Así nació La Garra, que se ganó su lugar en Río 2016

Así nació La Garra, que se ganó su lugar en Río 2016

El seleccionado femenino de handball le ganó a México 27 a 16 y por primera vez irá a los Juegos Olímpicos; el bautismo para un equipo que recorrió un difícil camino y consiguió su oportunidad mediante un golpe de suerte

 La Garra descubrirá por fin un mundo nuevo. Brota el llanto de todas porque en un año se saldará una deuda histórica: la participación por primera vez en unos Juegos Olímpicos. El handball femenino se incorporó en la cita de Montreal 1976, pero la Argentina siempre se vio postergada en la región por el poderío brasileño. Esta vez se abría una ventana inmejorable: Brasil liberaba una plaza para Río 2016 y quedaba un hueco por donde meterse. Después de mil altibajos emocionales y un camino de espinas en los últimos años, las chicas no desaprovecharon la chance y anoche se aferraron a los cinco anillos con el triunfo sobre México en las semifinales por 27 a 16. Es un correlato de lo que vivieron en Guadalajara 2011 los Gladiadores, que abrazaron el espíritu olímpico tras la victoria ante Brasil.

El disfrute de hoy se enraíza con el punto de inflexión de mediados de 2013, cuando cambió el director técnico: entró Eduardo Peruchena luego de una salida muy conflictiva de Daniel Zeballos, conocido en el ambiente como el Zurdo, que transitaba su segunda etapa al frente del equipo. El plantel tuvo muchos problemas con él y varias amenazaron con abandonar porque no soportaban más los malos tratos. Hubo una reunión muy caliente de todas las jugadoras mayores y las juniors con los dirigentes. Cara a cara, ellas advirtieron: "Si no hacen algo al respecto, estamos decididas a dejar los seleccionados". A la Confederación Argentina no le quedó alternativa que soltarle la mano al DT porque se avecinaba el caos, denuncias incluidas contra Zeballos.

El grupo se consolidó después de deshacerse del Zurdo y con la llegada de Peruchena, candidato de enorme consenso y muy querido en el mundo del handball. Venía de dirigir al colegio Nuestra Señora de Luján y a Sideco, club de Lanús Este, pero también traía experiencia internacional con su paso por la selección femenina de Puerto Rico. Solo había ciertas dudas acerca de su pulso para manejar al equipo, pero las chicas se vieron contenidas y reaccionaron de inmediato con una buena actuación en el Mundial de Serbia, en diciembre de 2013. No tanto por el resultado, sino por el rendimiento general.

Los Juegos Odesur de Chile, en marzo de 2014, entregaron otra buena señal: la Argentina le jugó un partidazo a Brasil -campeón del mundo invicto en Serbia- y por momentos llegó a aventajarlo por seis goles. Irreal. Pero sobre el cierre, el equipo se quedó sin nafta y terminó empatando. De todas maneras, fue el primer punto que perdieron las verdeamarelhas a nivel continental en añares. Aquella valiosa igualdad ante las mejores y la medalla de plata en los Odesur generó una nueva mística, un shock de confianza, con la oportunidad histórica de ser olímpicas a la distancia.

Pero los fantasmas resurgieron en el Panamericano de La Habana, hace dos meses: derrota por un gol ante Cuba en el debut y amplia caída ante Brasil por 26-15. Un retroceso. Por eso es que desembarcaron en estos Juegos sobrepasadas de ansiedad e inseguras. "Estamos todos estresados, técnicos y jugadoras", reconocían. Aquí en Toronto no pudieron quitarse el estigma del factor cubano. En el minuto cero del partido, en el mismo saque, Antonela Mena cometió un doble dribbling por tener el brazo encogido. Fue el anuncio de un mal día. Pero fallaron todas, hasta la superexperimentada Valentina Kogan, infalible en su efectividad del 40 % en atajadas, que vio cómo la pelota rival inflaba una y otra vez la red de su arco. Jamás se desprendieron de los nervios y sucumbieron 27-25 con Cuba, resultado que alejaba la chance de obtener el primer puesto en el Grupo B y casi obligaba a jugar una semifinal imposible frente a Brasil. "Se nos murió un sueño", era el lamento general. Lloraron a mares en la Villa, se les derrumbó la única ilusión que estaba en pie. Andrés Kogovsek, el gran ex capitán que ahora es oficial de atletas, intentaba levantar a las chicas, pero no había palabra ni método para devolverles el alma al cuerpo.

Hasta que ocurrió un episodio de ciencia ficción, de esos que se dan muy de vez en cuando en el deporte: las uruguayas, 10 centímetros más bajas y con 10 kilos menos en promedio, superaron a Cuba por 33 a 28, un duelo que en los papeles no tenía equivalencias. Ese score favorecía a la Argentina para lograr el primer lugar de la zona, dado que se computaba la diferencia de tantos entre sí respecto de Cuba y Uruguay. El plantel entero palpitó aquel Uruguay-Cuba desde la tribuna. Pero llegó Kogan y ordenó: "¡Al vestuario todo el mundo!". Había que blindarse emocionalmente y prepararse para el siguiente partido con Chile, el último de la zona. Durante la entrada en calor, en la cancha contigua, se movían consumidas por los nervios mientras oían la voz del estadio, que empezaba a entregar buenas noticias. Y cuando se concretó el resultado tan ansiado, las chicas revolearon la camiseta y terminaron batiendo a las chilenas sin inconvenientes, con una sonrisa de oreja a oreja.

Finalmente anoche, en las semifinales ante México, surgió en todo su esplendor La Garra, apodo que surgió tras la iniciativa de la psicóloga del equipo, Laura Spaccarotella, que le comunicó al cuerpo técnico que debían redondear la mística del equipo mediante un símbolo. Primero encontraron "Las Pibas", que tuvo hasta un hashtag, pero fue descartado porque es justo lo que ellas tienen que dejar de ser. En una reciente gira por Hungría nació el concepto de "La Garra", que es su máxima cualidad y hasta un reconocimiento de sus limitaciones. Ahora cumplirán el sueño de sus vidas: vivir unos Juegos Olímpicos desde adentro. Para crecer, nada como aprender de los mejores en la máxima cita..

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