Murió Antonio Bussi, quien gobernó Tucumán por las armas y por las urnas

El represor y ex mandatario tucumano falleció ayer, a los 85 años, de un paro cardíaco, luego de agonizar durante 72 horas en un sanatorio privado de la Capital tucumana. Tras una breve e íntima despedida en una sala velatoria de esta ciudad, sus restos fueron trasladados a Buenos Aires, donde mañana serán inhumados.
El represor y ex gobernador de Tucumán, Antonio Domingo Bussi, perdió su última batalla.

El ex militar, condenado por los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura militar, falleció ayer, a las 16.45, tras sufrir un paro cardiorrespiratorio, como consecuencia de su insuficiencia coronaria crónica en etapa avanzada, agravada por una falla multiorgánica.

Fue luego de soportar casi 72 horas de profunda agonía en la cama de una sala de terapia intensiva del Instituto Privado de Cardiología, ubicado en avenida Mitre al 700, de la Capital tucumana. Allí había sido internado de urgencia el lunes por la noche, tras sufrir una recaída mientras permanecía en la casa del country de Yerba Buena, donde cumplía con su arresto domiciliario.

Los restos del "general", como lo llamaban sus seguidores, fueron despedidos por familiares y amigos en una ceremonia íntima realizada en la funeraria Flores, ubicada en pasaje Padilla 20 de San Miguel de Tucumán. En la sala, hasta donde se acercaron también algunos simpatizantes del bussismo, tuvo lugar un breve oficio religioso, a cargo de monseñor Liborio Luis Randissi. Minutos antes de las 21.00, el féretro fue retirado por una combi, que inmediatamente emprendió viaje hacia la localidad bonaerense de Pilar, donde mañana se producirá el sepelio del represor, quien tenía 85 años de edad.

Entre quienes se acercaron para darle el último adiós a Bussi, se encontraban su ex vicegobernador, entre 1995 y 1999, Raúl Topa, el concejal Claudio Viña, su otrora abogado defensor Pablo Calvetti y los ex funcionarios republicanos Roberto Lix Klett y Adolfo Matías.

La despedida

Conocida la noticia del deceso de quien comandó la provincia en base al arbitrio del plomo procesista y luego apoyado por el valor de la decisión democrática, de a poco fueron arribando al Instituto de Cardiología los primeros seguidores que concebían la figura de Antonio Bussi como su líder político. Entre lágrimas y sollozos, expresados principalmente por mujeres, las muestras de cariño, respeto y admiración comenzaron a tornarse la postal coyuntural de la tórrida tarde de ayer en las cercanías de Avenida Mitre al 700.

Envueltas en una bandera argentina y con sus ojos cristalinos por el dolor de la pérdida, un grupo de bussistas predicaba que "la Patria perdió a uno de sus héroes" y no faltaron las suspicacias que daban cuenta que "el General" eligió hasta el día apropiado para dejar este mundo. El 24, rememorando aquella jornada en la cual daba inicio el golpe de Estado de 1976.

"Tan sólo por ser bussistas tenemos que estar como ratas escondidos, mientras otros caminan libremente por la calle, Montoneros que incluso presiden la Nación como forma de vengarse del pasado", sostuvo Ana María Sótola, una de las más fervientes en sus manifestaciones.

Asimismo, el malestar comenzaba a incubar en los ánimos de quienes se hicieron presentes en el lugar, al enterarse que Bussi no sería velado de acuerdo lo determinado por el protocolo, por haber sido Gobernador, más allá que dicha decisión fue adoptada por la propia familia.

"El pueblo tiene derecho a despedirlo, es inconcebible que la Casa de Gobierno no sea puesta a disposición para la ceremonia", se podía oír entre la concurrencia.

Ya en la sala velatoria, la manera de recordar la memoria del represor fue entonando el Himno nacional, cuyas estrofas apelan a la unidad, pero la evocación al mismo tiempo de la polémica teoría de "los dos demonios" (resaltando que lo sucedido en el país hace ya más de 30 años se debió a una guerra) dividió aguas en la matriz ideológica del espectro ciudadano.

Represor

Antonio Bussi nació el 17 de enero de 1926 en Victoria, provincia de Entre Ríos. Hijo de inmigrantes, a los 17 años comenzó su carrera en las Fuerzas Armadas al ingresar al Colegio Militar, de donde egresó luego de cuatro años. Después de pasar por varios estratos del Ejército, en 1969 formó parte de una comisión de observadores argentinos en la Guerra de Vietnam, donde estudió las tácticas del ejército de Estados Unidos.

En 1975, llegó a Tucumán como comandante del Operativo Independencia, desplegado en los montes, para combatir a la guerrilla provincial y al Ejercito Revolucionario del Pueblo (ERP) y, tras el Golpe de Estado de 1976, se convirtió en el gobernador de facto.

Gobernó con mano dura y, según el informe de la Comisión Bicameral Investigadora de los crímenes contra los Derechos Humanos, avaló los secuestros, torturas y desapariciones a las que cada vez que enfrentó un micrófono y cuando estuvo frente al tribunal que lo condenó en 2008, atribuyó a "una guerra". Su gestión durante la dictadura fue calificada como "un vasto aparato represivo, que orienta su verdadero accionar a arrasar con las dirigencias sindicales, políticas y estudiantiles".

Como gobernador de facto, expulsó a los cerros catamarqueños a todos los mendigos que se encontraban en las calles de San Miguel de Tucumán en junio de 1977 ante la visita del dictador Jorge Rafael Videla para inaugurar la autopista norte de la ciudad.

En 1981 Bussi se retiró, con el grado de General de División.

Político

Con el regreso de la democracia, Bussi se volcó de lleno a la vida política y en 1987 participó de los comicios como candidato a gobernador por el partido Bandera Blanca, quedando en el cuarto lugar con más de 96.000 votos.

Al año siguiente, fundó el partido Fuerza Republicana y consiguió la banca de diputado nacional, pero renunció para iniciar la campaña como candidato a gobernador para 1991, cuando fue derrotado por Ramón "Palito" Ortega.

Bussi cosechó la adhesión de buena parte de la sociedad de la provincia, cuya principal exigencia era el orden. Supo capitalizar para su espacio el voto castigo de los tucumanos a los malos gobiernos peronistas que le antecedieron a su gestión.

Dividió las aguas en Tucumán, mostró a una sociedad polarizada, con personas que lo odiaron y otras que lo defendieron, tanto en el pasado, como en su reciente partida.

Es que en democracia, Bussi logró lo que ningún otro represor: legitimar en las urnas lo que a la fuerza le había otorgado la dictadura. Ganó ocho elecciones (fue legislador, gobernador, constituyente e intendente).

Su imagen política pareció desmoronarse por completo en 1998, cuando se conoció la existencia de que poseía cuentas por cientos de miles de dólares en bancos de Suiza y de Luxemburgo a su nombre. Fue al tener que rendir cuentas a la opinión pública sobre esos hechos que Bussi acuñó una de las frases que más se recordarán de él: "No niego ni afirmo", lanzó.

Sobre el fin de su mandato al frente del Poder Ejecutivo tucumano, en 1999, Bussi resultó electo diputado nacional, pero no pudo asumir porque su pliego fue rechazado por el Congreso, justamente, a raíz de la investigación por sus cuentas en el exterior.

En 2007, la sociedad tucumana volvió a respaldar al represor en las urnas, eligiéndolo para que sea intendente de San Miguel de Tucumán, por apenas 17 votos de diferencia sobre el candidato peronista Gerónimo Vargas Aignasse. Sin embargo, esta vez tampoco pudo tomar posesión del cargo, puesto que fue detenido por orden del ex juez federal Jorge Parache, quien lo procesó por los delitos de lesa humanidad cometidos en el marco del terrorismo de Estado.

Condenado

En 2008, Antonio Bussi fue juzgado y condenado a perpetua, bajo la modalidad de arresto domiciliario, por el secuestro y asesinato del ex senador peronista Guillermo Vargas Aignasse (padre de Gerónimo), ocurrido en 1976. El Tribunal Oral Federal de Tucumán (TOF) lo consideró responsable, junto a Luciano Benjamín Menéndez, de ser coautores mediatos de los delitos de lesa humanidad de violación de domicilio, privación ilegítima de la libertad agravada, tormentos reiterados, desaparición forzosa, homicidio calificado, asociación ilícita y genocidio.

"Soy un perseguido por los derrotados de ayer en la guerra justa y necesaria y en las urnas tucumanas, hoy encumbrados -ebrios de rencor y de venganza- en los más altos cargos del gobierno nacional y provincial -explotando el calor oficial- presionando a la Justicia, con la presencia permanente de personajes de elevado poder político, en ámbitos judiciales, violentando todos los principios del derecho penal, nacional y universal, como instrumento de sus inconfesables fines de destruirme como ciudadano, militar y político", manifestó Bussi frente al Tribunal, en uno de los pasajes más polémicos de su mensaje.

En ese momento, después de la lectura de la sentencia del TOF, afuera de la sala, un grupo de militantes de agrupaciones de izquierda y organizaciones de derechos humanos festejaron y le dedicaron a Bussi y a Menéndez gritos de "Asesinos, asesinos".

En mayo de este año, fue dado de baja de las filas del Ejército Argentino, perdiendo su grado de general, por una resolución del Ministerio de Defensa de la Nación, en cumplimiento con el fallo emitido tres años atrás por el Tribunal Oral Federal de Tucumán.

Antonio Domingo Bussi, el militar, el represor, el gobernador, ahora deberá afrontar un último juicio: el de la historia.

“Un merecido descanso”

Fue el fundador del partido al cual uno adhirió en su época democrática, lo acompañé en muchos trayectos de su vida allá por el 96 cuando fue gobernador, es un merecido descanso que tiene quien le dio mucho a Tucumán. Lamento el no dejar que el pueblo tucumano le rinda su homenaje pero ya es una decisión de la familia. Fuerza Republicana está vigente, el General por razones ajenas a nosotros y a él mismo se había alejado de la política. Como el peronismo, que se mantuvo con la figura de Perón como estandarte, así lo está hoy nuestro partido. No voy a opinar sobre el trato que la justicia le dio.

Claudio Viña, concejal (Fuerza Republicana)

“Empezó a pagar sus culpas”

Ha muerto un señor que nunca confesó, que nunca se arrepintió, y que es más, juró que lo volvería a hacer. Nadie desea la muerte de nadie, pero aunque sea tardíamente empezó a pagar sus culpas. Se llevó sus secretos a la tumba y contra eso no hay nada que podamos hacer, para lo único que abrió la boca fue para decir barbaridades y esperemos que ahora este rindiendo cuentas ante el Señor. A nuestras hijas en los centros clandestinos las torturaban y las violaban, muchas veces delante de sus propios hijos o compañeros, y no importaba si estaban embarazadas. Estas cosas deben quedar escritas y la juventud tiene que conocerlas.

Estela de Carlotto (Abuelas de Plaza de Mayo)

“Sólo perseguí justicia”

Nunca me he alegrado ni he deseado la muerte de un ser humano, por más daño que le haya hecho a mi familia y a la sociedad. Sólo perseguí Justicia por la muerte de mi hermano y la obtuve. Ahora Bussi ha muerto y se llevó a la tumba el destino de sus restos mortales como el de tantos tucumanos desaparecidos por este genocida. Qué suerte tienen sus hijos, esposa y nietos que esta democracia les permite velar sus restos y llevarlos a un lugar elegido por ellos, seguramente Pilar cerca de su familia, donde todas las veces que quieran podrán visitarlo, acompañarlo, recordarlo, sabiendo que allí está presente.

Rodolfo Vargas Aignasse (hermano de desaparecido)

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