Los obesos son cada vez más, pero en las ciudades casi ni los registran

Para viajar, ir al dentista o a la peluquería, o incluso en los restaurantes, no se tiene en cuenta su tamaño.
Las butacas adaptadas para personas con obesidad mórbida en el Teatro San Martín, que presentó el Gobierno de la Ciudad en diciembre, o el veto a la Ley que impone asientos más grandes en bares y restaurantes reflotaron el tema de cómo los espacios públicos plantean obstáculos a los obesos, que son cada vez más en la Argentina.

Además de asientos en cines y teatros, el especialista en nutrición, Alberto Cormillot, señala que puertas giratorias, inodoros, butacas de peluquerías y dentistas, pasillos en aviones, asientos en colectivos, y otros espacios fueron concebidos “para personas flacas”. Según el Ministerio de Salud, el 53,4% de los argentinos padecen sobrepeso y la obesidad trepó del 14,6% en 2005 al 18% en 2009. Un 1% es lo que se estima que crece la epidemia anualmente: 400.000 nuevos obesos por año, 1.100 por día.

“Mientras existan, los gordos necesitan un espacio en este mundo. La sociedad los produce y debe hacerse cargo”, afirma Cormillot. Opina que las barreras arquitectónicas llevan a las personas obesas al aislamiento y fomentan el desprecio. La intolerancia es alta: según nuevos datos del INADI, la obesidad o el sobrepeso figuran entre los tipos de discriminación más frecuentes, solo superados por el nivel socioeconómico.

La ley de obesidad busca atenuar las diferencias, prohibiendo tarifas “especiales” en el transporte público. Pero el tema es polémico. En micros de larga distancia, por caso, una persona obesa se ve forzada a adquirir un pasaje en coche cama suite o a lo sumo ejecutivo, con lo cual está pagando un precio extra.

La solución no es sencilla.

El arquitecto Claudio Borgoglio, especialista en accesibilidad, opina que “es muy difícil diseñar ciudades que incluyan a los diferentes”: “¿Cuántos asientos habría que habilitar para obesos en los cines, teatros, estadios de fútbol? ¿Dónde estarían ubicados?

Agustín de la Vega, experto en arquitectura y planeamiento, admite que en diseño urbano “todo está hecho a medida de un modelo estándar de persona que representa a la mayoría”, pero piensa que no es “imposible” concebir cambios que incluyan a obesos. Por ejemplo, en el transporte público o en estadios podrían instalarse butacas adaptables, que se dividieran en dos o se convirtieran en una individual.

Cuando era diputado nacional, Lisandro Viale, presidente del Partido Socialista de Entre Ríos, presentó un proyecto para incorporar al menos dos asientos adaptados para obesos en transportes. “Este año lo presentamos en la legislatura provincial y no tuvimos suerte”, se lamenta. “Los espacios se achican en vez de agrandarse, para que entre la mayor cantidad de gente en el menor lugar”, concluye.

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