en Villa La Angostura. Entonces, ¿se viene un cambio de política macro en camino? No parece. Sí más un sinceramiento, como le gusta decir a la comunicación de Cambiemos, de que las decisiones se toman en la Casa Rosada y de que en las manzanas de alrededor, hay apenas asistentes. Los problemas siguen siendo los mismos, una reactivación que tarda, empleos perdidos que aún no se recuperan y un mundo más complicado. El partido se juega de acá a octubre, cuando lleguen las elecciones legislativas. Con gabinete más licuado, Macri arriesga más. Si arranca la economía, el recambio será una anécdota. Si no, un punto de inflexión.

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