Obama se despidió de la ONU con una velada crítica a Trump y al “populismo vulgar”

Obama se despidió de la ONU con una velada crítica a Trump y al “populismo vulgar”

Asamblea General de Naciones Unidas. Criticó los muros que “encarcelan a los países” y el “nacionalismo agresivo de la extrema derecha”. 

Había enorme expectativa por escucharlo. Era su discurso de despedida ante los líderes del mundo, en un planeta convulsionado por el terrorismo, guerras civiles y refugiados que escapan de las bombas, desigualdad y racismo. El presidente Barack Obama –que dejará la Casa Blanca en enero de 2017– decidió entonces decir adiós ayer con un fuerte mensaje contra “el populismo vulgar”, el “nacionalismo agresivo”, la política de “hombres duros” y el levantamiento de “muros”, una advertencia a nivel global, pero que también se leyó como un fuerte mensaje para el pueblo estadounidense a pocas semanas de las elecciones.

En un discurso pronunciado con su clásico tono pausado pero decidido, con silencios en los momentos justos para crear expectativa, Obama no mencionó jamás a una persona en particular, pero buena parte de su mensaje en la apertura de la Asamblea General de las Naciones Unidas tuvo como particular destinatario al estadounidense Donald Trump, el candidato republicano que se postula para reemplazarlo el 8 de noviembre, aunque también el presidente ruso Vladimir Putin recibió lo suyo.

El presidente hizo una fuerte defensa de la democracia liberal, aunque dijo que no hay que imponerla por la fuerza. También reivindicó los beneficios de la globalización, aunque admitió que deben hacerse correcciones para evitar las desigualdades que acechan al planeta. A nadie escapó que Trump propugna revisar los pactos de comercio mundial y señala que la globalización es peligrosa.

“Estamos viendo que las mismas fuerzas de la integración global que nos hicieron más interdependientes también exponen las fallas profundas del actual sistema internacional”, que permiten “una desigualdad cada vez mayor entre los más ricos y los más pobres”, señaló Obama. “Esta es la paradoja que define al mundo hoy. Pero la respuesta no puede ser un simple rechazo a la integración global. Debemos garantizar que los beneficios de esta integración sean compartimos de manera más amplia”, agregó. En ese sentido, el presidente fue tajante. “Debemos rechazar todas las formas de fundamentalismo o racismo o la creencia de una superioridad étnica. Debemos abrazar una tolerancia, que respete los derechos humanos”, reclamó desde el atril del recinto de mármoles verdes, colmado de mandatarios que no quisieron perderse ese histórico discurso.

Y enseguida Obama sumó un palo mucho más directo contra Trump: “El mundo es demasiado pequeño para que nosotros simplemente construyamos un muro y queramos que eso no afecte a nuestras sociedades. Una nación rodeada por muros sólo se encarcela a si misma”. Además de la pared en la frontera, el magnate planea expulsar a los inmigrantes ilegales y prohibir el ingreso de musulmanes.

Obama pareció hablar de Europa, que se debate en una crisis de refugiados y de la salida de Gran Bretaña de la Unión, además de Trump y de Putin, cuando bregó contra “el fundamentalismo religioso, la política de la etnia, la tribu o la secta, el nacionalismo agresivo, el populismo vulgar, a veces de la extrema izquierda pero, con más frecuencia, de la extrema derecha, que intenta recuperar lo que ellos creen que fue una era mejor, más simple, libre de contaminaciones”.

El presidente repudió la política de los “hombres fuertes” y lo hizo de una manera que recordó tanto a Trump como a Putin, quien no estuvo este año en la Asamblea. “Algunos argumentan que el futuro favorece a los hombres fuertes. Creo que están equivocados”, aseguró. “La historia demuestra que los hombres fuertes al final se quedan con dos opciones: represión constante, que a su vez desata conflictos en el país, o buscar enemigos afuera, lo que lleva a la guerra”, concluyó.

Como para ratificar su legado, Obama hizo un balance de los progresos en los 8 años que estuvo al frente de la primera potencia mundial: desde la recuperación de la economía y el empleo tras la crisis financiera, las nuevas relaciones con Cuba e Irán, el renovado vínculo con China y también los avances para frenar el calentamiento global.

El presidente debía hablar después del brasileño Michel Temer, que como es tradición inauguró la Asamblea General. Llegó un poco tarde a la cita y el líder de Chad ocupó su lugar y un protagonismo inesperado. Obama, que disponía en teoría 15 minutos para exponer, casi triplicó esa cifra. Consideró que su despedida merecía más tiempo.

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