Mujeres del milenio: flexibles y con proyectos, buscan el equilibrio

Mujeres del milenio: flexibles y con proyectos, buscan el equilibrio

Un sondeo internacional indica que casi la mitad confía en que ascenderá en el trabajo. En esta nota, cuentan lo que valoran de sus empleos –el buen clima laboral, el reconocimiento–, y marcan lo que queda de la cultura machista.

El Día de la Mujer, ese del que algunos reniegan, otros celebran, varios olvidan y muchos eligen para regalar rosas, vale –hoy, como cualquier otro día– para darles voz a ellas para que hablen acerca de ellas mismas. De sus aspiraciones. De su lugar en el mundo laboral. De su juventud ansiosa por abrirse paso y progresar, y sus deseos de ser mamás y de seguir activas en su carrera profesional. Son experiencias que se pueden ir descubriendo con números, como los que ofrece el informe "The female millennial: A new era of talent", realizado por la firma internacional PwC, que encuestó a 8756 mujeres para averiguar cómo se sienten con respecto a su carrera profesional. Que el 49% de las interrogadas (de distintos rincones del mundo pero pertenecientes a la generación nacida entre 1980 y 1995) confíe –en sus primeros pasos dentro del mundo laboral– en que será capaz de ascender a puestos más altos o que un 71% aún crea que las oportunidades de carrera son desiguales entre hombres y mujeres es una manera de develar lo que viven y piensan. Y otra, la que eligió Tiempo, es juntarlas y que debatan entre ellas.

Todas integran una camada de jóvenes trabajadoras de entre 20 y treinta y pico, pero sus profesiones, sus edades y sus recorridos personales hacen que sus palabras reflejen los matices que las diferencian y las enriquecen. Desde su trabajo en una consultora de Relaciones Públicas, Tatiana Leanza es la que asegura que, día tras día, compite consigo misma para tratar de ser mejor y superarse. Mientras Mariela Viola, que tiene 35 años, cree que, muchas veces y gracias a su manera de ser, se compromete en exceso y termina trabajando más de lo que debería. Por su parte, Evelina Cabrera, emprendedora presidenta de la Asociación Femenina de Fútbol Argentino, piensa en su trabajo hasta cuando ve la tele, pero no se queja porque le apasiona lo que hace. Débora Kolosváry-Kiss, a punto de recibirse de licenciada en Ciencias de la Comunicación, saca de la manga una propuesta distinta: para ella, lo importante es ser flexible y, más aun, cuando la situación financiera no se lleva del todo bien con la realidad profesional. Aunque es la programadora Sabrina Bacciadonne quien deja en claro que un buen clima laboral mata un mejor sueldo. Y Sol Cruz, estudiante de Psicología de 24 años, asegura que un trabajo también puede ser un sostén transitorio mientras se sueña y estudia para desenvolverse en otra profesión. Luciana Mauro, mientras tanto, trabaja como profesora de Lengua y Literatura y no deja que nadie le impida volar bien alto: por eso sueña con publicar su propio libro de ficción.

A medida que trascurre la charla, queda claro que las aspiraciones y deseos en torno al trabajo mutan, de algún modo, con el paso del tiempo. "Antes, pensaba en mi proyecto y quería eso y sólo eso. Ahora busco el trabajo que me haga sentir plena en lo laboral pero también en lo económico y lo familiar. Mi proyecto, hoy, es ir acomodándome a las nuevas situaciones que me van apareciendo", cuenta Débora, que trabaja desde hace ocho años en el Ministerio de Economía de la Nación. Un vaticinio hace volar a Tatiana, entusiasta licenciada en Comunicación Social de 24 años: "Dentro de una década, me gustaría estar liderando mi propio proyecto. La idea de crecimiento está muy presente en mí y, si bien tengo momentos de ocio, me cuesta bastante cambiar el chip del laburo: me encanta mi trabajo y, como estoy arrancando, tengo muchísimas expectativas."

LA DESIGUALDAD. Las siete aseguran que a veces no todo pasa por la actitud: todas coinciden en que, aunque hay avances en la materia, aún existen desigualdades laborales entre hombres y mujeres. "No creo que tengamos las mismas oportunidades: en muchos trabajos, las mujeres sólo ocupamos cargos administrativos y no tenemos las mismas posibilidades de ascenso que los hombres. A veces, incluso, por el mismo trabajo ellos ganan el doble", reclama Sol, que se desempeña desde hace cuatro años en el área de soporte técnico de una empresa. Al igual que Tatiana y Luciana, Sabrina asegura que, en los cinco años que lleva trabajando como administradora de base de datos, jamás sintió un trato diferente: "No lo viví nunca. Sí reconozco que este tipo de trabajo es un ámbito lleno de hombres, pero creo que tiene que ver con que quizás seamos menos las mujeres interesadas en dedicarnos a esto y no con que no se nos permita llegar a este lugar." "A nivel laboral, ser mujer es difícil –reflexiona Débora–. Creo que todavía hay cierta cultura machista y algunos cambios que aún falta profundizar. Muchas veces la mujer sigue siendo objeto y, cuando eso sucede, no se la respeta por lo que sabe ni se la considera como un igual."

Pero los rostros reflejan optimismo: todas creen que las mujeres de estos tiempos, a diferencia de otras, pueden pelear más fácilmente por sus oportunidades. Así lo ve Mariela, que hace siete años trabaja como inspectora en AySA: "Es cierto que nos cuesta más llegar a los altos mandos, más aun en política o en ámbitos deportivos, pero en mi trabajo hay gerentas mujeres y en otros, también." Evelina, que a sus 28 años acaba de recibirse en la disciplina Coaching Ontológico y ya abrió su propia consultora, también valora este presente: "Creo que nacimos en un momento positivo porque las mujeres tienen otro rol. Eso se ve reflejado, en primer lugar, en que nuestra presidenta es una mujer. De a poco, vamos ganando espacios… Es cierto que aún seguimos dando examen en nuestros trabajos, pero la realidad es que los damos bien y dejamos en claro que somos iguales." "Aunque continúan vigentes ciertos estereotipos –reflexiona Sol–, me parece que la realidad los está sobrepasando, tanto a nivel cotidiano como laboral. En mi casa, por ejemplo, mi hermana trabaja y mi cuñado es quien más se encarga de cuidar a los nenes. Creo que la autorealización de la mujer ya no se sofoca porque es, para ella, tanto un motor como una necesidad."

Lo que las define, aseguran entre todas, es una determinada actitud para afrontar, en la era que les toca, el trabajo que eligen o necesitan. "Siento que ahora estamos mejor paradas: hace un tiempo era el hombre quien 'llevaba la casa adelante' y hoy los roles cambiaron mucho: la mujer ya no se siente culpable por dejar un rato a su bebé. La actitud es otra", declara Tatiana. Sin hacer caso a culpas socialmente impuestas ni a prejuicios ajenos, tratan de hacerse su lugar en el complejo y diverso mundo laboral: allí, lo importante es crecer profesionalmente y superarse. Pero la actitud también pasa por "tratar que el trabajo no ocupe todos los espacios de la vida", como explica Sabrina, y por buscar autorealizarse "como un objetivo personal y no por fines económicos", como recuerda Luciana.

El debate deja en claro que son bien distintas, pero en esas palabras se definen un poco todas. Y en ellas, quizás, se reflejen tantas otras jóvenes trabajadoras, que también se esfuerzan, disfrutan, sueñan, se aburren, se decepcionan, se vuelven a entusiasmar y cambian. Y reclaman por más, pero también miran lo que viene –como define Débora– con una sonrisa: "Hasta la década del '50, la mujer no podía votar… Los cambios que vemos hoy son lugares que fuimos conquistando y lo importante, justamente, es que esas conquistas continúen."  «

 

La tensión entre la vida laboral y privada

 

"Yo prendo el botón de AySA cuando entro a trabajar y lo apago cuando salgo, para prender el del ocio o el de mi otro laburo, como entrenadora de fútbol. El trabajo es lo más importante, sí, pero cuando tengo que trabajar", afirma Mariela, dando pie a un tema que, probablemente, desvela a mujeres y hombres por igual: el equilibrio entre nuestros empleos y el resto de nuestras vidas.

Entre las que aseguran que el trabajo ocupa demasiado espacio en su vida aparece Luciana, con un ejemplo más que contundente: "Los docentes no podemos separar el trabajo de nuestras otras cosas. ¿Por qué? Porque llego a mi casa y tengo que corregir las 82 pruebas de los chicos. El trabajo se mezcla con lo otro, pero en mi caso es un estilo de vida y, como estoy encantada con mi profesión, no me afecta." "Lo laboral ocupa gran parte de nuestras vidas –comparte Evelina– y, en lo personal, siempre estoy pensando en ideas para generar más trabajo. Aunque se mezcle mucho con mis otras actividades, no me molesta que eso pase porque disfruto mucho lo que hago."

Manejar esa tensión, más allá de todo, es bastante complicado. Lo importante es que el exceso no llegue a afectar la propia vida (y por extensión, el trabajo) y que, cuando sea necesario separar las esferas, los límites estén bien definidos. Cuando eso no sucede, como recuerda Débora, llegan los problemas: "Desde hace un tiempo priorizo a mi familia y a la persona que tengo a mi lado. Trato de que el trabajo no ocupe esas esferas, porque además durante un tiempo no pude evitarlo y la pasé bastante mal… Igual lo tengo claro: no es fácil mantener ese equilibrio."

 

Cuándo ser mamá

 

El debate se enciende cuando la mujer habla de trabajo y maternidad, con deseos compartidos y opiniones encontradas. "Me encantaría ser madre joven pero, ahora, mis prioridades pasan por mi realización a nivel profesional, aunque a algunos les parezca egoísta", suelta Tatiana, en pareja hace casi tres años. Sabrina, por su parte, sueña con ser mamá en cinco años pero comparte la misma posición: "Creo que está bueno que, en un momento, una se dedique a avanzar en lo profesional y deje para más adelante la maternidad."

Luciana y Sol, solitas y sin apuro hasta el cierre de esta edición, sorprenden al contar que, en la elección de sus carreras (profesora y psicóloga, respectivamente), tuvieron muy presente el futuro y priorizaron una profesión que les permitiera trabajar de modo independiente o, al menos, mayor libertad de horarios. ¿Por qué? Quizás porque, "cuando una es madre, se siente bastante fuera del mercado laboral", como asegura Débora, quien recuerda haber pasado por una entrevista laboral en la que le preguntaron –no inocentemente– si pensaba ser madre pronto. Para ella, que tiene 32 años y está buscando un bebé con su novio, esta cuestión es una de las que evidencia con más claridad esa desigualdad laboral de la que se habla: "Hoy priorizo mi familia y mi pareja porque sé que, cuando llegue mi hijo, voy a querer tener tiempo para estar con él."

"Es un tema complicado –resume Mariela–. Una trata de buscar el momento indicado para tener familia y la realidad es que ese 'momento indicado' no llega nunca." Evelina, que tiene 28 años y sueña con ser mamá pronto, propone su ideal, una interesante salida para las mujeres de estos tiempos: "Tener hijos, al final, es como un sueño que muchas veces se termina posponiendo demasiado… Yo, la verdad, me imagino a mi bebé conmigo en medio de los entrenamientos de fútbol, adaptándose a mí y a mi laburo".

 

La igualdad - 85 por ciento dice que la política por la igualdad del empleador es clave, dicen en la consultora  PwC. "Se espera que impulsen un cambio sin precedentes en la cultura laboral", indican.

 

 

"Es cierto que seguimos dando examen en nuestros trabajos, pero la realidad es que los damos bien y dejamos en claro que somos iguales."

Evelina Cabrera, 28, DT de fútbol y docente de coaching

 

"Hasta la década del ’50, la mujer no podía votar… Los cambios que vemos son lugares que fuimos conquistando."

Débora Kolosváry-Kiss, 32, empleada del Ministerio de Economía.

"Hoy los roles cambiaron mucho: la mujer ya no se siente culpable por dejar un rato a su bebé. La actitud es otra."

Tatiana Leanza,24, trabaja en una consultora de Relaciones Públicas.

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