Negociaciones de PRO y el massismo para no perder municipios ante el kirchnerismo

Negociaciones de PRO y el massismo para no perder municipios ante el kirchnerismo

Más allá del destino que las urnas le tengan reservado a Sergio Massa, en el Frente Renovador (FR) siguen muy de cerca y con preocupación la realidad en varios distritos bonaerenses.

 Saben que el futuro de la estructura massista dependerá de cuántos intendentes logre contener después del 25 de octubre y que muchos, algunos muy cercanos al candidato a presidente de UNA, corren serios riesgos de perder sus municipios. Por eso, en los medianos y más bajos niveles de negociación política buscan vías de acercamiento con el PRO en esas localidades, con un objetivo complejo pero no imposible: llegar a un acuerdo para “secar” algunos candidatos y allanarle el camino a los renovadores, a cambio de abrir el juego al reparto de boletas cortadas.

En esas charlas entre operadores bonaerenses de ambos bandos se están buscando vías de resolución para “no pisarse el poncho”, como explican, en ciertos municipios. San Miguel, Quilmes, Hurlingham, Malvinas Argentinas o San Fernando son sólo algunos de los que están sobre la mesa de discusión, pero hay más. En el massismo también mencionan a Lanús, pero desde el PRO descartan cualquier tipo de acuerdo ahí, por más subterráneo que fuera.

Muchas voces massistas coinciden en que la subsistencia del FR como espacio depende exclusivamente de mantener estructura territorial en la provincia. Esto es: seguir contando con la mayor cantidad de intendentes posibles dentro del corral renovador. Con eso, más el 20% de los votos que podría alcanzar Massa en las presidenciales, el ex jefe de quedaría con buenas armas de negociación para su futuro político. Una forma coqueta de admitir que el sueño de entrar al balotaje empieza a parecerse a una utopía.

Para explicar cómo serían esos acuerdos sin firmas ni documentos eligen eufemismos como “no llegar desgastándonos en los municipios”, o hablan de “secar” candidaturas del PRO para fortalecer las chances de los renovadores. ¿Qué sería “secar”? Ponerle el freno de mano a la campaña, reducir la estructura y los fondos- y reforzar el reparto de boletas cortadas. Esto último, sobre todo, es algo que el propio Massa habilitó horas después de las PASO. “Tengo que respetar los intereses de mis aliados, que se pusieron la campaña al hombro. Yo no les puedo poner un techo”, explicó entonces.

Un caso ejemplar es el de Joaquín de la Torre, el intendente de San Miguel y uno de los pocos que, cuando se abrió la tranquera del kirchnerismo, no salió corriendo a buscar su refugio. En su municipio, el Frente para la Victoria (FPV) se impuso con el 41,2% con la suma de cuatro aspirantes a la intendencia. De la Torre sacó el 31,3% y Octavio Frigerio, de Cambiemos, se quedó con el 17,1. En el massismo saben que si el PRO acepta “enfriar” la campaña de Frigerio no capitalizarán la totalidad de sus votos. Pero que entre el reparto de boletas cortadas y la caída de su presencia incrementarían las chances de De la Torre de quedarse por otro mandato.

Otro es el de Jesús Cariglino, quien tras coquetear con el macrismo decidió quedarse en el FR y en las primarias perdió por un punto con el candidato del FPV, Leonardo Nardini. Allí Cambiemos sacó el 11% de los votos. Con sólo un poco de ese caudal, el histórico barón del conurbano podría extender por cuatro años los veinte que lleva en la Intendencia.

Hay un caso paradójico, porque podría darse en sentido inverso: Quilmes. Allí el intendente Francisco “Barba” Gutiérrez sudó para ganarle la interna kirchnerista al delfín de Aníbal Fernández, Daniel Gurzi, y la sorpresa la dio el chef Martiniano Molina, quien se impuso en la interna de Cambiemos. El tercero fue el periodista Walter Queijeiro, concejal massista. En este caso, el acuerdo sería que quien ponga la campaña en punto muerto sea Queijeiro para permitir el crecimiento de Molina en un mano a mano con Gutiérrez.

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