Una muerte que sacudió a la ciudad

Una muerte que sacudió a la ciudad

La joven se fue de la casa el domingo a buscar la muerte en compañía de un perro que no se movió del lugar donde hallaron el cuerpo.

Ayer sepultaron los restos de Yesica Arman. Fueron velados durante toda la madrugada y a la mañana en medio de desgarradoras muestras de dolor de la familia y de sus muchos amigos que se debatían entre la incredulidad y la más profunda angustia.

Las circunstancias que rodearon la muerte buscada, las horas de incertidumbre de la búsqueda desesperada y su radiante juventud signan de manera especial este duelo que quienes la quisieron tardarán mucho en elaborar.

La noticia del hallazgo del cuerpo de la infortunada muchacha se difundió velozmente por los medios de comunicación convencionales, por el boca a boca, por las redes sociales.

La muerte de Yesica fue captada por el periodismo nacional que la colocó de inmediato en las carteleras, aludiendo, además, a sus actividades deportivas (en las que se destacaba) y a un supuesto (e inexistente) “reinado de belleza” para agregar una nota de sensacionalismo.

Abundaron los llamados a La Opinión y a medios colegas con preguntas sobre detalles que pertenecen a la intimidad de los protagonistas.

En este terreno vale repasar el artículo 19 de la Constitución Nacional:

“Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están reservadas sólo a Dios, y exentas de la autoridad de los magistrados”.

El informe de la autopsia realizada por el médico de Policía Juan José Calvo, elaborado en la madrugada de ayer, indica que la joven de 21 años se habría quitado la vida el domingo a la mañana a poco de irse de la casa.

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