Mujeres en el mar: cómo Mar del Plata intenta cumplir una meta internacional

Mujeres en el mar: cómo Mar del Plata intenta cumplir una meta internacional

Entre los objetivos planteados por la agenda de las Naciones Unidas para el año 2030 se encuentra en el número cinco la igualdad de género. Esta semana, trabajadoras pertenecientes al ámbito marítimo encabezaron el primer encuentro de profesionales, con el objetivo de visibilizar sus tareas y de pedir igual acceso a oportunidades laborales. Sus historias.

Son cinco y están sentadas una al lado de la otra, en una mesa sobre el escenario. Se pasan el micrófono entre ellas, para dedicarle unas palabras al público que las mira expectantes. La mayor parte está formado por mujeres quienes, entre ellas, asienten y sonríen cómplices, al hablar de los problemas a los que enfrentan de forma cotidiana. La exclusión por género es uno de ellos.

Monica Belizán es una de las cinco elegidas para hablar esta tarde. Dice que es de Salta Capital, que es una orgullosa salteña que vivió 45 años en los cerros y que, durante ese tiempo, sufrió de violencia de género. “Hice las denuncias, pero en ese entonces no me las recibían, así que trabajaba a puertas cerradas, sin que mis padres supieran qué pasaba conmigo”, cuenta.

Su papá, a quien recuerda con cariño, solía decirle que ella nunca iba a morir de hambre, lo que la motivó a estudiar enfermería, al igual que sus familiares. Se recibió en el año 2000. Ese fue su primer paso para dejar atrás la violencia a la que enfrentaba día tras día, junto a su hija. El segundo paso fue venir de vacaciones a Mar del Plata.

“Eran unas vacaciones soñadas”, las define Mónica. Vino una vez con su hija y la segunda vez sola. Entonces, junto con una amiga, buscó trabajo en los hospitales locales y lo encontró a la primera. “Conocí el mar y me encantó, así que mis amigas me dijeron que trabaje como enfermera en los barcos. Pregunte y pregunté. Prefectura me guió, estudié el TCW y me dieron el título de enfermera naval”, recuerda.

 

Ni bien tuvo la libreta, la llamaron para ir a Ushuaia. Comenzó a navegar en barcos factoría, con una tripulación de 50 hombres. “Venía de violencia y sufrimiento y me subí a un barco todo de varones, pero los marineros son sensibles, sobre todo cuando hay que poner una inyección”, dice, mientras que se ríe.

De los años que lleva ejerciendo esta carrera, sólo en tres oportunidades navegó con mujeres. Quiere que eso cambie. “Corté con todo lo que venia detrás y se que hay oportunidades para nosotras las mujeres, hay puertas que se abren, el estigma tiene que romperse”, confía.

Susana Benítez, oficial de planta y estudiante de piloto de pesca, trabajó por 13 años en el mar, en el canal de Beagle pescando centolla, en barcos factoría congeladores que van hasta 60 días en altamar. Empacaba filet de merluza y hasta langostinos. “Soy marinero, ahora me llaman marinera, pero durante años se me dijo ‘marinero a bordo’”, explica. Trabajaba jornadas de 18 horas por día, desde los 24 años hasta casi los 40.

La pesca es parte fundamental de su vida. Su esposo también navegaba y su hijo navegó con ella hasta los 7 meses de embarazo. “Mi novio es piloto de pesca, cuando él fue a la escuela yo navegué en langostinos para que él estudiara y, cuando yo me fui a la escuela, él hizo lo mismo por mí”, comenta.  Ahora Susana quiere dejar un mensaje. “Se puede tener una familia y ser pescadora, la mujer que va a la pesca no es aventurera, solitaria o alguien que no encuentra su lugar en la sociedad”, dice.

Roxana Mencia ingresó en 1997 como soldado voluntaria en artillería de Defensa Aérea. En el 2000 se convirtió en cabo de artillería y luego decidió seguir una de sus pasiones: la gastronomía. “En 2005 me recibí y en 2008 saqué la libreta naval”. Comenzó a navegar en el 2010 como jefa de cocina. “Hoy estoy acá por una igualdad de oportunidades para las mujeres”, afirma, y los aplausos la siguen.

 

Romina Paredes es motorista naval, egresada de la escuela de Rosario. En 2004 trabajaba en su ciudad natal, en el río, sacando arena. Decidió cambiar y comenzar con la pesca. Trabajó como oficial de máquinas en el sur, hasta el 2012, en barcos congeladores. Tras su embarazo, regresó en 2016 a Puerto Madryn, esta vez como primer oficial de máquinas.

Este año, decidió venir a Mar del Plata para ascender a conductora naval en barcos fresqueros. “Vamos por una igualdad en los grupos pesqueros”, termina y, de nuevo, el lugar vibra con aplausos.

Nancy Jaramillo también está en la mesa. Es la primera mujer capitán de pesca, graduada en 2017. Recibió una mención en el año 2012 por ser la primer mujer en obtener el título de piloto de pesca. A pesar de que lleva navegando casi 24 años, y que la experiencia en distintos rubros la acompaña, le cuesta conseguir trabajo.

“Me gustaría dejar el mensaje de que somos mujeres, trabajadoras como todos, pero que estamos un tanto discriminadas en los buques, por eso queremos igualdad de oportunidades para aplicar a los trabajos”, dice, para concluir: “Las mujeres no somos de mala suerte en los barcos, somos jefas de familia y podemos trabajar y rendir igual que nuestros colegas”.

Por su parte, Fernanda Pizzini, abogada especialista en estudios internacionales y una de las oradoras, resume: “Cuando se habla de empoderamiento se hace referencia al poder interior, de lo que es cada uno y lo que quiere manifestar para su vida. Las mujeres ya estamos empoderadas, ahora estamos visibilizándonos, porque necesitamos un reconocimiento para lograr un equilibrio“.

“Queremos propiciar la igualdad de acceso a las mismas oportunidades, por capacitación y experiencia, porque las chicas ni siquiera llegan a aplicar“, termina.

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