El nuevo estilo PRO para pelear el voto peronista en el conurbano

El nuevo estilo PRO para pelear el voto peronista en el conurbano

Un club de barrio, bombos y trompetas. Nada de globos ni de baile ni del electro pop de Tan Biónica. Crónica de la pejotización de Macri en el corazón del Gran Buenos Aires.

Los poco más de 26 kilómetros que separan la localidad de González Catán, en el corazón del partido de La Matanza, de la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, en pleno Parque Patricios, son mucho más que simples distancias territoriales.

Cambia la ecuación social, el paisaje urbano, los trazados de las calles, los medios de transporte pero, por sobre todo -o al menos así lo entiende el PRO-, la manera de hacer política.

El comité de campaña de la provincia de Buenos Aires del partido amarillo comprendió que en el territorio que domina el peronismo no alcanza con mesas, sombrillas y reuniones de dirigentes políticos y candidatos con vecinos. El modelo que el PRO quiere exportar es el de la gestión, no el de la maquinaria proselitista en el contexto porteño, que siempre dio sus frutos.

Con los buenos números de las PASO a cuestas y una carrera de final abierto por delante, de cara al 25 de octubre el PRO se peroniza para pisar más fuerte la profundidad del territorio que concentra al 37 por ciento del padrón nacional y atesora el botín electoral que define elecciones. Al menos, eso mostró este lunes en La Matanza, la meca peronista.

Globos no, bombos sí

Doscientos metros separan la estación González Catán del Ferrocarril Belgrano Sur del Club Deportivo y Social homónimo, donde el candidato a presidente de Cambiemos, Mauricio Macri, se presenta con su candidata a gobernadora, María Eugenia Vidal, para relanzar la campaña provincial.

Sobre la calle Simón Pérez, que sale de la playa ferroviaria y se abre paso entre los comercios, una camioneta blanca circulaba a muy baja velocidad arrastrando, por medio de un tráiler, un afiche del PRO. Sobre el techo, un parlante propala la voz del conductor del vehículo, que invita a los vecinos a presenciar el acto.

El Club Deportivo y Social González Catán está ambientado para la llegada de los candidatos amarillos, aunque con un estilo distinto al que acostumbra el PRO. En la esquina, un fiat de antaño ploteado con las inscripciones de campaña del macrismo adelanta que al club se ingresa por ese costado. Un pasillo corto desemboca en la cancha de fútbol de salón, que, como suele ocurrir en las asociaciones barriales, también funciona como arena de básquet.

Sillas de plástico, pancartas, banderas y hasta un grupo de jóvenes que tocan bombos, platillos y trompetas. El combo es inconfundible: define más a un acto típico de la liturgia peronista que a un evento político del macrismo, más afecto a los actos con poca cantidad de asistentes.

Meses atrás, para cerrar la campaña de cara a las PASO del 9 de agosto, Macri montó un acto en el Centro Asturiano de Vicente López, desde donde le habló a sus fiscales para motivarlos. A pesar de haber sido en un microestadio, y en territorio bonaerense, se repitió la estética PRO: música de Tan Biónica, escenario central al estilo norteamericano y jóvenes militantes con las remeras amarillas.

En González Catán no hay baile, no hay globos, no se escucha el electro POP de la banda musical fetiche del macrismo. Hay que hacer cola para conseguir un lugar en el microestadio. Hay que esquivar sillas de plástico y columnas de vecinos para llegar al escenario y las tribunas. Allí, los candidatos a intendente de Cambiemos de la primera y la tercera secciones electorales se agrupan, firmes, a la espera de Macri y Vidal. Son unos veinte postulantes a jefes comunales que “demuestran fuerza”. De fondo, murga.

El tiempo de espera es más de lo esperado y muchos de los dirigentes del PRO, incómodos en las tribunas señalizadas con papel y lapicera para que todos sepan dónde deben sentarse, se dispersan.

El anfitrión y candidato a intendente de La Matanza, Miguel Saredi, se mueve para todos lados. Mezcla de nervios y de pedido de fotos de los vecinos presentes, el ex massista baja y sube del escenario constantemente.

“Dale, vení”, le gritan desde el otro lado de la valla que separa al público de los dirigentes. Saredi se acerca, acepta un mate que porta la gráfica del PRO con el color amarillo y luego se presta para la foto.

En ese ínterin, el coordinador de la tercera sección electoral, el legislador macrista Federico Salvai, sube al escenario y los candidatos a intendente lo reciben como a un rock star. Aplausos y abrazos. Para ese momento, Carlos Regazzoni (Almirante Brown), quizás el más movedizo de todos, acumula fotos con vecinos mientras dialoga con Saredi.

El chef Martiniano Molina, que aspira a gobernar Quilmes, es de los más requeridos por los jóvenes, que le piden fotos una y otra vez. También están en la tribuna, armada para los candidatos, Gladys González (Avellaneda), Lucas Delfino (Hurlingham), Ezequiel Pazos (José C Paz), Diego Valenzuela (Tres de Febrero), Ramiro Tagliaferro (Morón), Julio Garro (La Plata), Alex Campbell (San Fernando) y Osvaldo Marasco (Ituzaingó), entre otros.

Se ve, además, a las legisladoras porteñas Karina Spalla y Victoria Morales Gorleri. Victoria hace campaña en La Matanza y es parte de la mesa coordinadora de ese municipio junto al intendente de Vicente López, Jorge Macri; el diputado Cristian Ritondo, Salvai y Saredi.

Fernando Niembro, complicado por la investigación judicial de sus millonarias contrataciones con el Gobierno de la Ciudad, no tiene protagonismo, pero se ubica en primera fila, del lado del público. Sigue siendo el primer candidato a diputado nacional por la provincia.

El ministro de Justicia y Seguridad de la Ciudad, Guillermo Montenegro; el secretario de Transporte, Guillermo Dietrich, y el ex candidato a vice de Elisa Carrió, el matancero Héctor “Toty” Flores, completan el elenco.

Detrás de los parlantes y abajo del escenario, con un furioso pantalón bordó, mira atentamente el primer candidato a diputado provincial y ladero de Jorge Macri, César “El Tuta” Torres.

Faltan cinco minutos para las cuatro de la tarde cuando Macri, Vidal, Daniel Salvador y Jorge Macri ingresan al microestadio y suben al escenario.

Flanqueados por dos pantallas gigantes, y cada uno a su turno, hablan el jefe de Gobierno, la candidata a gobernadora y los dos candidatos a intendente. El radical Salvador, compañero de fórmula de Vidal, no.

Macri y Vidal hacen foco en los fondos de la provincia de Buenos Aires y el líder del PRO promete duplicarlos y llevarlos a 13 mil millones de pesos en su primer año de gestión.

En un tiro por elevación a Daniel Scioli, el candidato a presidente del PRO acusa: la provincia de Buenos Aires “ha sido castigado”. Y promete que, si llega a la Casa Rosada, los bonaerenses “van a tener las mismas oportunidades” que el resto de los habitantes de la República Argentina.

“Decime si me equivoco”, le dice Macri a Vidal. Y agrega: “Por cada bonaerense, la Nación pone 40 pesos, pero 1.800 pesos en otras provincias”.

“No te equivocás”, le devuelve la pared la candidata a la gobernación bonaerense. “Un tercio de lo que cada bonaerense produce va a la producción nacional. No es justo que recibamos sólo el 18 por ciento de lo que reparten”, advierte.

Macri vuelve a atacar, jugado en busca del botín que lo puede llevar a Balcarce 50, sin reparar en posibles enojos de las otras 22 provincias: “El Gobierno provincial no supo defender a los bonaerenses, porque hoy la provincia de Buenos Aires no recibe los fondos que le corresponden”.

Minutos antes, un operador macrista le comentaba, entusiasmado, a este cronista: “Con Vidal, vuelve el fondo del conurbano; la idea es reactivarlo”.

Casi explícito

Envalentonado por los números de Vidal en la PASO del 9 de agosto, el PRO se le anima al PJ en el corazón del Gran Buenos Aires. En La Matanza, la principal fuerza opositora mostró señales inequívocas de pejotización. En la puesta en escena, al menos. Acaso buscando conectar mejor con el electorado de la patria chica peronista; tratando de penetrar ese núcleo duro del justicialismo.

El binomio de Cambiemos en la provincia de Buenos Aires fue el más votado en las primarias: acumuló 2.263.430 apoyos, que representaron el 29,43 por ciento total. No obstante, la suma de las dos fórmulas kirchneristas (Aníbal Fernández – Martín Sabbatella y Julián DomínguezFernando Espinoza) terminó ubicando al peronismo alineado con el Gobierno nacional arriba por más de 1 millón de votos de diferencia (los dos binomios alcanzaron 3.103.063) y más de diez puntos porcentuales (40,34%).

Se sabe: para ganar la Nación, hay que ganar la provincia, y para ganar en territorio bonaerense, hay que imponerse en el conurbano. Por ahora, los distintos sondeos que se leen en el equipo de campaña bonaerense de Macri marcan una leve ventaja de la candidata macrista por sobre Aníbal Fernández. Pero es temprano. Y el PRO se muestra dispuesto a arremangarse para remar en aguas extrañas.

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