La noche en que Axel se convirtió en Daniel Scioli

La noche en que Axel se convirtió en Daniel Scioli

Finalmente, hubo ley Impositiva. Del proyecto original no quedó prácticamente nada, o muy poco. Kicillof creyó que con la amplia ventaja lograda en las elecciones generales de gobernador le alcanzaba. Lo único que demostró es que, por ahora, él y su gabinete porteño no entiende nada, o muy poco, del funcionamiento de la primera provincia argentina.

La sucesión de errores resulta inadmisible para un político profesional que aspira a gobernar una provincia que representa el 38 por ciento del país. Primero les cerró el juego a los intendentes propios, generando un malhumor contenido hasta ahora. Después creyó en la palabra de María Eugenia Vidal, de que no se pondrían trabas a sus iniciativas. No comprendió que Vidal, sin cargo y sin caja, no está en condiciones de garantizar nada. El viaje romántico a París debería haberle abierto los ojos. Pero no fue así.

Finalmente hizo lo que nunca debe hacer un político, sobre todo en el inicio de una función ejecutiva: envió una ley esencial para su gestión, sin tener garantizada su aprobación. Cualquier lego tiene en claro que son las primeras decisiones las que marcan el éxito o el fracaso de un gobierno. Axel y su ministro “Charly” Blanco, en cambio, sobraron a la Legislatura. Así les fue.

La semana anterior la gestión provincial tuvo su primer papelón. Mandó a último momento, en el día de Nochebuena, el proyecto, sin ronda de consultas ni diálogo previo. No consiguió quórum ni siquiera en la Cámara de Diputados, donde, en teoría, tenía mayoría. Mario Ishii no quiso.

En la presente semana, tuvo que meter mano el gobierno nacional para evitar que el proyecto impositivo naufragara del todo. Se habló con los intendentes, sobre todo de la oposición. El presidente recibió a Néstor Grindetti en la Casa Rosada, después de reunirse con Axel. Para el entorno del gobernador, deberle la aprobación de la ley a Alberto Fernández y a Sergio Massa significaba una inaceptable humillación. Por esta razón, cuando los legisladores se encontraban discutiendo la letra chica del proyecto en La Plata, el pasado martes, “Charly” Blanco dio por caídas las negociaciones. Eso los dejaba sin ley y sin recaudación. Otro papelón.

Pero lo peor llegó el miércoles. De las nueve objeciones que pusieron los legisladores de Juntos por el Cambio, el nuevo proyecto enviado por Axel incorporó ocho. Sólo dejó en pie el incremento del 75 por ciento a las propiedades más cotizadas de la provincia. Así se llegó al miércoles fatídico, cuando comenzó a tratarse la ley sin acuerdo cerrado.

La aprobación en Diputados fue un trámite administrativo. La gran disputa, según se esperaba, tendría lugar en Senadores. La oposición tenía en claro que la armadura de Axel chorreaba sangre. La olieron como vampiros. Y fueron por más. El aumento inmobiliario quedó sólo para doscientas propiedades rurales. Se cayó ese incremento para el resto, y para las urbanas. “Achicamos el impacto en 2 millones de partidas”, se ufanaba la oposición. El gobierno provincial debió ceder.

También le hicieron caer el incremento de las tasas portuarias. Lo que era una estupidez lisa y llana, ya que bastaba con desviar los envíos a otros puertos fuera de la provincia para inutilizar los provinciales. Ya había tenido que recular Daniel Scioli al respecto. Ni lo registraron.

La gota que desbordó el vaso fue la negativa a incrementar del 2 al 3 por ciento las tasas a los operadores de cable. El principal beneficiario fue Héctor Magnetto. También aquí Axel debió ceder, y Juntos por el Cambio se quedó con el rédito político y la renovación del apoyo del multimedia Clarín, que así evitó erogar 600 millones de pesos.  

Según Gervasio Bozzano, jefe de senadores del Frente de todos, los cambios impuestos significan una caída en la recaudación esperada de 10.000 millones. En moneda constante, la gestión de Axel recaudará menos que la de Vidal, debiendo hacerse cargo de una gigantesca deuda legada por la administración de Cambiemos.

Lo único que le queda para destacar a la gobernación es que ahora tiene ley, y que consiguió mantener el impuesto del 75 por ciento para los más grandes contribuyentes agrarios, aunque podrían atemperar su impacto si pagaran el impuesto anual con el 25 por ciento de quita. Un logro “ideológico” para la militancia radicalizada, que no alcanza a disimular el impacto de la derrota.

La oposición consiguió marcarle la cancha y sabe que, en adelante, podrá seguir haciéndolo. Para un Axel que quería independizarse de Alberto Fernández, la situación lo dejó de rodillas ante el gobierno nacional. Para poder gestionar deberá golpear muy seguido las puertas de la Rosada. Lo mismo harán los intendentes, propios y ajenos, ya que en la provincia no hay caja. La presidencia de la Nación, una vez más, gobernará la provincia de Buenos Aires.

Axel se convirtió en Daniel Scioli.

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