La obesidad infantil y los padres

La obesidad infantil y los padres
El sobrepeso de los niños conforma uno de los problemas de salud pública actuales y se inscribe como una de las enfermedades no transmisibles más graves del siglo XXI.

La obesidad infanto-juvenil es una enfermedad compleja, cuya etiología puede deberse a múltiples factores: trastornos nutricionales, socio-ambientales, genéticos, metabólicos y hábitos de vida. Por ello es importante a la hora de estudiar y tratar los casos de obesidad infantil, conocer los perfiles nutricionales familiares y sus esquemas genéticos. El riesgo de obesidad de un niño, es 4 veces mayor si uno de los padres es obeso, y aumenta a 8 veces si ambos lo son.

Una noxa (agente externo que produce algún malestar) no detectada en forma precoz puede determinar secuelas que dan lugar a una calidad de vida y futuro no adecuados ni deseados para el niño. Lo delicado es que está proyectando una obesidad adulta, con problemas graves comprometedores como la hipertensión, diabetes tipo II, dislipidemia, entre otros. Hasta tal punto es así, que la siguiente generación podría tener una esperanza de vida menor que la actual. Algunos estudios indican que la obesidad acorta la esperanza de vida en 13 años.

Su tratamiento no debe ser dietético solamente, ni basarse en la restricción calórica sino que debe realizarse a través de una dieta saludable, que prevenga los trastornos metabólicos (estos trastornos metabólicos, conforman lo que se llama síndrome metabólico, que es una asociación de variables de riesgo cardiovasculares: hipertensión, dislipidemias, obesidad y diabetes tipo II), y optimice el balance energético.

En el tratamiento dietético, debe considerarse, además del tipo de alimentos a consumir, las combinaciones entre ellos, u horarios y preparaciones. Es necesario promover y difundir las soluciones existentes: modificar hábitos, estilos de vida, alimentación, actividades físicas, y cambio sicológico familiar al respecto.

En la actualidad hay 3 veces más niños obesos que hace sólo 15 años siendo en Argentina y en Mendoza, espectacular y preocupante el crecimiento del sobrepeso y obesidad infantil. Esta proporción es, para algunos especialistas, del 18-20%. Para otros es del 26,2 % de la población infanto-juvenil de Argentina.

Como parte de la lucha de la epidemia de obesidad infantil, la OMS formuló en 2004, a petición de los Estados miembros, una estrategia mundial que está dirigida a los cambios de conducta y normas que ayudan a las personas para que tomen decisiones saludables en su vida diaria, tanto para los mayores como para sus hijos o personas a su cargo. Estos especialistas expresaron que hay que tratarlos apenas detectada la patología, y colocarlos junto a sus padres, bajo un programa especializado, interdisciplinario, para ofrecerles un futuro de vida sana.

Este tratamiento se basa fundamentalmente en los siguientes aspectos:

Primero: información, aprendizaje y compromiso de los padres sobre conocimientos de la calidad, combinación y preparación de los alimentos, como así también sobre la calidad energética de los mismos (calorías).

Segundo: realizar una buena anamnesis (examen clínico que reúne todos los datos personales, hereditarios y familiares del enfermo, anteriores a la enfermedad) por parte del pediatra coordinador del programa, e historia clínica del paciente que reflejen, entre otras cosas, el estado general del paciente al iniciar el tratamiento, su perfil genético, IMC (índice de masa corporal), laboratorio, entre otros puntos como son: peso, talla, presión arterial.

Tercero: las conductas y hábitos nutricionales estarán evaluados y tratados por un equipo de nutricionistas, educando, comunicando y proporcionando las instrucciones necesarias para su adaptación a la disminución de las calorías y remplazar los nutrientes en sus costumbres, ofreciendo a los padres otros tipos de preparación de las comidas. Además del niño, son los padres, el entorno familiar y la comunidad, la piedra angular para el éxito.

Cuarto: entrar en el cambio de la psicología familiar produciendo nuevos hábitos, bajo la consulta y vigilancia permanente psicológica. Este paso estará enmarcado por el acompañamiento grupal familiar y la atención individual del niño, hacia una mejora de la autoestima y autocontrol frente a los alimentos.

Quinto: las actividades físicas del niño durante el tratamiento deben estar bajo el cuidado del profesor de educación física. Estas actividades físicas serán aplicadas en forma paralela a la dieta, siempre y cuando lo indique su compromiso y posibilidad física y autorización del pediatra

coordinador.

Sexto: este tratamiento incluye charlas, cursos, jornadas, trabajos comunitarios, entre los que prevalecen los programas y eventos de autoestímulo: "Sonrisas con salud", "Gramo por gramo", "Lo que yo pierdo, tú lo ganas". Son programas sociales, de revalorización de la autoestima, que se complementan con otras actividades en conjunto, teatro y otras al aire libre.

Séptimo: como parte del tratamiento, periódicamente se le entregará a los pacientes y a sus padres, cartillas explicativas dirigidas a generar información, comunicación, educación, promoción y prevención para una alimentación y nutrición adecuadas.

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