Nuevo intento de Cristóbal López para comprar activos de Petrobras en el país

Nuevo intento de Cristóbal López para comprar activos de Petrobras en el país

El propietario de Oil apuesta a ser dueño único y no socio de  los brasileños. Techint, que antes participó en la puja por similares bienes, sugiere desinterés. YPF guarda silencio. La petrolera brasileña inició la venta por capítulos de lo que le queda

Cristóbal López tiene un sueño recurrente, adicional al de disfrutar la armónica anatomía y buen carácter de su bella novia, la modelo Ingrid Grudke: quedarse con todos los activos de Petrobras en la Argentina y sin estar asociado de ninguna forma a la firma brasileña. Este anhelo ganaría chances de concretarse luego de los inminentes comicios presidenciales del país vecino y, en gran medida, según su resultado.

La hidrocarburífera brasileña tiene mayoría estatal y su gerenciamiento no es ajeno al criterio del partido gobernante. De ahí que la ratificación de Dilma Rouseff frente al gobierno de Brasil o su partida también tiene en vilo a ese gigante en retirada: María Das Gracas, titular de la empresa, es una incondicional de la actual mandataria.

Su plan de partida del país se está ejecutando en etapas y con contramarchas diversas. Originalmente había resuelto vender la mitad del 72% que tiene en Petrobras Argentina y para eso adecuó su estructura local achicándola y dejando cuatro directores y un presidente: dos serían para su eventual socio. Así, con la apropiada intermediación bancaria, los empezó a convocar y a negociar con cada uno las eventuales condiciones de esa cesión que hace más de un año terminó abortando.

Oil M&S, de Cristóbal López, no podía ser omitida del convite, en virtud de un acuerdo que suscribieron cuando la empresa brasileña le vendió más de trescientas estaciones de servicio y la refinería San Lorenzo, el primer capítulo de esta partida carioca en postas.

Según explica la compañía local, esa operación le confirió el derecho a ser “avisada” de cualquier otra venta para participar en la disputa. No se trata exactamente de un first refusal, figura común en el mundo de los negocios que le da a un oferente la preferencia de igualar la oferta de otro. Pero el mecanismo activado tiene una consecuencia similar.

López dio a entender  públicamente que el botín era suyo con la promesa de pagar 900 millones de dólares, echando por tierra el afán de cualquier otro rival. Pero la máxima jerarquía de Petrobras desmintió el cierre de la operación y la dejó en suspenso hasta este año, en que el Scotia Waterous la reavivó con nueva estrategia.

El viernes se recibieron ofertas por los pozos de la Cuenca Austral, activos que los brasileños tienen en Santa Cruz y que CGS de Eduardo Eurnekian mira con codicia desde hace tiempo. La primera venta de esta nueva serie con una mecánica renovada.

Entre otros bienes, Petrobras aún tiene una veintena de estaciones de servicio, la refinería de Bahía Blanca, planta industrial de Zárate, despacho de lubricantes en Avellaneda y, básicamente, explotaciones en Vaca Muerta (en sociedad con otras compañías). Quienes lo tratan con frecuencia dan fe de que el apetito de López es voraz y no para hasta tener lo que quiere, en particular en el ámbito de los negocios. Amén que anhela resarcirse de la frustración que sufrió hace un año.

La disputa por el botín

Sus allegados sugieren que esa operación habría abortado por el eficaz lobby de Techint, que participaba en la puja por los activos locales de la brasileña. Para Oil, el holding de Rocca habría convencido a los brasileños de la inconveniencia de asociarse con una firma con fuertes lazos con el gobierno argentino con el mensaje de que hacerlo podría atar la suerte del negocio a los avatares de la política vernácula. Idea no descabellada, pero difícil de constatar.

“Para nada hubo tal lobby”, descartó ante este diario un calificado vocero de Tecpetrol, la energética de Techint. “Si algo negociaron Paolo Rocca y Maria Das Gracas, fue la venta de tubos sin costuras. Petrobras es mucho más importante como cliente de Tenaris (proveedora de esos tubos utilizados en la explotación petrolera) que por los bienes que tiene en la Argentina. Y nuestra empresa representa apenas un 5% de la facturación total del grupo”, minimizó.

El mismo prioritario propósito de vender esos productos siderúrgicos moldearía su actual relación con Oil.  “Si algo nos preocupa es que Cristóbal nos siga comprando tubos”, insiste el hombre de Tecpetrol, bajando el perfil a los afanes de la compañía y a una eventual disputa con Cristóbal López.

Es muy factible que la puja alimente fantasías de unos y de otros. En su momento, la propia prensa de Brasil contribuyó a debilitar la operación cuestionando a López por sus empresas de juego. Para la moral brasileña, los casinos y actividades equivalentes son una manera de hacer más pobre al pobre, lo que conferiría a la operación cierto sesgo de políticamente incorrecta.

Petrobras ya soporta una situación de alto estrés por multimillonarias operaciones objetadas por corrupción, entre otras faltas de su administración parcialmente depurada, y ahora necesita concentrar recursos en su propio vasto territorio para consagrarse como líder del off shore. Siempre le irritó gastar varios millones de dólares mensuales para mantener la “paz social” en las provincias argentinas en las que produce petróleo (salarios a trabajadores asociados a equipos inactivos) y también le incomoda la dificultad para girar dividendos.

Su performance local no es mala. En el primer semestre del año tuvo una utilidad neta de 392 millones de dólares, un 84% más que en el mismo lapso del año anterior. Número que quizás habría podido ser mayor si en el 2010 no hubiera vendido el grueso de estaciones de servicio y refinería a Oil, justo cuando el precio de los combustibles había empezado a picar en punta ganando la carrera a cualquier índice de precios.

Pero más allá del resultado coyuntural, no parece faltarle razones para partir de la Argentina, cuya lógica política los hermanos brasileños no terminan de entender. Un saliente embajador regresó a Brasilia con el libro “Perón”, del norteamericano Joseph Page, con el que intentó desentrañar  lo que no pudo durante su gestión. Mientras, Cristóbal paladea la chance de quedarse con lo que sea factible en condición de único dueño. Algo más desafiante que el hallazgo del amor.

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