Qué nueva escuela secundaria proponen Macri y Bullrich

Qué nueva escuela secundaria proponen Macri y Bullrich
Otra vez miles de estudiantes tomaron sus escuelas. El gobierno los tildó de vagos pero ellos afirman que el ministerio impone cambios curriculares aún sujetos a discusión. En qué consiste la reforma. Opinan estudiantes, docentes y funcionarios.
Parecía que los chicos se habían vuelto locos, que ocupaban las escuelas para tomarse vacaciones o, sencillamente, porque no tenían nada mejor que hacer. Lo dijo el ministro Esteban Bullrich: tomar la escuela era “un entretenimiento”. Los trataron de vagos, irresponsables y vándalos, pero sus contrincantes poco dijeron de lo que estaba en discusión.

El punto es que si uno de los dos sectores se declara vencedor, es porque algo determinante habrá cambiado en la educación de los chicos porteños. La educación humanista y de aspiraciones universales que caracteriza a la Ciudad se habrá hecho añicos. Eso es lo que, según los estudiantes, traerá la implementación de la Nueva Escuela Secundaria de Calidad (NESC).

La polémica sobre las tomas eclipsó el contenido de los reclamos. Pero la movilización, que ya involucró a más de siete mil secundarios, no cesó. Amenazan con cortes de calles y convocan a una nueva marcha para el 16 de octubre. ¿De qué se trata, entonces, esta reforma educativa que desató tantas pasiones encontradas?

Borrón y cuenta nueva

La comunidad educativa está discutiendo un rediseño de los planes de estudio que se imparten en las escuelas medias. Eso se supone, porque según alumnos, docentes, padres y legisladores de la oposición, el gobierno porteño poco informa y solo hace “como si” hubiera un debate.

La proyectada NESC propone dividir la formación en dos ciclos. Uno básico y general, de dos años, común a todas las orientaciones; luego, uno superior “orientado”, de tres años, que incorporará la formación específica. La carga horaria pasa de un promedio de 33 horas-cátedra semanales a un piso de 38.

El borrador que difundió el Ejecutivo proponía cambios dramáticos. Uno de los más polémicos planteaba reducir de un plumazo a apenas 10 orientaciones las 158 que se dictan actualmente en los normales, comerciales, técnicos, artísticos y bachilleres. De acuerdo con la propuesta, las únicas orientaciones que quedarían firmes serían las de Comunicación, Economía y Administración, Educación Física, Ciencias Naturales, Ciencias Sociales, Informática, Arte, Agraria, Turismo y Lengua.

A raíz de las protestas, el Ministerio de Educación porteño solicitó al Consejo Federal de Educación ampliar a 17 la oferta curricular, preservando los bachilleratos Pedagógico, Comercial, Físico y Matemático y los bilingües. Estaba prevista una respuesta para el 30 de agosto, pero se postergó con fecha incierta y entre los estudiantes cunde la incertidumbre. La preocupación de los alumnos de los bachilleres con orientación docente es particularmente intensa. Justamente, fue el Normal 2 Mariano Acosta el que inició el movimiento que derivó en la toma de quince escuelas. Los normales están enraizados en el sistema educativo público desde sus orígenes. Pero más allá de eso, su eliminación plantea además una contradicción con el déficit crónico de maestros que sufre la Ciudad, que debe convocar a estudiantes de profesorados con el 70% -e incluso menos- de las materias aprobadas para ponerlos al frente del aula.

Las materias específicas ceden terreno para el incremento de Matemática, Lengua e Idioma Extranjero, el pertrecho básico para el educando que transita al mundo laboral. Materias como Psicología, Filosofía y Cultura Musical quedarían reducidas a su mínima expresión o desaparecerían. Las escuelas técnicas y artísticas perderían horas de taller. Docentes y alumnos de los colegios técnicos contabilizaron en el proyecto oficial una reducción del 25% de las horas de cursada de materias técnicas específicas de cada orientación y del 17% de las de materias científico-tecnológicas. Las horas destinadas a materias de formación general, en cambio, aumentarían más del 22%.

El otro aspecto polémico de este recorte de conocimientos es la eliminación de la obligatoriedad de los cursos de Historia, Geografía y Biología de los últimos años. Los funcionarios aseguran que no se eliminarán contenidos, pero quienes se oponen sostienen que no es lo mismo dictar Historia del Siglo XX en un año que en dos meses. Historia, Geografía, Sociología, Antropología y Economía disputarían entre sí tres horas semanales optativas en cuarto y quinto año. En quinto, las escuelas accederán a una “opción institucional” que podrán dedicar a profundizar o retomar materias curriculares o también al abordaje de temáticas “de interés propio de cada institución”.

Qué dicen los docentes

“Si existen más de 140 orientaciones es porque hubo una resistencia en los 90 que no permitió que se aplicara en el distrito la Ley Federal de Educación”, sostiene Susana Colli, del sindicato Ademys. “Hay que hacer una actualización, pero el Ministerio no encaró bien la reforma. De aplicarse como se plantean hacerlo, significará una reducción en la calidad educativa”.

Hace dos meses, al calor de las protestas de padres, alumnos y docentes, el gobierno anunció que postergaba la NESC hasta 2015. Sin embargo, la reforma fue introducida en escuelas que se ofrecieron a participar de una prueba piloto. “Sabemos que extorsionaron a directivos de las escuelas prometiéndoles presupuesto, mejoras edilicias, aulas nuevas y salas de informática. En otros casos, directamente lo impusieron de manera autoritaria. En las escuelas donde logramos llevar adelante votaciones entre los profesores, la reforma fue rechazada. Por ejemplo, en la escuela Mitre y en los normales 1 y 5”, asegura Colli. “La única salida es que frenen la aplicación”.

Los funcionarios aseguran que la finalidad de la reforma es adecuar la escuela a la Ley Nacional de Educación y a las resoluciones del Consejo Federal de Educación (CFE). Sin embargo, para Guillermo Parodi, de UTE, “la ley nacional plantea crear una nueva secundaria, con mayor participación, que supere el esquema expulsivo. En la Ciudad, no se encaró con el mismo espíritu. Acá se plantea devaluar conocimientos”. Al mismo tiempo, continúa, “el CFE tiene que resolver la ampliación de las orientaciones para la Ciudad. Nosotros estamos de acuerdo. El reclamo de los estudiantes es legítimo y genuino, más allá de las formas, que uno puede compartir o no. Porque lo que están pidiendo es educación de calidad y para todos”.

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